Llorar es preciso
por Izabel Telles em STUM WORLDAtualizado em 19/07/2007 12:13:17
Traducción de Teresa - [email protected]
Hace algunos días estaba yo a camino de Tomar (ciudad centro de Portugal) para asistir a la Festa dos Tabuleiros, en que el fuego del Espíritu Santo es recordado y conmemorado con desfiles, las mujeres llevan a la cabeza verdaderas obras de arte hechas de flores, pan, aderezos. Es la fiesta del Divino hecha a la manera del pueblo de Tomar, y tiene semejanza con la misma fiesta celebrada en las Azores y en el Brasil.
Por las palabras del filósofo portugués Agostinho da Silva (y no solamente) esta fiesta marca la fuerte vocación portuguesa de libertar el alma y alimentar el cuerpo de todos los seres de la tierra. Pero esto es una larga historia que por si sola vale muchos artículos.
Pero estábamos nosotros almorzando en Ourém cuando hemos sabido por el dueño del restaurante que sería casi imposible llegar a Tomar debido a la gigantesca fila de coches en la carretera. Entonces hemos decidido no celebrar el Espíritu Santo en Tomar y permanecer en las cercanías del Castillo de Ourém, almorzando en un restaurante que en todo nos remitía a un ambiente medieval.
De pronto, justamente al final de los postres, toca mi teléfono móvil. Era mi hijo desde Brasil, y por su voz, sentí que me pedía calma y respirase profundamente para recibir la que ha sido una de las más tristes noticias que he recibido en mi vida: mi sobrina Paula había muerto repentinamente. Veintiocho años, abogada, llena de vida y alegría.
Me quedé paralizada. Solamente conseguí pedir a mis amigos que me llevasen a Fátima, muy cerca de allí, para poder rogar a Nuestra Señora que recibiese a Paula en sus brazos de Grande y Poderosa Madre.
No conseguí llorar. Mi pecho quedó completamente compactado.
Toda la energía de mi cuerpo se acumuló en mi corazón y sentí mi cuerpo literalmente apuñalado por un dolor profundo.
Pensé en los padres de Paula. Recordé mi infancia jugando con mi primo (padre de Paula) en la piscina y de cómo él era alegre y feliz. Volví a aquella escena en que el mundo era para nosotros tan solo una fiesta y nos he visto nuevamente a los dos con 5, 6, 7, 8, 10 años, siempre riendo de todo y de todos. Pensé que en esta imagen no podría existir la muerte de un hijo nuestro allá en el futuro... No... nada de mal llegaría a ocurrirnos... Nuestra inocencia jamás concebiría una tristeza.
Pero ella ha llegado de forma brutal. Arrasó toda nuestra familia y ha traído, como siempre trae, una necesidad urgente de repensarlo todo.
A partir de este día ya no he conseguido dormir. He pasado las noches en claro, como, por cierto, había venido sucediendo desde tres días antes de tener noticia de esta pérdida dolorosa.
Hoy, por la mañana, he decidido caminar por entre los pinos de la playa y, de pronto, me he puesto a llorar, a llorar compulsivamente y me he dado cuenta de que mi pecho, mi insomnio, mi ahogo, eran un llanto represado en mi pecho, queriendo hablarme. Entonces, he dejado que el llanto hablase, y él lloró mucho, y atrajo mi atención hacia aquello que sé y que muchas veces dejo de practicar conmigo misma.
Entonces, cerré los ojos y, en mi imaginación, he ido a estar con Paula. Elegí para esto nuestro último encuentro, cuando ella llevaba un trajecito negro y al cuello una raposa también negra. ¡Estaba francamente linda! La abracé profundamente, me despedí de ella, le deseé un lindo viaje por la Luz y que las puertas del nuevo mundo se abriesen para ella y la acogiesen para una vida aún más alegre, aún más feliz. Y, sobre todo, profundamente iluminada.
Cuando he abierto los ojos, noté que había llevado a cabo el ritual de despedida, había aliviado mi pecho y que ahora era dejarlo todo en manos de la Gran Energía, que todo lo sabe, todo lo ve, todo lo cura y a todo ama.
Adiós, Paula. Que los ángeles de todo el Universo compartan contigo el despertar de este sueño en que todos estamos inmersos.
¡Yo te amo!
