A su ritmo...
por Rubia A. Dantés em STUM WORLDAtualizado em 02/11/2007 14:26:04
Traducción de Teresa - [email protected]
Una de las peores cosas que hemos podido hacer ha sido permitir que la vida moderna nos alejase de nuestro ritmo natural. Tenemos hora para todo.. y en tanta hora marcada poco o ningún tiempo sobra para seguir nuestro propio ritmo. Tal como un tambor se sintoniza con las pulsaciones del corazón de la Madre Tierra, nosotros también podemos sintonizarnos con esas pulsaciones... cuando comprendemos que el tiempo natural... no cabe dentro del reloj ni tampoco de los calendarios que no tienen vínculo con la naturaleza. El tiempo... que nos lleva para más allá de él... solamente cabe en el ritmo de nuestro corazón... ahí transitamos en paz.
Si hay algo que ya no consigo hacer... es salir de mi ritmo; en seguida me encuentro medio desorientada cuando “tengo” que hacer algo con prisa, si mi tiempo es el vagar... o viceversa... porque el ritmo no tiene que ver con la prisa o el vagar sino con estar en sintonía con lo que tu naturaleza pide en ese momento. Y felizmente nuestra naturaleza no suele consultar calendarios o relojes para señalarnos que cosa va a hacernos estar enteros y presentes.
Siempre que llego a la casa de la montaña me olvido del tiempo marcado... y aquel día no fue diferente...
Me tendí en el suelo del porche, en un lado en que no acostumbraba... y estaba tan a mis anchas... tan dentro del momento, que me he sentido en perfecta sintonía con el ritmo de aquel lugar... de la Madre Tierra... donde la vida pulsa...
Me fui para aquel lado porque el viento había traído la lluvia, que caía muy fuerte, para donde yo estaba... y quién soy yo, para ir contra el viento... pero, como no quería mojarme, allá me fui a buscar otro rinconcito para descansar después del almuerzo... y sin pensar, coloqué los almohadones en el suelo tan pronto di la vuelta al otro lado del porche... y me tendí allí.
Ya está... eso ha sido todo cuanto necesité para sentirme completamente relajada y en paz con la vida... sólo mucho tiempo más tarde me di cuenta de que tenía enfrente la columna que me impedía un poco ver los árboles... la huerta... Pero me encontraba tan bien que cualquier pequeño movimiento para un lado podría ser demasiado... ni siquiera me tomé el trabajo de discutir con mi mente que ya quería argumentar que sin tener la columna delante la vista sería más bonita...
Qué vista ni qué nada.. yo me sentía tan presente que ni caso hice a la mente y permanecí allí... parada... sintiendo... Parece que yo pulsaba con toda aquella vida en torno a mí y que mi corazón latía al mismo ritmo que el corazón de la Madre Tierra...
Asimismo cuando danzamos... o realizamos una jornada chamánica al son de un tambor... y somos llevados naturalmente a un flujo natural hacia más allá de lo que prende, también en nuestra vida diaria podemos acceder a ese ritmo natural y entrar en ese flujo... que nos hace caminar en armonía y bienestar... y permitiendo que esa armonía se expanda a nuestro alrededor...
Al siguiente día – ya era lunes – “tenía” que ir al banco a hacer unos trámites... Pero, al contrario de lo que había pensado, solamente he conseguido salir de casa muy tarde, casi a la hora de cierre del banco... Porque nada conseguía hacer que me diese prisa... yo estaba haciéndolo todo a mi ritmo, que aquel día era bastante despacio... pero estaba disfrutando de cada paso en dirección al banco. Allí no había montaña... ni árboles... ni silencio roto solamente por el sonido de los animales... Había ruido de ciudad... contaminación... ritmo alucinante.
Sin embargo... aquel día yo no me he dejado llevar por todo cuanto podría sacarme de mi centro, de allí donde nuestro ritmo impera soberano... y todo lo que podría ser discurrió fácil y feliz.
Yo no me resistí a nada y nada se me resistió...