La experiencia sagrada y la creencia en lo absurdo
por Silvia Malamud em STUM WORLDAtualizado em 10/06/2008 15:09:34
Traducción de Teresa - [email protected]
Desde los más remotos tiempos las cuestiones sobre de dónde venimos y para dónde vamos frecuentemente nos asolan.
Tenemos, a lo largo de la historia de la Humanidad tribus y más tribus desarrollándose en el arte de hablar con los dioses, en el arte de recibir mensajes divinos, y más, en la desconcertante disputa sobre quiénes serán los detentadores de una supuesta verdad celestial.
Un número infinito de religiones se autoriza, en los más increíbles procedimientos, incluyendo el culto al odio a todo el que no está a favor de los preceptos que entienden como certeros caminos promotores de la alianza del hombre con su creador.
La gran mayoría de nosotros permanece ciegamente sumisa a sistemas religiosos que predican en sus cultos el amor y la redención divina. Estos mismos sistemas, por otra parte, cometen los más diversos tipos de atrocidades cuando imponen su identidad religiosa sobre las demás opciones de fe.
Si hoy nos sentimos aterrados al pensar en las torturas cometidas, por ejemplo, en la época de la inquisición, imaginad cómo quedarán nuestros descendientes al leer las trayectorias de algunos de los procedimientos actuales en nombre de determinados tipos de devoción. Nada ha cambiado. Lo que se muestra ahora son apenas nuevos sistemas de camuflaje representados por las actuales dictaduras religiosas.
Si pudiésemos despegarnos por apenas un instante de ese tipo de pantalla, fácilmente llegaríamos comprender que, si no cambiamos aspectos importantes de nuestras conciencias, en un futuro cercano el vestuario de guerra en nombre de la unificación religiosa solamente tendrá una u otra forma alegórica, sin aportar nada nuevo.
Debemos recordar que nuestra jornada terrena es tan sólo un espacio de tiempo muy tenue, un tránsito. Y si no hacemos algo ahora estaremos sentenciados a “vivir” ininterrumpidamente en un continuum como formas/pensamientos y, peor, totalmente incapaces de experimentar el sentido mayor de nuestras existencias.
La verdad es que todos estamos inequívocamente a merced de un gran “no lo sé existencial” frente a un futuro que nos es totalmente desconocido. Permaneceremos como siempre hemos estado, impotentes y desamparados respecto de las imponderables fuerzas del universo.
Sabemos todos que seremos totalmente derrotados si nos vemos en medio de grandes huracanes, tempestades y otros del mismo orden. Exactamente como lo estábamos al principio de los tiempos. En esas horas de colapso de la Naturaleza, de nada serviría todo el avance tecnológico alcanzado o incluso las disputas por ideales de creencias religiosas.
Somos ciudadanos planetarios. Deberíamos tener conciencia del deber que tenemos de honrar nuestra estancia aquí para aprender sea lo que fuere dentro de un sentido ético y moral que nada tiene que ver con la arrogancia de los dogmas secularmente instalados en las grandes masas.
Todos nosotros estamos en la misma condición. Destinados a abandonar todo cuanto hemos creído a lo largo de una vida, y sin previo aviso. De pronto, todo cuanto nos parece eterno dejará de existir. Todas nuestras relaciones, nuestras adquisiciones, nuestras pérdidas pueden parecer, en este momento de reflexión, estar hechas de pura ilusión (¿y no podría ser que lo estuviesen?).
Lo que vale, si todavía nos queda algo de tiempo, es la certidumbre de que, a través de una experiencia sagrada tendremos la sensación inequívoca de la eterna validez del alma.
La experiencia de lo sagrado, de los trascendente, aquí pide espacio para su manifestación.
Sabemos que la mente racional se sirve de la fe ciega para poder orientarse en un tiempo y un espacio determinados por el hombre, de modo compartido con la tribu en que vive. Aquí la cuestión se va poniendo más y más profunda y paradójicamente más sencilla y subjetiva.
Hoy estamos literalmente intoxicados de conceptos sobre todo cuanto existe, la experiencia individual poco o nada tiene de valor si comparada a las verdades que nos son impuestas. Muchas de las verdades que se nos imponen cambian a todo momento, eso sin contar los dogmas seculares de cuño religioso que ni siquiera se actualizan... ¿En qué creer? ¿Qué rumbo seguir?
La gran verdad es que el ser humano hasta hoy no ha aprendido a lidiar con su desamparo existencial. Crea subterfugios imaginarios y colectivos (religiones/sectas y otras) en nombre de driblar cuestiones que debería contemplar con una mirada especial. Sabemos que tenemos una seguridad relativa en relación a nuestro existir. Y, con todo, mientras estamos vivos, tenemos además la certidumbre de que vale la pena luchar para convencernos o convencer al otro sobre las verdades que se dicen sagradas.
Aquí abrimos espacio para la sed del alma que se busca de modo diferenciado a todo el presupuesto arriba delineado. Se abre un espacio para ti, lector, que sin casualidad alguna te has conectado con esta modalidad de lectura. Hablaremos ahora de la experiencia de lo sagrado de modo único, subjetivo e individual.
La experiencia de lo sagrado puede promover un salto cuántico en la conciencia y ésta se ve altamente facilitada cuando salimos de los dogmas que nos han sido impuestos a lo largo de la vida, o incluso cuando salimos de una fe ciega, cuyo nombre por si solo ya dice todo, y nos encaminamos a una auto-iluminación genuina. Prácticas de meditación, yogas, terapias, ejercicios energéticos y otros, pueden promover este tipo de experiencia diferenciada.
Tu día a día después de este tipo de percepción/vivencia pasa a ser ininterrumpidamente sagrado. No importa de qué modo te has habilitado para entrar en contacto con ese lugar de éxtasis extremadamente lúcido y consciente. Lo que vale es entrar en contacto con la experiencia de lo sagrado y tenerla en ti para siempre.
Recuerdo que una de las ocasiones más significativas en que vivencié lo sagrado fue durante un fin de año cuando yo tenía 17 años y estaba en una playa apreciando la luna, el mar y la playa; fue cuando repentinamente me sentí formando parte de todo cuanto existe, me sentí una con la luna, con el mar y al fin con todo cuanto existe en el sentido más sagrado que puedo imaginar. Todo lo que yo escribiese sobre esta experiencia sería insuficiente para expresar su grandiosidad. Esta, seguramente, fue una experiencia de lo sagrado en mí. El religare de que tanto se habla.
Me gustaría proponerte un ejercicio, a ti que estás leyendo este artículo:
A lo largo de tu vida, debes haber experimentado ya un momento sagrado. Entra ahora en contacto con él. Visualiza y siente ese momento. Ánclalo en ti. Si nunca has tenido ese momento, o no lo recuerdas, con la mente abierta, ten la intención de encaminarte hacia este importante tema existencial. Abre espacio e intuitivamente recibe el camino que facilitará tu encuentro con lo sagrado.Sé feliz por completo. Siéntete pleno y atrévete a experimentar lo que es imposible comulgar. Atrévete a atravesar los dogmas y a sentirte en ti mismo.
Tú puedes.