Autoestima
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 19/11/2014 14:46:59
por Rosangela Tavares
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Traducción de Teresa
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Auto estimar = auto valorar.
Siendo así, es sencillo, es el valor que tú te das.
Pero ¿será cierto que nosotros mismos somos quienes nos damos un valor?
Oímos latiguillos como "Si tú no te das el valor ¿quién te lo dará?
Esto es verdad, en parte. Pero es más teoría. Si funcionase realmente, los libros de autoayuda resolverían el cien por cien de los conflictos emocionales.
En verdad la autoestima se construye. Lo que forma la autoestima de las personas son las situaciones que ella experimenta desde muy pronto.
Imaginad a un crío que oyó muchos: "Vaya niño burro, ya parece su padre", "¿A qué vas tú a la escuela?", "Este niño no hace nada que valga, sólo me da trabajo".
Y ahora imagina otro niño, otra situación: "¡Muy bien, hijo, así es como se aprende, dentro de poco serás una fiera en eso!", "Este es mi hijo, no abandona. ¡Este niño vale oro!", "Tú eres tan cuidadoso, venga, vamos a ordenar esta leonera, yo te ayudo".
Pienso que no hace falta mucha explicación, para prever cuál niño construirá una autoestima buena y cuál podrá tener dificultades en el futuro. Y fíjate en que son cosas del día a día.
Cuando uno es niño, lo que dicen los padres es la verdad absoluta. No estamos en condiciones de cuestionar nada.
Y entonces, curiosamente, vemos por ahí adultos que por más que se gradúen, monten su negocio, planifiquen su vida, no progresan. ¿Por qué será?
Una vez más, es la verdad aprendida, que dice lo contrario allá en el inconsciente. ¿Cómo un niño burro, que no vale para nada, va a tener éxito?
Y existen innumerables situaciones que podrán contribuir a una baja autoestima. El acoso escolar, por ejemplo, que por lo regular apunta a alguna característica física de la víctima. Y asimismo las situaciones condicionales, en algunas fases de la vida. Estar fuera del peso, estar sin dinero, sin empleo.
Otra situación que deja marca en la niñez es la falta de recursos económicos explicada como inferioridad. He visto a niños pobres vivir muy felices, en un ambiente en que no se predicaba la pobreza, ni la carencia, ni la tristeza.
Ya he visto casos de personas que tuvieron padres cariñosos, pero lo suficientemente humildes como para no saber que los hijos necesitaban de indicaciones positivas, de elogios, de quien pusiese nombre a los sentimientos en su lugar.
Toda persona se desarrolla a partir de la mirada de los padres, que van a indicar, por ejemplo: "Juan es talentoso, le encanta dibujar", "María es nerviosa, pero es amorosa", "Pedro es organizado, su cuarto está siempre bien ordenado", y así en adelante.
Algunas personas pueden no vivir con eso adecuadamente, y después podrían quedarse con la sensación de "¿Cómo soy yo?" o bien "¿En qué soy bueno?". Queda a faltar un trozo en su constitución interna.
Quien ha vivido situaciones tan desfavorables podrá convertirse en un adulto inseguro, angustiado, infeliz. Y no necesariamente será consciente de las causas de su insatisfacción e infelicidad en la vida. Podrá llamarlo mala suerte. Pero las actitudes responderán según el inconsciente, es regla.
Puede que tú pienses: "Yo conozco gente que era pobre y logró vencer en la vida. Silvio Santos era vendedor ambulante y hoy es dueño de emisora". Probablemente la niñez pobre no se le transmitió en forma de inferioridad. Si ha progresado, ciertamente no arrastra creencias de escasez en su inconsciente. ¡Es sólo un ejemplo!
La autoestima bien formada es una de las cosas más importantes en la vida. Es lo que da seguridad, confianza, felicidad, coraje.
Pero afortunadamente, a pesar de esa constitución interna negativa, existe la posibilidad de que la persona se ponga a tratamiento, revise lo que ha vivido, y dé nuevo significado a las cosas, para poder liberarse de viejas creencias y ser feliz.
