¿Por qué yo soy así?
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 29/10/2014 08:23:27
por Paulo Tavarez - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
¿Cuál es la razón de nuestra pérdida de control? ¿Por qué reaccionamos siempre de la misma forma frente a las situaciones que nos causan malestar? ¿Por qué soy víctima de constantes alternancias de humor?
Si bien el hombre es un ser racional y puede usar el intelecto a su favor en la investigación de la propia alma, a menudo reacciona de forma descontrolada, intempestiva, o incluso huye de situaciones aparentemente triviales por motivos que la razón se muestra incapaz de explicar. Todo esto sucede porque la génesis de esas reacciones está en el inconsciente, son contenidos que sobreviven gracias a los combustibles emocionales y que determinan nuestro comportamiento.
¿Qué contenidos son esos que desconocemos?
Es sencillo, todos los acontecimientos de nuestras innumerables existencias siguen vivos en nuestra memoria, desde lo más prosaicos hasta los más traumáticos, todos quedan registrados. Cada uno de ellos presenta un nivel específico de fuerza, según su respectivo significado.
Cuando pasamos por situaciones indigestas, provocadas por decepciones, traiciones, o cuando sufrimos algún tipo de violencia, guardamos en la memoria, además de la información del hecho, toda una carga afectiva que puede ser de odio, miedo, culpa, indignación, rebelión, así sucesivamente. Ese volumen energético crea patologías psíquicas que originan conflictos, neurosis y muchas perturbaciones mentales, pues son heridas que no han cicatrizado. De esa forma, esos sucesos indigestos se convierten en un fardo y son la causa de los condicionamientos que creamos; nuestras respuestas emocionales fueron elaboradas por la influencia de todo ese material y esto explica por qué somos tan diferentes.
Procedemos, por lo tanto, mucho más orientados por la emoción que por la razón. Estamos todavía haciendo prácticas en la condición de centauros, con buena parte de nuestra naturaleza pendiente de ser transformada; vivimos aún como rehenes de los instintos más primitivos, luchando contra nuestras inclinaciones y sufrimos para asumir el control de nuestro ser.
En las tradiciones antiguas del Yoga, encontramos una perfecta descripción de esa dinámica que existe en el inconsciente. Los acontecimientos registrados que tengan expresiva carga afectiva reciben el nombre de samsaras y los condicionamientos que esos contenidos acaban creando en el individuo son los vásanas. Mucho antes de Freud, por tanto, el inconsciente – aunque todavía no tuviese ese nombre – ya era una instancia bastante conocida. Esto nos revela la riqueza de la cultura védica, que ofrece respuestas a antiguas indagaciones de la humanidad. Enseñanzas riquísimas presentes desde los más remotos períodos.
Todo proceso de sanación y cambio pasa por la reelaboración de todo aquello que no ha sido bien digerido en el pasado; para esto no faltan recursos terapéuticos, pues hoy, más que en cualquier otro período histórico, innumerables métodos se presentan como herramientas eficaces para el abordaje y debilitación de esas cargas afectivas. Sólo por citar algunos: la EFT, la Cura Holográfica, las Constelaciones Sistémicas, el Psicodrama, la Psicoapometría, las innumerables técnicas de captaciones psíquicas, etc.
Estamos ante aquella previsión del Nazareno: “No hay nada oculto que no llegue a ser revelado”. El mundo padece estertores en aparente caos, como si el perro estuviese sacudiéndose sus pulgas, la violencia campea, los conflictos recrudecen entre los hombres, los residuos emocionales buscan la superficie de la consciencia con vigor, justamente por el hecho de que estamos en un notorio proceso de transición ya previsto por innumerables tradiciones esotéricas y religiosas.
No se sabe lo que vendrá, sabemos que estamos siendo invitados al cambio, mejor dicho “invitados” no es el término preciso, quizá compelidos, pues urge que demos un nuevo significado a los detritus que tratamos de empujar hacia debajo de la alfombra del alma por falta de recursos emocionales.