¿A qué esperar?
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 24/08/2012 07:48:10
por Maria Silvia Orlovas - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
¿Te has fijado en que cuando conocemos a alguien, o cambiamos de empleo, tenemos un millón de expectativas y vamos a esa nueva relación llenos de sueños?
A veces esto ocurre en un cambio involuntario, cuando se nos despide. Al comienzo, todo es un susto, o incluso un alivio, después viene el miedo, la aprensión ante el nuevo momento y surgen las ideas de cómo sería nuestra vida en un nuevo ambiente, haciendo otras cosas. En tales momentos, la mente se suelta, imaginamos mil posibilidades. Pero cuando volvemos a trabajar, o encontramos una nueva pareja, en fin, cuando creamos un vínculo real, empiezan de nuevo las dificultades. Las expectativas empiezan a dejar lugar a la realidad de la convivencia y los sueños vuelven a sitio que les corresponde, como sueños que son...
Quizá por eso algunas personas no son capaces de afirmarse en una relación o incluso en un trabajo. Necesitan el cambio, lo nuevo, el impulso hacia cosas diferentes, y la realidad puede ser aburrida, el día a día puede quedar demasiado sujeto a la rutina cuando no hay aceptación respecto de las cosas sencillas de lo cotidiano, cuando la persona no está en paz consigo misma. Pues andar saltando de rama en rama, en busca de novedades, puede impedir la realización de algo más feliz y profundo, porque los frutos necesitan tiempo para manifestarse. Lo que advierto es que tenemos mucha necesidad del equilibrio en nuestra vida. Necesitamos la fuerza interior del auto-conocimiento que nos enseña a bastarnos y a no necesitar tanto de impulsos externos, de la aprobación de los demás, de novedades, para ser felices.
Está claro que a todos nos gustan los viajes, los lugares nuevos, conocer personas, probar una manera nueva de contemplar las cosas a nuestro alrededor, pero depender eternamente de factores externos para la felicidad no es bueno. No podemos comparar nuestra realidad, nuestra rutina, con esos momentos de vacaciones o con la pasión de un nuevo amor. A fin de cuentas, las vacaciones son vacaciones, la pasión es pasión y pasará. En tales momentos se siente uno descansado, viviendo únicamente para disfrutar. Así, el volver a la rutina de costumbre y al compromiso, resulta una contrariedad y una tristeza.
Como enseñan los Maestros, lidiar con el día a día debería ser también un placer y un reto feliz, porque a medida en que van sucediendo las cosas podemos cambiar, hacerlo de otro modo, dar nuevas respuestas, probar con nuestras maneras de responder frente a las cosas que suceden. Pues no será por hacernos adultos, por tener los hijos criados o un empleo pesado, por lo que tendremos que proceder de forma previsible y desangelada, como siempre. Podemos, sí, hacer cosas diferentes. ¿Por qué esperar a las vacaciones para visitar un museo, o poner una comida diferente? ¿No sería posible hacer una escapadita a la playa el fin de semana, o ir a un concierto, para escuchar una hermosa música clásica? Puesto que, mientras permanecemos esperando la ocasión para ser felices, la vida pasa. Si queremos cosas diferentes, tenemos que cambiar nuestro modo de proceder.
Para nuevas respuestas, hemos de modificar nuestros planteamientos. Una vida más feliz depende de una manera más leve de enfrentarnos al mundo a nuestro alrededor. Siempre explico que meditar, rezar, hacer nuestras prácticas espirituales no solo son útiles para el placer de aquel momento, sino que además nos proporcionan luz para enfrentarnos a las situaciones de la vida. ¿Vamos a meditar?
