Ajuste de cuentas
por Izabel Telles em STUM WORLDAtualizado em 03/03/2009 12:35:25
Traducción de Teresa - [email protected]
Final de mes acercándose. Sentada a la mesa empiezo a hacer mis cuentas. Facturas de proveedores, agua, luz, teléfono, papelitos de los débitos automáticos, comunidad de vecinos y todo lo demás que conoces tan bien como yo.
Entre las teclas de la calculadora y los números de los boletos salta de mi mente ante mí una escena de la película Metrópolis (film alemán de ficción científica, lanzado en 1927, dirigido por Fritz Lang).
La película cuenta la historia de un déspota que mantiene rehenes de su voluntad y de la de sus protegidos, en las galerías subterráneas de una ciudad (futurista en aquella época), a seres humanos que trabajan de sol a sol (que ellos no ven) para mantener todo funcionando en la superficie. En medio de la multitud prisionera está María, una mujer valerosa que denuncia la esclavitud de muchos para el deleite de unos pocos.
La película se va desarrollando en mi mente mientras pienso con mi cerebro izquierdo en los números desparramados sobre mi mesa de trabajo.
Otra imagen invade mis sentimientos. Está ahora captada por mis sentidos en los reportajes de las TVs que hablan de la crisis económica que asola el mundo.
Imágenes de familias debruzadas sobre las cuentas, en la mesa del comedor, intentando hacer casar los números con los billetes; lo que parece imposible.
Que yo sepa Dios no envió a los seres humanos ninguna factura al crear sus maravillas. Tampoco nunca he visto a los ríos cobrar tasa de ocupación a los lirios blancos que nacen en sus orillas. No conozco a ningún proveedor de lluvias. Ni vendedor del interruptor que hace que la luz del sol despierte a la noche. ¿Lo conoces tú? Pues bien.
Aquí en NUESTRO planeta Tierra todo tiene precio. Vivir cuesta más caro cada día.
¿Cuándo fue que hemos entregado nuestro poder a un grupo que dicta las reglas del juego? ¿Cuándo fue que hemos destituido a nuestra María interior y nos hemos callado, convirtiéndonos en esclavos de seres que no están mínimamente preparados para administrar con competencia el planeta?
Sé que hablar es fácil.
También soy consciente de que denunciar solamente no basta.
Como declaró un ejecutivo a un periódico la semana pasada: “los discursos no van a garantizarle el trabajo a nadie”.
Es preciso actuar. Materializar la fuerza unificadora, creativa, inteligente, justa, que la nueva era nos envía.
Emplear, por ejemplo, los días parados en casa (muchas veces consecuencia de despidos) para descubrir nuevas oportunidades y talentos, conversar con los hijos, salir para ver la puesta de sol, abrir cajones cerrados desde hace mucho tiempo, reciclar conocimientos, meditar, en fin, aprovechar cada segundo de este interregno para hacer algo más productivo y creativo que sumar, dividir o multiplicar cuentas.
