¡Ama y vive como si fueses un detective!
por Rosana Braga em STUM WORLDAtualizado em 01/05/2014 11:25:58
Traducción de Teresa - [email protected]
Seguramente habrás asistido, alguna vez, a una de esas películas donde el personaje principal es un detective brillante, muy despierto y que tiene tantos aciertos y percepciones que has llegado a pensar “¡ah, esto sólo puede pasar en las películas!”. O sea, tú eres el tipo de persona que tiende a creer que nadie, ni tú mismo siquiera, puede ser tan listo hasta el punto de revelar o concluir lo que aquel detective de la película ha conseguido.
Por lo regular, los detectives son profesionales contratados para desvendar crímenes complicados, seguir a integrantes de la mafia o para obtener pruebas de infidelidad, mentiras y situaciones parecidas. Parecen dueños de algún tipo de poder mágico, porque ellos consiguen prever dónde van a estar las personas, qué hicieron en determinados ambientes y, siguiendo la misma “lógica”, incluso logran describir la personalidad de aquel a quien investigan.
Pero ¿sabes cuál es la noticia? Los detectives son personas corrientes, como nosotros. No tienen poderes mágicos. Lo que han desarrollado y la mayoría de nosotros no, es el sentido de la observación. Es decir, los detectives son personas corrientes, ¡pero con el sentido de la observación extremadamente aguzado!
¡A este sentido le llamaré “presencia”! Siendo así, los detectives son personas que se hallan absolutamente presentes en todo cuanto hacen, en cada paso que dan, a cada segundo en que respiran. Ellos escuchan los distintos tonos de voz, cada palabra que se dice. Ellos observan cada detalle del lugar o de aquello que miran. Están atentos a los olores, a los ruidos, a los colores a su alrededor. ¡Están inmersos por entero en la experiencia de aquel momento!
¡Observa bien! ¡No estoy diciendo que ellos estén atentos a todo cuanto sucede en el mundo! ¡No! ¡Eso sería imposible, enloquecedor! ¡Lo que sí digo es que están atentos a lo que les interesa de verdad! ¡Están atentos al momento presente! ¡Aquí y ahora! ¡Y tan solo por eso, exactamente por eso, son ellos capaces de descubrir, desvendar y sacar conclusiones certeras, que la gran mayoría de nosotros no sería!
¡Pero no porque seamos menos inteligentes! ¡Sino porque no estamos atentos al momento presente! ¡No estamos aquí y ahora! Nuestro cuerpo está aquí, pero nuestros pensamientos andan lejos… quizá rumiando el pasado… quizá intentando controlar el futuro… ¡Y simplemente perdiendo el exacto instante en que la vida está de hecho sucediendo!
Y así, desatentos y desconectados, andamos confusos, sin saber qué hacer, cuál es la mejor decisión a tomar. Cometemos error tras error y el tiempo va pasando cuando, de pronto, nos llevamos un susto: ¡nuestra relación ha entrado en crisis! ¡El matrimonio ha terminado! ¡El otro ha dejado de amarnos! ¡El amor ha perdido la gracia!
¡¿De veras crees que esto ha sucedido de la noche a la mañana?!? ¡No ha sido exactamente así, lo puedes apostar! ¡Pero tú no estabas presente! Ni siquiera has notado al otro. ¡Ni te has notado a ti mismo! No te has fijado en los detalles, en los diferentes tonos de voz, en las palabras que se han dicho, en los sonidos, en los olores, en los sabores… ¡Tú no estabas allí, en aquel momento en que la vida estaba sucediendo!
“¿Y ahora?” ¿Esta ha sido tu pregunta frente a lo que vienes perdiendo a lo largo de la vida? Entonces, ¡mi sugerencia es que abras mano de ella! ¡No sirve para nada! ¡Ella sólo te mantiene sujeto al pasado! Las preguntas que han de hacerse son: “¿qué está sucediendo ahora, en este momento, a mi alrededor y dentro de mí?”. ¡Y tómate un tiempo para observar! ¡Mira en torno a ti! ¡Escucha! ¡Observa! ¡Siente! ¡Abre el corazón y ve más allá de cualquier miedo que pueda surgir! Tan sólo entrégate y vive lo que hay para ser vivido aquí, en este exacto instante…
¡Y así, estoy seguro de que vas a saber lo que quieres y lo que debes hacer, con lo mejor que hay en ti! ¡Y cualquiera que fuese el resultado, te das cuenta de que la vida es lo que es, pero sólo puede valer la pena cuando tú estás presente!
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