Amistad Interior
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 01/02/2013 12:06:46
por Enildes Corrêa - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
"En el momento en que empiezas a amarte, a aceptarte, esta mente que se presenta como enemiga empieza a hacerse amiga tuya. Cuando te aceptas, esa transformación sobreviene por sí misma y la mente empieza a estar silenciosa naturalmente". Kiran Kanakia
"Ahora bien, esta es la demanda de este tiempo: que nos hagamos amigos los unos de los otros. Tú tienes que hacerte amigo de ti mismo. Somos todos seres humanos expresando la vida en aquella unicidad. Comprende tu unicidad y acéptala. La vida sabe con qué propósito te ha dado esa unicidad. No hay nada erróneo en tu ser, no hay nada imperfecto en ningún lugar. Di SÍ a ti mismo. Entonces, se hace la armonía dentro de ti". Kiran Kanakia.
Cada choque que tenemos en nuestras relaciones ofrece una oportunidad incomparable para mirarnos a nosotros mismos e investigar las raíces internas del malentendido externo. La desarmonía en nuestras relaciones puede estar reflejando una parte nuestra que no aceptamos y que está en desequilibrio. En vez de esperar y exigir cambios de conducta por parte de los demás, sería bastante más inteligente y edificante si el ser humano pusiese esa energía a su servicio, encaminándola hacia dentro de sí, en busca de observarse y conocerse mejor.
Algunos conflictos intensos y perturbadores surgen cuando uno quiere hacer cambiar al otro, sin antes mirar e investigar su propio comportamiento.
Hemos de admitir que los malentendidos pueden producirse cuando hay una convivencia más estrecha entre las personas, principalmente si tenemos en cuenta que la mayoría anda algo descompasada respecto de sí misma y, por consiguiente, de los demás. Asimismo, hemos de comprender que cada individuo tiene su naturaleza propia y única. Nadie es igual, no somos copias unos de otros.
Es frecuente que en un único día pasemos por humores diferentes, según los acontecimientos y las situaciones vivenciadas. Y más, no tenemos el poder de cambiar al otro, sea quien fuere: hijo, cónyuge, jefe, padre, madre, amigo, etc. Como máximo, podemos cambiarnos a nosotros mismos. Y aun así, no cambiamos nuestra naturaleza, sino únicamente nuestra comprensión, lo cual posibilita transformar nuestra perspectiva y nuestro modo de proceder. La naturaleza de cada expresión viene dada por la vida con un determinado propósito, que no sabemos cuál es, pero nos incumbe comprender y respetar la unicidad de todo individuo. Y el primer paso en esa dirección se da dentro de nosotros mismos.
Si estamos más familiarizados y en paz con nosotros mismos, la convivencia familiar y social tendrá oportunidades para ser más armónica, de hecho, saludable y fraterna, toda vez que no proyectaremos hacia fuera nuestra disputa y confusión internas. Si nuestra visión está clara, se hará más fácil distinguir entre lo que es contenido nuestro y lo que es del otro. Así, tampoco vamos a prestarnos a ser depósitos de la basura emocional de las personas con quienes convivimos. Podemos elegir dejar la basura que no nos pertenece fuera de nuestra casa, sin que nos cause contratiempos y trastornos más graves, a nivel físico, mental o espiritual.
Es bueno resaltar que, aunque el mundo fuera nos rechace, tenemos siempre la sagrada opción de aceptarnos y acogernos con amor y confianza. ¡Y ese hombro amigo que nos ofrecemos a nosotros mismos opera verdaderos milagros! En ese giro hacia dentro del espacio interior, guiados por un sentimiento profundo de auto-aceptación de cualquiera de nuestras caras, observándonos silenciosamente, sin juzgamientos, sin muchos condicionamientos, las reacciones y ataduras se disuelven. En ese simple paso se producen cambios significativos naturalmente, sin esfuerzo.
El combustible para cualquier transformación personal es la comprensión y el amor. Relacionarnos de forma armónica con nosotros mismos y con los demás es un arte que exige un ejercicio constante de buena voluntad, entendimiento y amistad, a corto, medio y largo plazo. No siempre es fácil, pero es posible, si no nos imponemos y no imponemos a los demás exigencias absurdas o cambios bruscos e inmediatos. Los cambios consistentes no sobrevienen de la noche a la mañana, ni por la imposición de quien quiera que fuese.
Que todos nosotros salgamos victoriosos en la conquista de esta fortuna para nuestras vidas: la capacidad de ser amigos sinceros de nosotros mismos, amigos incondicionales, ya sea en los momentos de alegría o de tristeza, de salud o de enfermedad, de triunfo o fracaso. Sólo entonces, sabremos qué es la amistad de verdad, como también el sentimiento de unidad que nos hermana y nos liga a todo y a todos en el Universo.
Que podamos convivir con nosotros mismos y con los demás con menos juzgamientos, prejuicios, intolerancia, y con más afecto, respeto, paciencia, comprensión y, sobre todo, mucha compasión hacia los límites de cada cual, por los fallos que nos cuesta aceptar (dentro y fuera). Esto es un pacto de paz, amistad y tolerancia para con nosotros y para con las personas con quienes la Existencia nos hace convivir, ya sea por un momento, por un día o por la vida entera.