Auto-conocimiento I
por Rosemeire Zago em STUM WORLDAtualizado em 08/04/2020 11:34:55
Traducción de Teresa - [email protected]
¿Tú te conoces? Esa pregunta la contestamos tranquilamente con un "¡claro que sí!" Pero te ruego que te pares unos segundos y vuelvas a pensar sobre tu respuesta. ¿Sigues afirmando que te conoces? ¡Estupendo! Entonces, vamos a reflexionar durante unos minutillos sobre ti mismo mientras lees este artículo. ¿Qué sabes de ti? ¿Cuáles son los momentos que más han marcado tu vida? ¿Cuáles son tus puntos positivos, tus cualidades? ¿Puedes describirlas una a una? ¿Y tus puntos negativos? ¿Qué has venido haciendo para cambiar lo que no te gusta de ti? ¿Te has dado cuenta de cuánto insistes en agradar a otras personas? O, aparte de eso, ¿cuánto buscas el reconocimiento y la aprobación de aquellos con quienes convives? Incluso puedes contestar que no haces nada por agradar a nadie, y yo insisto, ¿será cierto que no lo haces? ¿Cuáles son las características que percibes en tus padres y también reconoces en ti? Pues bien, como podemos percibir, no es así tan sencillo hablar sobre nosotros mismos, conocernos, no digo superficialmente, sino como fruto de mucha reflexión.
¿Te has dado cuenta de cómo algunas personas tienden a querer saber mucho más de la vida ajena que de su propia vida? ¿Por qué los programas de cotilleo entre artistas, el Gran Hermano, etc., tienen tanto éxito? Parece que es más fácil observar al otro que mirar dentro de uno mismo. Esa facilidad también puede entenderse como huida, acomodación, o también como mecanismos de defensa, tendemos a permanecer en nuestra zona de confort, por más perjudicial que sea para nosotros mismos. Pero muchos olvidan o nunca lo han sabido que a menudo aquello que están viendo, y que acaban por censurar, juzgar, criticar o condenar en los demás, puede que solo sea un reflejo de su propia imagen. ¿Cómo es eso? Cuando no se tiene auto-conocimiento es común, por ejemplo, juzgar el comportamiento de otra persona. Y si observamos más profundamente, podemos descubrir que también caemos en aquel mismo comportamiento. Eso ocurre porque utilizamos, sin darnos cuenta, el mecanismo que denominamos proyección cuando, por dificultad para mirar dentro de nosotros mismos, proyectamos en los demás aquello que se refiere a nosotros. Esto no solo sucede con los aspectos negativos, sino también con los positivos. No vemos en nosotros mismos lo que parece claro y obvio en los otros. Ese tipo de mecanismos expresa en realidad a una persona con poca percepción acerca de sus propios sentimientos, o sea, poco auto-conocimiento. Ahora que sabes esto, o que lo has recordado, procura estar más atento a tus comentarios acerca de otras personas, haciendo uso de tus observaciones como fuente de auto-conocimiento, dándote cuenta de que a menudo aquel elogio que haces a determinada persona, en verdad también lo mereces tú, solo que no lo habías reconocido. Y cuando sea en aspectos negativos, también aprovéchalo en tu favor, posibilitando modificar aquello que hasta entonces siquiera habías percibido. Todo puede ser información para elevar nuestro conocimiento propio, solo dependiendo del grado de percepción de los signos y mensajes con que nos deparamos en el día a día.
La tan conocida frase del filósofo Sócrates - 470 a.C: "Conócete a ti mismo", quien nada ha dejado escrito, pero cuyos pensamientos fueron recogidos por Platón, nos hace percibir cuán ignorantes somos respecto de nosotros mismos y cuán antiguo es procurar tener consciencia de quiénes somos. Hoy se habla de películas recientes, como El Secreto o Quienes Somos Nosotros, pero en verdad sus contenidos son antiguos con, digámoslo así, nuevo ropaje. Pero lo importante es que todo eso está suscitando reflexiones sobre la cuestión - el auto-conocimiento - en personas que aún no habían tenido acceso a tan profundas enseñanzas. Sin embargo una película que recomiendo es la de Louise Hay: "Tú puedes curar tu vida", quien tiene también un libro con el mismo título. Es una película en la cual ella nos hace reflexionar, a través de su historia de vida, sobre cómo estamos conduciendo la nuestra.
Es preciso cesar en esa ansia de todo por el otro. No estoy en contra del trabajo voluntario, de ayudar al prójimo, de conceptos como la fraternidad, nada de eso, pero es hora de pensar un poco más en nuestra propia vida, evitando así, después de años de dedicación y abdicación en favor del otro, sea éste quien fuese, oír aquellas célebres frases: "lo hiciste porque quisiste", o bien, "no te he pedido nada". Y ¿cuántas otras personas no se dan cuenta de haber permitido que se les invadiera, agrediera, abusara, todo por su dificultad en establecer límites? ¿Por qué consentir situarnos en segundo plano? ¿Por qué somos tan condescendientes en algunas situaciones? Hemos de estar, no para el otro, sino para nosotros mismos, en primer lugar. Como dicta la filosofía de los Alcohólicos Anónimos: primero yo, segundo yo, tercero yo. Esto no quiere decir ser egoístas ni desatender las necesidades de las demás personas, pero debemos recordar que también tenemos las nuestras. Y ¿cuáles son? Todo debe tener su equilibrio, y así como podemos preocuparnos por el otro, debemos, como mínimo, preocuparnos por nosotros mismos con igual intensidad. Y por lo regular, no lo hacemos. Debemos recordar además, que al hacer por el otro lo que le corresponde a él o es de su responsabilidad, lo estamos llevando a que no crea en sí mismo, dejándole la nítida sensación de que no es capaz. Y ¿será ese el resultado que realmente queremos? Ciertamente deseamos que el otro crezca, pero eso le incumbe a él. No podemos permitir que el otro crezca en detrimento de nuestro propio crecimiento. Todos nosotros somos capaces de resolver nuestros propios problemas, de elegir por nosotros mismos, siempre que creamos que antes de atender a la vida de los demás, somos más capaces de atender a nuestra propia vida.
Continuaré en el próximo artículo.