Auto-conocimiento II
por Rosemeire Zago em STUM WORLDAtualizado em 08/04/2020 11:34:55
Traducción de Teresa - [email protected]
Ya sabemos que es muy difícil hacer una reflexión con el propósito de conocerse más y más, y como tendemos a hacer lo que es más fácil, estamos queriendo conocer al otro cuando ni siquiera conocemos aquello que hay en nuestro interior. Hemos pasado tantos años procediendo de acuerdo con lo que se espera de nosotros, que lo consideramos nuestra forma de ser. Se nos estimula tanto a la competición, a querer ser y tener más que el otro, que en esa búsqueda desenfrenada acabamos por olvidarnos de nosotros mismos. El hombre busca tanto elevarse por encima del hombre, cuando podría preocuparse por elevarse por encima de sí mismo, perfeccionándose a cada momento, pero ese es un largo y difícil proceso.
Cuando conocemos a alguien, queremos saber todo sobre esa persona; pero, sobre ti mismo ¿cuánto sabes? Para quienes consideran que ya saben todo sobre sí mismos, vale recordar que no siempre somos lo que parecemos ser.
El auto-conocimiento forma parte de un proceso para todo lo que resta de la vida, o sea, no hay un momento en que podamos parar porque ya nos conocemos lo suficiente. Siempre hay cosas que descubrir, pues el auto-conocimiento requiere una constante auto-reflexión, ya que nos estimula a mantener contacto profundo y significativo con nuestro yo más verdadero, al que Jung llama self. Debemos oír lo que podríamos llamar el propio silencio. Pero ¿cuántas veces ocurre que tratamos de oírnos, y acabamos por desistir y pasamos por alto lo que sentimos, al permitir que otras preocupaciones nos desvíen de nuestro foco? El auto-conocimiento requiere ciertamente un constante ejercicio, sin temor a mirar dentro de nosotros. No hay atajos ni recetas para buscar el auto-conocimiento, pero podemos empezar reflexionando sobre todo lo que implica ese largo proceso.
Forma parte del proceso de auto-conocimiento:
Dialogar con uno mismo;
Identificar los sentimientos;
No reprimir sentimientos, principalmente los negativos;
Identificar la necesidad de la búsqueda de reconocimiento, de aprobación y de agradar;
Aprender a decir no puedo, no quiero, no voy, no siento, o al menos identificar cuando se han tenido deseos de decir no y no se ha podido;
Ser flexible, pues el auto-conocimiento proporciona mayor visión acerca de uno mismo, del mundo, de las personas;
Creer en la propia capacidad para cambiar lo que se quiera;
Ser responsable por la propia felicidad, saliendo así del papel de víctima e infinitas lamentaciones;
Ejercitar la humildad. Quienes entienden el proceso de auto-conocimiento saben que no sabemos nada, que tenemos mucho que aprender, y que lo poco que sabemos, debemos ofrecerlo a aquellos que todavía no saben ni siquiera ese poco;
Cuestionar las creencias que nos han sido transmitidas como verdades absolutas;
Liberarnos de las ataduras de la ignorancia sobre sí mismo;
Aprender a escuchar los propios deseos, sentimientos, en fin, la propia voz, valorando la intuición;
Controlar las emociones, pues se identifican con más facilidad;
Identificar las máscaras y seguir haciendo uso de ellas, pero conscientemente;
Decir más veces no a los demás y menos a uno mismo;
Convertir las culpas en responsabilidades;
Sentir paz interior;
Y no se trata solamente de eso, no, estos son únicamente algunos aspectos, y como podemos percibir, tenemos que remangarnos y trabajar mucho para alcanzar eso que está tan cerca de nosotros, aunque procedemos como si estuviese muy, muy distante. Pero ¿cuál es el beneficio de tanto trabajo? ¡Menos conflictos! ¡Menos culpas! ¡Menos arrepentimiento! ¡Menos disgustos! ¡Menos relaciones destructivas! ¡Menos enfermedades! ¡Menos temores y manipulaciones! ¡Menos repeticiones de patrones!
El auto-conocimiento nos permite percibir todo lo que necesitamos transformar, pues amplía nuestra conciencia sobre nuestros potenciales hasta entonces adormecidos, para que podamos llegar a ser aquello que en esencia somos ¡y ese puede ser nuestro mejor camino!
Por todo esto, remángate y procura conocer más sobre ti mismo. Y si no consigues llevar a cabo tú solo ese proceso, busca la ayuda de un psicólogo. Y recuerda: mirar dentro de uno mismo no es signo de debilidad como dicen muchos, sino todo lo contrario, hace falta mucho valor para mirar las propias heridas, pero solo así lograrás permitir que cicatricen.
