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Avisos divinos, ¡cuánto misterio!

por WebMaster em STUM WORLD
Atualizado em 05/07/2010 12:41:42


por Wilson Francisco - [email protected]

Traducción de Teresa - [email protected]

Hay misterios en la vida y muchos en la muerte, algunos inexplicables, inaceptables, otros justos, y, raros entre ellos, los aplaudidos. Obsérvese en la TV, en los miles de criaturas que murieron en Haití, recientemente, soterradas, aplastadas por un terremoto siniestro.

Una voz aquí al lado sopla: esa catástrofe podría haber ocurrido en otro lugar, donde hubiese personas con mejores recursos, casas bien edificadas, quizá en un lugar donde algunos ciudadanos disfrutan del poder y se embolsan dinero sucio sin darse cuenta de que no son más que administradores del erario público. ¡Imagínese! Un terremoto podría ser poco para ellos…

Escuché esas palabras y no hice caso. Continué mi reflexión sin envolverme en esa energía de venganza y de dolor que se irradió por todo el mundo. Hace tiempo, yo hubiera dicho: son pruebas colectivas. Dios reúne a varias criaturas en un solo lugar y las extermina, y además está la ley del karma: para cada acción un efecto. A cada cual según sus obras. Un poco dura, esa ley… Al final, parece que fue Moisés quien recibió y aplicó esas leyes, designándolas como divinas.
Hoy rehúso pensar así. Quizá sea simplemente el factor geológico combinado con el desajuste social. Estarían allí mezclados la incapacidad del hombre de distribuir las rentas y las viviendas seguras, de elaborar toda clase de acción que beneficie a pobres y ricos, cultos e ignorantes. Por otra parte, podemos observar a la Tierra protegiéndose de la acción intempestiva del hombre y haciendo, como contrapartida, sus ajustes para estabilizar la naturaleza; esta explicación también me satisface totalmente. Sé que hay misterios, pero quiero comprender esos misterios. Uno de estos días, una clienta me telefoneó; estaba en el interior de São Paulo, había recibido la noticia de que su cuñado había fallecido en el interior de Recife. Tan pronto como me contó lo ocurrido sentí que el cuñado muerto estaba allí proyectado en su imagen; como en una súplica de petición de socorro, según dijo ella.

- ¿Él se llama Milton? Repliqué rápido. Ella respondió prontamente: No, se llama Miro.
Dije esto porque me di cuenta de que él estaba percibiendo nuestra conversación y el shock de saberse muerto podría afectarlo. Pues bien, ella continuó:

- ¿Qué hago, Wilson? Estuve allí hace 2 meses, estoy de vacaciones y lejos de João Pessoa.
Pregunté: ¿qué te dice tu corazón?

- ¡Quiero estar allá! Por eso te telefoneé, para saber tu opinión…
Yo le dije: ve, amiga mía, una linda misión te espera…

Un día más tarde ella telefoneó, estaba en un hospital; había ido a João Pessoa en avión y allí le pidió auto-stop a su primo para llegar a tiempo al velorio. El coche dio una vuelta de campana, ella tuvo excoriaciones y el conductor rompió algunas costillas. ¡Una tragedia!, debes estar pensando. Nada de eso.

Ella me dijo:
- Wilson, mira qué curioso… este es el hospital donde murió mi cuñado…

Entonces, empieza tu misión, dije yo. Le expliqué cómo proceder para ayudar al cuñado muerto, que estaba aún allí en el hospital sin noción de lo que había ocurrido, mientras su cuerpo era velado en otra ciudad. Ella hizo todo cuanto yo le indiqué y, al día siguiente, siguió viaje sin haber tenido tiempo de acudir al entierro.

¿Te crees que todo ha terminado ahí? No, el muchacho que rompió las costillas, al ser atendido por los médicos, descubrió que estaba a punto de sufrir un enfisema pulmonar y gracias al accidente fue tratado a tiempo.
Ahora ya no fuma, pues ha visto la posibilidad de muerte inminente. El accidente lo salvó. Mi clienta estaba allí entre los parientes como una verdadera emisaria de la luz. Contando su misteriosa implicación en ese suceso. El accidente que la llevó precisamente al hospital donde el cuñado había fallecido.

Las personas la oían y estampada en sus semblantes se veía la certidumbre de que Dios es bueno y que hay misterios, sí, en la muerte y en la vida.
Cuando la reencontré, una pregunta quedaba en el aire: ¿No hubiera podido Dios ser más blando, menos trágico, para salvar la vida del primo de la muchacha y además apoyar y quitar los grilletes que aprisionaban el espíritu del cuñado en el hospital? Le digo a ella:

- Si alguien te pidiese que fueses a aquel hospital, ciertamente no atenderías esa petición, porque el objetivo era ir al entierro de tu cuñado. Por eso el universo elaboró toda aquella situación aparentemente trágica, pero que, en realidad, tenía por meta llevar a cabo dos propósitos: encaminar al muerto y rescatar la vida de un ser humano.


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