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Ayúdame a ayudarte...

por WebMaster em STUM WORLD
Atualizado em 21/09/2009 15:07:12


por Maria Silvia Orlovas - [email protected]

Traducción de Teresa - [email protected]

¿Cuántas personas acuden a mí necesitadas de ayuda, tratando de comprender mejor la vida y las cosas que les ocurren?
Seguramente, amigo lector, la respuesta es que muchas personas quieren ayuda, necesitan mucho una luz, un encaminamiento, pero muchas de ellas, a pesar del sufrimiento y del deseo de cambiar de vida no están abiertas a lo nuevo. Quieren cambiar, pero solo para que les salga bien aquello que su mente racional señala como solución.

He venido diciendo en mis cursos y grupos que es preciso abrir la mente, dejar de pensar solamente con lo racional porque, como dicen los maestros, la razón es una competencia puramente humana, un aprendizaje que se basa solamente en el pasado, en las experiencias que ya han tenido lugar en nuestra vida.
Mucha gente que ya ha sufrido serias decepciones y dice haberse vuelto más realista, más racional, muchas veces está presa al pesimismo, al reflejo de lo que ha vivido y no está tampoco siendo racional. Porque la razón debería ser un estado más lúcido de la mente, un refuerzo para actos esclarecidos y no es eso lo que vemos en mucha gente que se dice racional.
Al fin y al cabo ¿de qué sirve saberlo todo acerca de uno mismo, de nuestros sufrimientos, si no tenemos la esperanza de seguir adelante de una u otra forma?
¿Y la creatividad? ¿Y la esperanza en días mejores y relaciones más afectivas?
¿Por qué debido a experiencias difíciles hemos de cerrarnos y ya no creer en nada más?
¿Por qué ya no podemos creer en el amor después de un desamor?

No siempre la vida es tal como queremos, pero para nuestro propio bien, hemos de dar oportunidad al destino. Tenemos que abrirnos a lo nuevo.
Todos sabemos de acontecimientos inusitados que cambian la vida de las personas, ¿por qué no podría esto pasarnos a nosotros?
Claro que puede. Todo es posible. Esta vida está hecha de incertidumbres, y me parece que uno de nuestros mayores desafíos es convivir con la incertidumbre.

Vengo observando que principalmente las mujeres desean mucho controlar la vida. Quieren a toda costa saber el resultado de las cosas antes de que éstas sucedan, como si pudiesen evitar el sufrimiento. Pero ¿por qué transformamos situaciones difíciles en verdaderos monstruos?
Quizá si quitásemos de las situaciones el orgullo herido, la vanidad resquebrajada, el sentimiento de poca valía, después de un patinazo, las situaciones se volviesen más fáciles...

Pese a estar viviendo en una época con tantas innovaciones, Internet, viajes al exterior a precios accesibles, por qué será que aún damos tanto valor a lo que otras personas piensan de nosotros, de nuestras actitudes. Porque nos sujetamos a lo que otros van a pensar.
Para que de hecho una terapia ayude a alguien es preciso un despojamiento de esa clase de barreras creadas para protección. Puede parecer extraño pensar así, pero hemos de permitirnos ser tocados en nuestro dolor para que el otro efectivamente nos pueda ayudar. Sin ese coraje de abrirse nadie será capaz de entrar en nuestro mundo.

Es muy común en una fase de sufrimiento que las personas se encierren, no deseando mucha conversación. Esto ocurre porque intentamos hablar de algo que trae sufrimiento. Queremos huir, encontrar otros atractivos, pero esas tentativas siempre son en vano porque allá donde vayamos llevaremos con nosotros los sentimientos. Y los sentimientos no se curan solo con una mente racional. Los sentimientos no se explican, no se comprimen o adaptan a aquello que se espera de nosotros.

Cuando nos enamoramos de alguien, no siempre esa persona es la adecuada, no siempre la persona es libre, o no lo somos nosotros. Los sentimientos muchas veces son sorpresas incluso para nuestra mente racional. Pues es difícil elegir qué sentir.
Vemos mucho esto en encuentros de Vidas Pasadas. Ya he atendido a varias personas que se reencuentran con antiguos compañeros sentimentales y cuando esto ha sucedido, la llama del amor entonces se encendió de forma avasalladora e incluso tratándose de una persona seria, casada, no dejó de percibir que allí existía algo fuerte. Ahora el optar por quedarse o no con esa persona, incluso ya teniendo compromiso, poniendo en riesgo el perder el equilibrio de amor, ha exigido un buen diálogo interior.

Así, amigo lector, para recibir ayuda es preciso comprender que mirar los sentimientos a veces es doloroso, y nos exige mucho.
Recibir ayuda puede mostrar que estás procediendo de forma equivocada desde hace tiempo, y que es preciso cambiar. En recibir ayuda hay además humildad. Quizá te sea preciso pedir e incluso correr el riesgo de oír un no como respuesta.

Juliana, una cliente estaba justamente en esa condición, necesitaba ayuda pero no quería mostrar fragilidad porque en una vida pasada había perdido todo a la muerte de su marido y dejó deudas a la familia. Ella que era una mujer fuerte, trabajadora, joven, se sentía como una vieja señora. Ese sentimiento de derrota era tan profundo en ella que incluso haciendo terapia convencional no lograba avanzar. Estaba presa a un deseo inconsciente de protegerse del dolor. En aquella vida en que había perdido todo, poco a poco intentó preservarse a sí y a sus hijos.

Así, intentaba ahora mantener su matrimonio fallido, nuevamente pensando en los hijos. Cuando conversamos sobre la familia moderna, sobre padres que logran permanecer como amigos, incluso manteniendo una convivencia amigable, ella comprendió que estaba encerrada, que tenía miedo de abrirse e incluso de contemplar su historia de otra forma. Dijo que no conseguía pensar en su apartamento destruido.
Pero ¿por qué tenemos que ser así tan fatalistas?
¿Por qué ella no pensaba en otro lugar, con otra energía, con otra decoración?
Cuando finalmente empezamos a vislumbrar su vida de una forma más leve, la sonrisa volvió a adornar el rostro de esa muchacha que estaba liberándose del peso de las arrugas de la mujer perdedora que fue en vidas pasadas.
Las emociones nacen no solo del reflejo de los acontecimientos de la vida actual, sino asimismo de formas-pensamientos y creencias que acarreamos con nosotros de muchas vidas.
Para poder recibir ayuda es preciso evaluar el contenido de esa gran valija que arrastras contigo.
Amigo ¡Coraje!


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