Belleza
por Saul Brandalise Jr. em STUM WORLDAtualizado em 02/06/2010 12:52:09
Traducción de Teresa - [email protected]
Nuestra sociedad nos enseña algunos valores que aplicamos en nuestro día a día de forma equivocada. Solo es bello lo que se ve y se percibe como tal. El canon de belleza está siempre vinculado al modo de vestir, de aparentar, de ostentar e, invariablemente, de lucirse.
Poco o casi nada se argumenta sobre la belleza del ‘sentir’. Esa que vive en nuestro interior. Esa que ‘se adueña’ de nuestras decisiones correctas. El punto gris que todos tenemos, muchas veces adormecido, y que ha de ser enaltecido y bien aprovechado.
Claro, el primer concepto, la belleza externa, es más fácil de evaluar, al fin y al cabo es aparente y cualquiera la percibe. No necesitamos contenido o buenos valores éticos y morales para hacer y producir esta evaluación. Tampoco es preciso equilibrio emocional y mucho menos sabiduría.
Lo veo, es bonito y siendo así es bello. Todos lo perciben. No hay cuestionamiento.
En el segundo concepto, para percibir la belleza en la profundidad de un ser, es preciso prestar más atención. Tenemos que efectivamente ‘sentir’.
Lo que se toca, se ve y se escucha, tiene un sentido material; en cambio lo que se siente tiene el sentido del alma. Es con la esencia de nuestro ser como construimos nuestra avenida de futuro, de nuestra evolución.
Descubrir la belleza que agrega, la que cada cual tiene dentro de sí, es lo mismo que buscar una aguja en un pajar. Hay que tener habilidad, paciencia, perseverancia y determinación agudas y súper desarrolladas. Esta es la belleza del sentido, la suma de todo esto.
La razón de esta diferencia es la total ausencia de valoración para con esta belleza por parte de la sociedad en que vivimos.
Podríamos incluso crear otro paralelo para mejor definir la belleza interior, entre una persona ambiciosa y otra codiciosa.
Codiciar es siempre buscar aprovecharse o quitar a otros. El ambicioso, por el contrario, quiere ponerse cada día mejor.
Ambos son fácilmente confundidos cuando nuestros valores están equivocados y buscamos crecer a cualquier precio y a toda costa.
Estos crecimientos codiciosos, tal como la belleza efímera, de nada sirven porque carecen de base sólida. Nada que se construya con sufrimiento de otros será disfrutado. Incluso, y principalmente, una idea, ha de ser respetada. No puedo apoderarme de la creatividad de otra persona porque esta actitud crea débito Cósmico, o karma, no importa como se le quiera definir.
Lo que no es nuestro pertenece al otro.
Parece una frase flaca, ridícula, pero en la Ley de Causa y Efecto es fuerte y soberana.
No es mío, por lo tanto no tengo derecho a usarlo. No importa el fin o el propósito. Así he de valorar mucho más la belleza que viene de dentro.
Una idea viene de dentro…
Lo que no logramos admirar… No tiene valor para nuestros sentimientos. La belleza sin contenido pronto cansa. La persona tiende a ser fútil y rápidamente todo se convierte en balancín… Cuando uno se sienta, el otro se levanta. Imagínese entonces cuando las personas se casan solo por ostentación y belleza efímera… Matrimonio temporal…
Expuesto esto, hemos de aprender a sentir y valorar la verdadera belleza. Contemplar lo que es bello se hace fácil. Sentir la belleza de un ser equilibrado marca toda la diferencia en nuestro camino evolutivo. La belleza que brota del interior jamás cansa. En realidad, cautiva.
Es bueno evitar, además, confundir nuestra ambición de ser fuertes, lúcidos y mejores, con la codicia de crecer cueste lo que costare.
Belleza exterior y codicia son parientes…
Belleza interior y ambición andan juntas.
Sé que nos veremos.
Cuídate. Beso en el alma
