Bye Bye, Depresión
por Maria Aparecida Diniz Bressani em STUM WORLDAtualizado em 21/06/2006 12:55:10
Traducción de Teresa - [email protected]
Asumir la propia impotencia ante la vida genera, en muchos momentos, desánimo o ansiedad para cualquiera, pero para la persona que padece depresión la vida ha sido, es y siempre será, ir cargada con un fardo inútil (aunque durante mucho tiempo haya fingido ante sí misma que era feliz).
Nada tiene gracia y nada es lo suficientemente estimulante y atractivo para moverla a salir de ese estado total de apatía.
Depresión significa estar muy, muy, muy triste. Es una tristeza tan grande que sobrepasa la propia tristeza, porque cuando estamos apenas tristes nos recogemos y lloramos, pero pronto pasa y eso puede ser durante algunas horas o algunos días. Sin embargo, en la depresión esos días se transforman en semanas, que se transforman en meses, y éstos, en años. Y lo peor de todo es que la propia vida va siendo llevada juntamente con esta riada de dolor y tristeza que no se acaba nunca.
Es una sensación de desilusión con la vida, hasta el punto de querer morir.
La persona va pasando por la vida más muerta que viva y el sentimiento de incapacidad para modificar esta situación, o cualquier otra, va aumentando progresivamente a medida que pasan los días, los meses y los años.
Puede desencadenarse debido a varios factores: pérdidas importantes (por ejemplo: muerte de alguien muy querido, divorcio, pérdida del empleo), el posparto; o el hecho de estar atravesando alguna situación traumatizante (como por ejemplo: robo, secuestro, absorber noticias trágicas de la TV) o debido a enfermedades físicas (por ejemplo: problemas de corazón, cáncer, diabetes u otras).
Tales situaciones normalmente nos colocan frente a frente con la conciencia de nuestra pequeñez y de la impotencia ante la vida, y a partir de ese instante, caso exista predisposición, en la persona puede desencadenarse la enfermedad.
Depresión es un disturbio del humor, que tiene característica predominante sobre el psiquismo, llevando a la persona acometida a sufrir un desequilibrio en las relaciones interpersonales, o sea, la persona comienza a aislarse, a mirar, sentir y percibir la vida siempre desde el ángulo derrotista y pesimista.
Es una dolencia crónica, que tiene por principales manifestaciones el retraimiento, la falta generalizada de interés, desánimo, llanto constante, sensación de inutilidad ante la vida, pérdida total (o casi) del deseo sexual (su libido está recogida) y que frecuentemente manifiesta la idea de suicidio.
La persona percibe el futuro con desánimo o ansiedad. Por tanto, pasa por la vida arrastrándose con total y absoluta desmotivación. El alto nivel de ansiedad se genera al sentirse completamente presionado a “tener que” actuar o resolver cualquier situación (tomar decisiones) sin sentirse en condiciones para tanto. Este hecho, muchas veces, puede estar siendo confundido con la irritabilidad.
La depresión quita a la persona de la vida, pues le roba el placer de vivir. La palabra placer no forma parte de su vocabulario, pues no consigue percibir razón alguna en su vida para que tal sensación se encuentre presente. Se va apartando de la vida y de las situaciones que puedan promover relaciones interpersonales. No se encuentra con derecho a reivindicar nada ante nadie, pues de la misma manera que siente la propia vida como un fardo, también se siente así en la vida de las personas, como si les ocupase un lugar en la vida que no fuese suyo por derecho. Acaba por ser muy dura consigo misma.
Su vida la va viviendo llena de aprensiones pesimistas, en la que nunca se siente capaz, con una visión incluso fatalista. Normalmente el depresivo “pinta” para sí un cuadro muy negro de la vida, o gris, como máximo (dependiendo del grado de cronicidad).
El gran fardo que arrastra, en verdad, es uno sólo: la culpa. ¡Culpa por existir! Como si no tuviese derecho para tal. Por eso se vuelve muchas veces cruel consigo mismo, siendo extremadamente rígido e intransigente, procurando “ocupar” el menor espacio posible en el mundo y en la vida de las personas, privándose de todo y cualquier placer.
Nada de esparcimiento, nada de recibir amor o expresión de afecto, nada de disfrutar de cualquier cosa, nada de felicidad. Aunque muchas veces perciba lo contrario: son las personas quienes no se aproximan, son las personas las que no son amorosas, y por ahí afuera. Al fin, no sabe recibir – sea lo que fuere – como si no tuviese derecho.
La tendencia, entonces, es cada vez más a curtir el aislamiento, la amargura, aumentando más y más la sensación de falta, pues esto es exactamente lo que vive – integralmente – en la vida: ¡la falta!
Se coloca en la auto-privación. No consigue ver la abundancia de la vida, ni la propia capacidad de superación, colocándose, por tanto, en la condición de abandono y privación.
Todo esto es fruto de aquel gran fardo: la Culpa. Siente culpa por existir, culpa por sentir necesidades físicas y emocionales.
A veces, las personas están desanimadas y amargadas, sintiendo que cuando intentan algo para mejorar sus vidas ocurre lo contrario, notando que no consiguen relacionarse armoniosamente con las personas y mucho menos amorosamente. Esto puede ser depresión. Puede estar en un grado más o menos intenso, pero, muy probablemente, es depresión. Necesita ser evaluada y caso sea realmente depresión, es preciso tratamiento profesional.
La depresión, siendo entonces orgánica, tiene su tratamiento a través de medicamentos antidepresivos. No obstante, la depresión también puede tener fondo emocional; entonces el medicamento apenas aliviará los síntomas físicos y suavizará los emocionales, tales como la apatía ante la vida, pero no resolverá la causa emocional. Sin embargo, con sólo la psicoterapia se tardaría un tiempo exageradamente largo para sacar a la persona de la depresión, generando un grande e innecesario sufrimiento al paciente. Entonces, en el caso de la depresión, es fundamental un tratamiento combinado: medicamento + psicoterapia.
Los medicamentos antidepresivos actuarán sobre las sustancias químicas del cerebro que se encuentran alteradas, normalizándolas.
La psicoterapia trabajará las “verdades” y creencias que han colocado a la persona en la depresión.Existen varias alternativas para el tratamiento de la depresión actualmente, tales como los florales, la acupuntura, la meditación y las mentalizaciones (como las técnicas de neurolingüística). Jung nos ofrece la técnica de mentalización a que ha denominado imaginación creativa. Son todos ellos tratamientos que sacan a la persona del estado de depresión con gran eficacia, y le dan la posibilidad de relacionarse con la vida a un nivel más elevado, constructivo y de confianza, revisando su auto-imagen y los significados que da a la vida y situaciones que vive, rescatando la fe, la esperanza y una perspectiva positiva de futuro para si y para su vida.
Entonces, dependiendo del caso, la persona en depresión puede servirse, juntamente con la psicoterapia, de estos otros tratamientos y no, necesariamente, de medicamentos antidepresivos.
Todos nuestros sentimientos y problemas de salud emocional o física son como “síntomas” de nuestro estado de espíritu o de alma.
Considero que toda enfermedad – física o emocional – es predominantemente psicosomática. ¿Por qué hay personas que desarrollan una enfermedad y no otra? Y ¿por qué hay personas que desarrollan una enfermedad en un nivel incluso fatal, mientras otras, que enferman de lo mismo, después del “susto”, se curan, a veces incluso rápidamente…?
La genética ya nos ha demostrado que traemos – cada uno de nosotros – en nuestra ontogenia – una predisposición para desarrollar una u otra dolencia; sin embargo considero que tenemos también una predisposición psicológica para desarrollar uno u otro estilo de vida. Entonces, dependiendo de la predisposición psicológica, podemos desarrollar o no una enfermedad. Caso la predisposición ontogenética sea muy fuerte, y dependiendo de la predisposición psicológica, la enfermedad puede tener lugar en mayor o menor grado. Considero que el factor psicológico puede ser predominante en la vida de la persona, tanto para la salud como para la enfermedad, física o emocional.
La depresión es una enfermedad reconocidamente hereditaria; por tanto, si la persona tiene principalmente el padre o la madre, o un hermano, que padecen o han padecido depresión, es fuerte candidata a desarrollar la dolencia.
Entonces, partiendo de esta idea – la de predisposición psicológica – entendemos que la persona que sufre depresión la desarrolla “cultivando” creencias y un estilo de vida que la colocan en esta condición.
Claro que todo sucede inconscientemente, porque nadie, conscientemente, va a querer vivir en el sufrimiento en que la depresión le coloca.
Nuestras creencias son formadas por ideas. Para “colocarse” en esta condición – depresión – son “necesarias” ideas sobre si y sobre la vida, muy negativas, duras, amargas, implacables y en las que impera el desamor.
Para la cura de la depresión, la psicoterapia trabajará esas ideas negativas y autodestructivas, rescatará la auto-estima, recuperando el derecho a la vida y a un lugar en el mundo, por derecho. En ese caso, y dependiendo del caso, la utilización de tratamientos alternativos asociados a la psicoterapia acelera, significativamente, la cura.
Para salir de la depresión es preciso hacer pequeñas y muchas cosas, pero ha de ser de manera determinada. La persona tiene que estar determinada a auto-ayudarse.
Vivir y desarrollarse como persona y ser humano es trabajoso, pero no necesita ser con sufrimiento y dolor, muy al contrario; la vida puede ser leve y placentera, es preciso, apenas, mirar con otros ojos el paisaje que se nos descortina. Podemos pintar nuestra vida con colores oscuros o claros, a nuestra elección. Tenemos siempre que apostar por la Vida – ¡la Vida es bella! Es preciso aprender a auto-elogiarse; elogiar una comida sabrosa que se ha hecho o un trabajo que ha salido bien – aunque sea una cosa sencilla - ¡has sido tú quién lo hizo!
No es necesario que esperes por nadie: ¡elógiate!
Hay cómo salir del estado de depresión. ¡Es preciso buscar los caminos!