Cáncer
por Acid em STUM WORLDAtualizado em 06/07/2006 13:39:19
Traducción de Teresa - [email protected]
Sabemos que el cáncer puede darse a causa de problemas hereditarios, genéticos, por mala alimentación y demás, pero, por más que sea un asunto de prioridad médica, con recursos gigantescos invertidos en la búsqueda de la cura, él permanece esencialmente como un misterio. ¿Por qué el cáncer puede matar a una persona en 6 meses, y otra que padece el mismo tipo, en el mismo lugar, puede llegar a vivir 10 años? ¿Por qué en algunos casos retrocede sin medicamentos, mientras en otros, aun con todo el tratamiento, él continúa, implacable? Los médicos se encuentran ante casos que la medicina no puede (todavía) explicar.
Según el párrafo anterior, se puede tener la falsa impresión de que estoy anunciando alguna cura milagrosa para el cáncer por medios “esotéricos”. Soy partidario de la teoría de que la ciencia y el esoterismo deben andar juntos, el uno complementando (y cubriendo) los fallos del otro.
Sabemos, a través de otros textos, que existe una conexión entre mente y materia, y que en el mundo espiritual lo que vale de veras es la mente. Pero ocurre que la mente SÍ puede influir en este plano material de existencia, de forma casi imperceptible, como sugiere el experimento de Masaru Emoto con cristales de agua. Ahora bien, si los pensamientos afectan al agua, NOSOTROS, que somos 70% de agua (incluyendo nuestras células), somos víctimas potenciales.
Experimentos con células humanas han indicado que existe una conexión de comunicación entre los pensamientos y emociones individuales y las células, aún cuando se encuentren removidas del cuerpo del donante. El investigador Cleve Backster ha recogido, mediante un procedimiento clínico, células de la boca de un donante, las ha conectado a un dispositivo electrónico y ha medido sus reacciones en función de sus alteraciones emocionales. Los resultados de ese y de otros experimentos realizados en los últimos 30 años han demostrado que los cambios en los estados emocionales – voluntarios o involuntarios – del donante, provocan alteraciones mensurables en las células aisladas. Esos experimentos han demostrado que existe alguna forma de comunicación entre ellas, aunque estén aisladas electromagnéticamente (mediante paredes de plomo en una jaula de Faraday), que esas comunicaciones no dependen de la distancia entre el emisor y el receptor y que parecen ser instantáneas. Experimentos recientemente efectuados por el investigador Paul von Ward con yogur aislado electromagnéticamente, han demostrado que el cultivo del yogur reacciona fuertemente a los sentimientos, pero no a la discusión intelectual sobre los sentimientos. Los receptores solamente se tornan agitados cuando las discusiones generan emociones.
La palabra aquí es emoción. Cuando sentimos emoción, negativa o positiva, nuestro cuerpo vibra en el estado de nuestro pensamiento, tal como vibra un címbalo para producir un sonido. Nos imantamos con aquella emoción. Por eso no debemos guardar disgusto, odio o tristeza, pues tales sentimientos nos afectarán negativamente y podremos en el futuro llegar a recolectar el fruto de tales actitudes mentales. Y uno de esos frutos puede ser el cáncer. El cáncer es un desorden en el cuerpo, resultante de un daño en el ADN, que provoca la división desordenada de células, que acaban por invadir lugares donde no deberían estar. También sabemos que, si el ADN es de veras afectado por sentimientos, no es preciso ser científico para percibir la relación mente/cuerpo.
No estoy aquí diciendo “vive feliz y no tendrás cáncer”, ese es un tema demasiado espinoso y extremadamente triste para las familias implicadas, como para ser tratado de manera liviana o generalizada. Pero es preciso tener en mente que el buen estado de espíritu es ESENCIAL en la prevención y en el tratamiento. Y es justamente ese estado de espíritu lo que SE PIERDE cuando a alguien le diagnostican un cáncer (obvio). Y gracias a eso vale este texto: no sirve de nada que la familia apoye al paciente, que el médico sea “para arriba”, oraciones y demás, si el propio paciente no se esfuerza en mantener la mente y las emociones bajo control. Sé que lo último que desea una persona desengañada es que haya alguien intentando animarla, pero es preciso que ella misma procure animarse, aunque no sea más que por frescura, ¡por dar más trabajo a las células cancerígenas! Y ¿cómo conseguir esa actitud mental? Dependerá de cada paciente; algunos pueden aferrarse a la fe en algo, otros apenas al conocimiento de que, “cuanto mejor sea el sentimiento, mejor será el tratamiento”, o puede aprender a meditar y controlar la mente con algún monje budista. Tan sólo no puede entregarse. ¿Conoces aquellos médicos que dicen: tienes solamente 6 meses de vida? ¡Creo que ni siquiera un monje budista está preparado para oír una cosa así, ya de entrada! Mucha gente vive 10, 20 años con un cáncer sin saberlo, y cuando por algún motivo se entera de que lo tiene, ¡se achica y muere en meses! ¡Eso es el actuar de la mente sobre el cuerpo, chicos! Los médicos tienen que enterarse de esto y utilizar lo mejor, tanto de la medicina tradicional cuanto de la holística, que trata al paciente como un todo, y no sólo un pedazo de carne (algo que los médicos del pasado, en las ciudades aisladas del interior, llevaban a cabo intuitivamente).
Bueno ¿quiere decir entonces que, si mi actitud mental es positiva puedo, quien sabe, vivir bastante más tiempo?
Pecaría de ligero si dijese eso, pero puedo afirmar con seguridad: una condición mental perturbada solamente hará empeorar las cosas todavía más. Debemos arcar con las consecuencias de nuestros actos. Quien siembra vientos recoge tempestades. Si cultivamos la tristeza durante años, de ahí no saldrá cosa buena, y esto no desaparecerá como por encanto simplemente porque la persona decidió cambiar de actitud del día para la noche.
Pero, y si la persona es alegre, “para arriba” toda la vida, y aún así tuvo cáncer, ¿cómo se explica esa teoría? Bueno, nadie es Poliana para permanecer alegre todo el tiempo. Cada persona tiene sus “fantasmas en el armario”. La diferencia es que algunas no dejan que NADIE, a veces ni siquiera ellas mismas, se dé cuenta. A veces puede incluso ser reflejo de otras vidas, un desorden impregnado en el cuerpo energético y reflejado en el físico de esa manera. Pero puede también ser puramente causa-efecto material, como le pasa a alguien que se ha criado cerca de líneas de alta tensión (o de telefonía móvil), que tendrá MUCHAS más posibilidades de desarrollar un tumor que alguien que se ha criado en el campo.¿Esto quiere decir que aquel jefe mío pelmazo, que vive malhumorado y regañando a todos en la empresa va probablemente a morirse de cáncer? No te animes tanto, la relación no es así tan directa. El equilibrio energético del cuerpo varía de persona a persona. Hay gente que vive muy bien siendo depresiva, o pendenciera, pues se encuentra conectada a una cadena energética mucho más grande que ella, que implica donantes y receptores de energía, válvulas de escape, etc. Es más fácil que el funcionario que recibe callado todos los días las broncas llegue a padecer cáncer, que el desgraciado que riñe y está con eso extravasando las energías (de la peor manera).
¿Y la curación? ¿Será cierto que existe? Existen muchos y muchos casos de “milagros”, que pueden o no ser verdaderos. El hecho es que, si aparecen casos comprobadamente verdaderos en los medios de comunicación, estarán indirectamente estimulando la proliferación de charlatanes, que se multiplican con la demanda. Pero existen casos interesantes, como este:
En artículo de la revista Medicina&Bem estar, el agricultor paulista Ricardo Hildebrand, 52 años, católico, cuenta que en 1992 descubrió que tenía dos tumores en el cerebro. Atendido en un hospital de Campinas (SP), apenas uno de los tumores fue retirado. El otro estaba localizado en una región considerada delicada. Abatido, Hildebrand recurrió a un centro para que le hiciesen cirugía espiritual. “Era mi última oportunidad”. Tenía que salir bien y yo sentía que saldría, a pesar de no saber cómo”, cuenta. Tras realizarse la operación, se sometió a una tomografía. “Llevé el nuevo examen al especialista y no le comenté sobre la cirugía. Él analizó el resultado juntamente con otros colegas suyos. Al final, me dijo que el tumor había desaparecido y que yo estaba curado. El médico no conseguía explicar lo sucedido”, recuerda. El agricultor reconoce que es normal desconfiar de la veracidad de su historia. “Solamente lo creo porque me ha pasado a mí”.
Sin embargo, un artículo que aborda con escepticismo los tratamientos alternativos dice que “los proponentes de métodos cuestionables típicamente alegan que la demanda de mercado y testimonios de consumidores satisfechos son la demostración de que sus remedios funcionan. No obstante, los proponentes casi nunca toman nota o revelan el porcentaje de sus casos que terminan en fracaso. La curación de cánceres atribuida a métodos cuestionables normalmente cae en una o más de estas cinco categorías: (1) el paciente nunca ha padecido cáncer; (2) el cáncer ha sido curado o ha entrado en remisión a través de la terapia comprobada, pero la terapia cuestionable también ha sido usada y erróneamente se ha llevado el mérito por los resultados benéficos; (3) el cáncer está progresando pero se interpreta erróneamente como en regresión o curado; (4) el paciente ha muerto debido al cáncer (o no se continuó su seguimiento) pero se da como curado; o (5) el paciente ha tenido una remisión espontánea (muy rara) o el cáncer ha disminuido su ritmo de crecimiento, lo cual es anunciado como una curación”.
Pero ¿y si el caso no se encuadra en ninguno de estos tópicos? ¿Y si había DE VERDAD un cáncer o tumor y ha remitido o se ha esfumado? Obviamente los escépticos no trabajan siquiera con esa posibilidad, pero algo me dice que, en el mundo de la medicina, ella puede ser más frecuente (como minoría, claro) de lo que se imagina.