Cáncer, el despertar del cangrejo
por Eraldo Manfredi em STUM WORLDAtualizado em 16/08/2008 15:34:49
Traducción de Teresa - [email protected]
Mucho se lleva hablado, y desde hace ya mucho tiempo, sobre la “dolencia del siglo” y sus causas.
La preocupación por la contaminación ambiental, los alimentos modificados, tratados, refinados, en exceso o en falta. El tabaquismo, el infierno de las ondas electromagnéticas que nos traspasan en cualquier lugar, ¡y hasta el viejo sol lleva una buena parcela de culpa!
Por nuestros estudios de años, llevados a cabo con muchas personas, podemos verificar que todo cuanto se ha dicho arriba representa solamente factores desencadenantes de la dolencia, y no los factores determinantes.
La conclusión a que siempre llegamos, es la de que ya traemos dentro de nuestro inconsciente principal los inconscientes individuales de cada dolencia; ejemplificando, traemos dentro de nuestra mente las semillas adormecidas de todos los llamados “males” que afectan a los miembros de la raza humana.
Estamos aquí simplemente relatando casos que han sido objeto de estudio en el atendimiento a las más variadas personas que han acudido a nosotros y que, desgraciadamente, en su mayoría han llegado muy tarde para intentar revertir un proceso patológico ya totalmente instalado en el cuerpo.
Por nuestra percepción tenemos que estar plenamente conscientes de la importancia de las emociones y sentimientos que interiorizamos y exteriorizamos.
Resquemores, culpas, odios, rabia, frustración, desamor, resentimientos y todo lo demás que prescinde del Amor universal puede ser considerado factor desencadenante, no tan sólo del cáncer, sino de todas las demás patologías.
Otro factor agravante es siempre el de no manifestar, verbalizar, expresar, echar fuera cualquiera de estas grandes emociones y sentimientos, que pueden así convertirse en nuestros verdugos. Recordamos que incluso el propio Amor, cuando no expresado en actos o palabras, puede ser también un poderoso factor determinante.
De ahí la importancia de que dejemos de pertenecer, por fin, al vasto club de los “analfabetos emocionales”.
Estudio de caso: “Amelia”, casada, 55 años
“Amelia podía ser considerada, según los patrones vigentes, una persona muy afortunada. Casada durante 35 años, dos hijos maravillosos, óptima situación económico/financiera, residente en un barrio noble de S. Paulo, vecina del último ex presidente de la República.
En fin, tenía todo cuanto el dinero podía adquirir.
Por ser además una gran amiga, siempre he tenido acceso a las más variadas situaciones de su vida que acababan generando tristezas y lágrimas. “Amelia” había sido educada para respetar sin contestar al marido, las tradiciones vigentes, los patrones clásicos de comportamiento que le habían impedido expresar su verdadera esencia.
Los hijos muy amados habían salido de casa para constituir su propia familia, y las nueras acabaron por desentenderse entre ellas, causando situaciones embarazosas que generaban mucha tristeza y angustia en “Amelia”, como por ejemplo, el hecho de que en Navidad llegase a preparar el almuerzo para un hijo e irse a cenar, más tarde, a casa del otro...
Su matrimonio que aparentemente, visto desde fuera, era el ideal, en realidad desde hacía mucho tiempo dejaba que desear, pues el marido estaba siempre trabajando, volvía tarde para casa, y ya nunca era compañía para nada. Los viajes que tanto le gustaban, eran en compañía de amigas o de parientes, ya que su marido prácticamente no tenía vacaciones y se vanagloriaba de ello.
“Amelia” desarrolló un cáncer en el bazo y acudió a nosotros ya con muchas metástasis en su organismo.
Al comienzo del atendimiento verificamos una enorme cantidad de disgustos con hijos, nueras, marido y otros familiares, todo ello mezclado con una gran frustración por percibir que, de hecho, ella no estaba viviendo su propia vida.
Como ya sabéis, la mejor terapia para el Alma es la del perdón, que ha sido utilizada masivamente una vez más, produciendo alivio y bienestar.
Tras algunas sesiones, intuitivamente intenté un experimento inédito captando esta vez, no un acontecimiento impactante o un trauma vivido por la persona en esta o en otras vidas, sino el propio ‘inconsciente’ del cáncer. ¡Sí, todo está conectado al todo y esta conexión se procesa por los varios inconscientes, ya sean de seres vivos o de formas y elementos de todo cuanto forma parte del todo, de todo lo que existe! Estamos todos interconectados por una enorme y fabulosa tela inteligente y universal.
Fue una idea que cuajó y que practico en todas las circunstancias e incluso con los inconscientes de órganos trasplantados...
El inconsciente de la dolencia vino de una manera que no era esperada, pues la sensitiva que hace la captación bajo mi comando, cruzaba los brazos sobre el pecho y movía los dedos de las dos manos como simulando las pinzas de un cangrejo.
Oímos como un largo lamento, un murmullo. Las palabras que siguieron, y que se conservan grabadas en cinta fueron muy esclarecedoras:
- Al ser preguntado quién era y qué estaba haciendo en el cuerpo de “Amelia”, el inconsciente del cáncer afirmó:
“Estoy vibrando. ¡Me han despertado!
- ¿Qué te despertó?
“Las vibraciones...”
- Pero ¿para qué?
“Así es como funciona.”
Pero ¿cuál es el motivo?
“Me han despertado.”
- ¿El qué?
“Las vibraciones.”
- ¿De qué tipo?
“Del tipo de la rabia, la irritación, y mucha, mucha, mucha, mucha fuerza controlando las emociones, enviando las emociones para dentro de las corrientes eléctricas del cuerpo, haciendo que ellas se concentren en aquellos órganos más abiertos en ese momento y despierten al pequeñito cangrejo que duerme.”
- ¿Qué cangrejo?
“El pequeñito cangrejo que duerme, vibrando, vibrando, el pequeño cangrejo de plasma que debe mantenerse siempre adormecido y no debe despertar jamás, para que los seres tengan salud, con una vibración constante de calma interior y mucho autocontrol. Caso no exista eso yo empiezo a crecer.”
Reafirmando en seguida que las rabias, los resentimientos, las culpas, el “tragar sapos” y muchas otras, son las vibraciones que despiertan al “pequeñito cangrejo”.
- ¿Qué hace falta para que vuelvas a adormecer?
“Cantar la canción de la satisfacción personal y de la aceptación de los propios conflictos. Sólo esto hace adormecer al cangrejo de plasma. La ausencia de vibración emocional interna; cuando declaras tus emociones externamente ellas vibran hacia fuera, no vibran hacia dentro y el cangrejo puede dormir sosegado.”
- ¿Qué canción es esa?
“Positivismo y auto aceptación.”El perdón, remedio sagrado, entró entonces en acción.
Aquí está:
“Pido perdón al cangrejo adormecido por todo cuanto él me ha causado al ser despertado y también le perdono por todo y le pido perdón por todo cuanto le he causado a él y a mí misma despertándolo.
Quiero liberarnos de todos los vínculos de rabia, resentimiento, irritación, malestares diversos para que puedas volver a adormecer.”
“Amelia” vino a fallecer meses más tarde, con serenidad y tranquilidad, habiendo probablemente puesto en su equipaje de ser inmortal una preciosa gama de informaciones, y tornándose también una nueva fuente de conocimiento real, que está enriqueciendo incluso a todos cuantos lean este texto.
Somos Todos UNO.