Cáncer: ¿es cierto que se cura?
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 15/05/2010 09:53:13
por Renato Mayol - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
Cierta vez el general Charles de Gaulle preguntó al Dr. Georges Mathé, eminente cancerólogo francés: Profesor, ¿es cierto que el cáncer tiene cura? A lo que Mathé le respondió: ¡El cáncer tiene cura, pero jamás he sabido de alguien que se haya curado de la extraña dolencia llamada “vida”! Actualmente el cáncer aún es una dolencia grave, pero en la mayoría de los casos, cuando diagnosticado precozmente y tratado con la adecuada combinación de quimioterapia, radioterapia y cirugía, el cáncer tiene cura, siendo no pocos los pacientes que sobreviven a sus médicos, familiares y amigos. Para ello la participación del paciente en su tratamiento es uno de los elementos fundamentales para obtener la cura.
En el análisis de los varios aspectos del cáncer es importante enfocar la atención no solo en el nivel físico, en las células alteradas, sino en el propio paciente, a un nivel más sutil, visto que cada paciente tiene no solo su propia constitución genética, sino también su propia personalidad y creencias, resultando de esto diferentes respuestas a un mismo tipo de tratamiento y la necesidad de tratamientos personalizados.
En el hombre, emociones y sentimientos provocan consecuencias orgánicas o negativas en relación directa con la naturaleza de esas emociones y sentimientos. Así, al igual que algunos factores psicológicos pueden contribuir a desencadenar el proceso tumoral (por ejemplo, que ocurran crisis emocionales con gran sensación de vacío interior y con falta de significado respecto de la propia existencia), otros tantos pueden contribuir para la regresión del cáncer, en especial, el deseo del paciente de realizar y llevar a término algo que le es muy querido.
Por tanto, en la lucha contra el cáncer, el paciente no debe comportarse como una víctima indefensa y pasiva, sino que ha de asumir su parte de responsabilidad en el tratamiento, concentrando toda su energía y sus esfuerzos contra la enfermedad. Debe enfocar su atención en los innumerables casos de cura mediante cirugía, radioterapia y quimioterapia. Debe además enterarse de los casos de cura espontánea, de los cuales, tanto en la literatura científica como en la profana, hay varios relatos, en su mayoría asociados a plegarias, a la meditación y a profundas experiencias psicológicas.
El acceso a los grupos de apoyo y a las asociaciones de combate al cáncer es importante porque, además de la difusión de los avances médicos y tecnológicos que permiten a los pacientes enfrentar mejor el día-a-día, tales grupos tienen también el objetivo de hacer que los conocimientos adquiridos en la vivencia del desafío de cada cual sirvan de ejemplo y de estímulo para que otros, con problemas semejantes, consigan vencer en su propia lucha, pues la mente es un factor poderoso en el combate a las enfermedades, y si no nos empeñamos a nuestro favor, ella estará siendo dejada de lado y entregada a la depresión, a la pérdida del deseo de vivir, a la angustia, al miedo y a la desesperación.
A través de ejercicios de relajación y de entrenamiento autógeno, el paciente puede descubrir que por medio de la mente tiene más control del que supone sobre su cuerpo. Aprende que, en estado de relajación, logrado voluntariamente, dirigiendo la atención hacia su mundo interior, puede controlar el flujo sanguíneo de las manos o de los pies, por ejemplo, haciendo que se pongan más calientes o más fríos. Con eso, pasa a darse cuenta de que puede ejercer papel importante en su tratamiento, logrando, por voluntad propia, aumentar el flujo de sangre hacia las zonas enfermas, permitiendo así la llegada de mayor cantidad de medicamentos y de un número mayor de células de defensa. De esa forma, en estado de relajación puede visualizar sus células tumorales siendo atacadas y destruidas por la quimioterapia que se le administra o por la radioterapia a que es sometido y visualizar un ejército de competentes células inmunológicas atacando y destruyendo las pocas células tumorales restantes.
Por tanto, mientras el cuerpo esté siendo sometido a todos los tratamientos médicos necesarios, el paciente por sí, además de pasar a adoptar saludables hábitos higiénicos y alimentarios, deberá también adoptar saludables hábitos mentales, emprendiendo paseos frecuentes por los caminos de un estado superior de consciencia y de autoconocimiento, que son los caminos del Alma.
Con su participación consciente y su deseo de vivir, las intensas emociones y sentimientos resultantes de su lucha contra la enfermedad habrán de proporcionarle una extraña felicidad que trasciende cualesquiera palabras y que se manifiesta en el brillo de la mirada, en los gestos y en toda su expresión. Una felicidad que enseña a los que tiene a su alrededor. E incluso cuando le llegue la hora, sabrá servir a los demás a través de su ejemplo. Estará participando y quien así participa no muere nunca, pues para aquel que hace hasta de su muerte un acto de servicio, ella será su Iniciación Mayor.
