Celebra la Vida
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 08/04/2020 11:34:27
Autor: Tom Coelho - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
Mi hija está cumpliendo seis años. Esta es una de las más incontestables pruebas de que el tiempo vuela. Al fin y al cabo, aún la recuerdo como un bebé gateando, pronunciando sus primeras palabras, celebrando su primer cumpleaños.
¿Has notado cómo nuestras vidas parecen seguir orientadas por un piloto automático? Despertamos en horarios regulares, tomamos un desayuno parecido y marchamos a nuestras actividades por los mismos caminos, enfrentando el tráfico-nuestro-de-cada-día. Ya seas estudiante, atleta o profesional, en tu destino la rutina (del francés routine, el camino muy frecuentado) te aguarda: una secuencia de clases a que asistir, entrenamientos extenuantes que cumplir, reuniones u operaciones a que atender. En el transcurso del día, un almuerzo quizá insípido en el mismo restaurante o comedor, algunos momentos fugaces de placer al teléfono o personalmente con un compañero o familiar, cerrando el día en compañía de la TV, del móvil o de Internet, cenando y marchando a dormir, para que todo vuelva a comenzar la mañana siguiente.
Haz una breve pausa, por favor. Ponte frente al espejo y observa cómo la vida está pasando rápida ante tus ojos. Los cabellos blanquean o empiezan a rarear, las arrugas se instalan en tu cara, algunos dolores ocupan partes de tu cuerpo. Ahora mira a tu alrededor y percibe lo mismo respecto de tus pares: padres, hermanos, hijos, amigos.
Mi hija me proporciona al menos dos momentos muy felices todos los días: cuando la despierto y cuando la coloco para dormir. Al despertarla, con pequeños besos y abrazos, siento el calor de su cuerpo aún pequeño y el aroma de su piel. Al abrir los ojos y recibir su cariño, oigo el sonido de su voz y toda su disposición para iniciar un día más. Ella se empeña en bajar las escaleras en mis brazos, lo cual todavía es posible, y exige mi compañía a su lado mientras toma su desayuno.
Por la noche, tras el baño y la cena, aquella pequeña mocita, ahora con largos cabellos rizados y vestida con su todavía infantil camisoncito, sube las escaleras nuevamente en mis brazos y durante algunos minutos, antes de adormecer, charla conmigo sobre sus ideas, sobre su sueño de un día poder volar como un hada, sobre cómo ella considera su "vida perfecta".
Entonces, termino mi día envuelto por la alegría y tomado por reflexiones. Es impresionante cómo la pureza y la inocencia de una criatura tienen mucho que enseñarnos a nosotros los adultos sobre cómo valorar y celebrar cada nuevo día. En este momento, me acuerdo de Shakespeare, que decía: "El tiempo es muy lento para los que esperan, muy rápido para los que tienen miedo, muy largo para los que lamentan, muy corto para los que festejan. Pero para los que aman, el tiempo es eterno".