Ciencia y Espiritualidad - Parte 1
por Acid em STUM WORLDAtualizado em 04/08/2008 16:39:32
Traducción de Teresa - [email protected]
Ciencia y Espiritualidad deben caminar juntas, pero no hay que mezclar todo en el mismo saco, pues son dos áreas distintas, que atienden a diferentes necesidades humanas (conocimiento y auto-conocimiento). ¿Cómo conciliarlas?
¡En nuestra mente, claro! Si la física cuántica es la mejor manera de que comprendas el mundo, no quieras que todos tengan que tragar las teorías de Bohm, Bohr y Hawkins gaznate abajo, como si fuesen la quintaesencia de la verdad, lo mismo que no está nada bien empujar teorías religiosas a quien no se interesa por ellas. La gran diferencia aquí es el prejuicio de los religiosos, que venden como “dogma” lo que debería ser “teoría”. Ciencia y religión son maneras de describir la (una, de modo descriptivo, racional, y la otra, de modo contemplativo, introspectivo, intuitivo. Jung nos habla de que el camino para la realización/individuación no es inclinarse hacia uno u otro lado, ni mezclar el uno con el otro, sino reunirlos. El equilibrio es la clave, tal como enseña Buda) realidad(*) y, donde la ciencia se detiene (en el terreno del alma, de las relaciones humanas con el TODO), la filosofía religiosa debería ser tomada más en (Y no hacer como algunos imbéciles, que montan un fórum de escépticos en Internet simplemente para ridiculizar Websites religiosos, sin siquiera contestarlos con argumentos científicos (de los que probablemente no disponen)) serio(*) Esa fue la propuesta de Kardec para el espiritismo, pero, bien, 150 años después la cosa ha desandado un poco… lo cual, por otra parte, no invalida la doctrina.
Científicos consagrados no ignoran el conocimiento religioso, y, según el Francotirador el propio David Bohm fue el primero en notar la semejanza entre su modelo del Orden Implícito y las religiones orientales. Y, antes de él, fue por reconocer la analogía entre el principio de la complementariedad y la doctrina taoísta del Yin-Yang que Niels Bohr eligió el símbolo del Tao para colocarlo en su blasón.” Esto sin hablar de (Mi religión consiste en humilde adoración del espíritu superior e ilimitado que se revela en los menores detalles que podemos percibir con nuestros frágiles y dubitativos espíritus. Esa convicción profundamente emocional de la presencia de un poder de raciocinio superior, que se revela en el incomprensible universo, es la idea que me hago de Dios. – Albert Einstein) Einstein(*)…
Jung era un científico. Investigó diversos aspectos de lo que llamamos “esotérico” y encontró en él elementos que fueron traídos a la luz de la ciencia, para ser investigados, analizados, y que hoy son estudiados en las universidades, para posibilitar la comprensión humana de su propia mente. Mucha gente “exquisotérica” se sirve de Jung para justificar sus locuras, como si hubiesen sido activistas (como Lennon) y no investigadores. La idea de “unidad” de los esotéricos de la Nueva Era está basada en el concepto femenino de la Madre-Tierra, o Diosa-Madre, pasivo, que es opuesto al Dios varón y activo al que hemos aprendido a dar culto, y eso está en los estudios de Jung, donde el aspecto femenino de lo espiritual se menciona, pero no se hipervalora. El fallo es predicar una vuelta al viejo modelo, abandonando (y lo que es peor, negando) todo cuanto hemos aprendido hasta ahora con la influencia judeocristiana. Esto es correr de un polo al otro, cambiar una ilusión por otra. Por ello colocaré a continuación fragmentos del excelente artículo Jung y la Nueva Era: Un Estudio sobre Contrastes, de David Tacey:
Aunque Jung proféticamente viese que los contenidos “femeninos” y “paganos” estaban en ascensión en la psiquis occidental, nunca predicó que nos abandonásemos a estos contenidos; por el contrario, él sintió que la tarea de la individuación requería resistir a estas fuerzas colectivas y desarrollar una respuesta crítica a ellas. Cualquier movimiento colectivo que se identifica con un proceso arquetípico no va, virtualmente por definición, a entrar en acuerdo con el gusto junguiano, que está basado en la ética y estética de la individuación. El ataque de Jung a lo que él llamaba “identificación con la psiquis colectiva” es conveniente y deliberadamente ignorado por todos estos terapeutas, consultores, defensores y chamanes de la Nueva Era, que gustan de celebrar libremente e incluso “adorar” los contenidos arquetípicos nuevamente constelados.
La actitud de la Nueva Era es la de moverse con el fluir de los tiempos, admitir el reino del deseo y del ansia, estimular el movimiento pagano de la sociedad, pero agregar a este movimiento una dimensión sagrada o espiritual. La Nueva Era básicamente confiere “bendición espiritual” a tendencias y actitudes ya existentes en la cultura occidental: consumismo, hedonismo, materialismo y narcisismo. La Nueva Era no ofrece una crítica de la sociedad, sino que simplemente mitifica y tergiversa las cosas que ya nos preocupan. Así, en una sociedad occidental encharcada de sexo y obsesionada con el cuerpo, la Nueva Era propone “sexo sagrado” y argumenta que el cuerpo es “el templo del alma”. En una sociedad que se rige por deseos materiales y gratificación instantánea, la Nueva Era contempla la riqueza como símbolo de “opulencia espiritual” (en una reversión de la moral judeocristiana), y considera la “relajación profunda” como una búsqueda sagrada (revertiendo la santificación cristiana de (La ACCIÓN es la forma en que interactuamos con Dios, y como Dios – sea para crear, mantener o destruir, es preciso decisión y acción. Permanecer tan sólo alabando al Señor/Diosa-Madre/Shiva y creer que con esto Dios se va a agradar de ti es puerilidad - ¡¿sirve de algo hacerle la pelota a Dios?!- En la propia Biblia encontramos: ¿Qué le aprovecha, hermanos míos, a uno decir: “Yo tengo fe”, si no tiene obras? ¿Podrá salvarle la fe? Si el hermano o la hermana están desnudos y carecen de alimento cotidiano, y alguno de vosotros les dijere: “Id en paz, que podáis calentaros y hartaros”, pero no les diereis con qué satisfacer la necesidad de su cuerpo, ¿qué provecho les vendría? Así también la fe, si no tiene obras, es de suyo muerta. (Santiago, 2:14-17) trabajo y fatiga(*)). La Nueva Era, como la secular tendencia dominante, dirige su nariz a la autoridad de la Iglesia, contempla el puritanismo como sombrío y embotado, y no está muy interesada en resucitar a nuestro recientemente fallecido Dios-Padre. Jung estaba empeñado en la tarea de restaurar el Dios Cristiano a la dignidad cultural y a la comprensión humana. El hombre de la Nueva Era quiere la Meta (unidad con lo divino) sin el Camino (la disciplina, ética, y auto-cancelación, que hacen posible tal unidad). Él quiere jubilosa unión sin el “sufrimiento de la cruz”, renacimiento espiritual sin tener primero que soportar la muerte espiritual. Está “enganchado” en lo sagrado, viciado en técnicas y prácticas espirituales, y su credo es: “Sigue tu (Una planta que ha nacido torcida se convertirá en un árbol torcido, claro, a menos que ella misma busque enderezarse, o que alguna fuerza externa lo haga) beatitud”(*), de Joseph Campbell, como si todos fuésemos angelitos y todo lo que hiciésemos fuese bendecido (“Haz lo que quisieres pues todo es de la (De hecho lo es, pero no de TU Ley, sino de una Ley mayor, imposible de burlar, extremadamente eficiente en hacer que TÚ (y nadie más) restaures el equilibrio que has alterado. Entonces, antes de hacer cualquier barbaridad, procura informarte mejor acerca de un tal Karma, o sobre la Ley física de acción y reacción) Ley(*)”). Una respuesta junguiana sería la de dudar de la autenticidad de esta así llamada “espiritualidad” si está proyectada meramente para proveer gratificación instantánea para el ego. Jung vería cualquier optimismo sin fronteras como una defensa contra la oscuridad, y apoyaría al occidente cristiano en su énfasis sobre el sufrimiento inevitable. Según Jung, nunca se puede escapar al sufrimiento, pero se le debe abrazar y aceptar como parte de la condición humana (no es posible escapar de la propia sombra).
Continuará…