Como llegué a la Sabiduría Huna
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 08/10/2011 12:55:05
por Jens Federico Weskott - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
“Déjale hacer a ‘George’” dice el comandante al poner en marcha el piloto automático. Él es capaz de controlar la ruta, la velocidad e incluso la seguridad del vuelo. Tal como en la aviación, el hombre también tiene su piloto automático: el subconsciente. Cuando leí esto no me lo podía creer: ¿Una especie de robot embutido dentro de nosotros? Entonces, ese ‘sub’ ¿habría dejado de ser el baúl de las maldades que Freud desenterró? ¿Un saco sin fondo que guarda las memorias en la oscuridad y lo silencia?
Sí, afirma Henry, y cada uno de nosotros da un nombre al propio ‘sub’, un nombre de libre elección, o lo llama ‘George’, su apodo en la aviación mundial. Eso porque lleva a cabo el 90% del trabajo, hace uso de los cinco sentidos, administra las funciones básicas, produce energía a partir del aire y de los alimentos, vive las emociones, origina las enfermedades psicosomáticas…
¡Quieto ahí! ¿No es lo que Jung llama anima en los hombres y animus en las mujeres? ¿El yo interior, nuestro yo profundo, el alma de los poetas?
¡Has acertado! Y los kahunas, los maestros espirituales de Hawai, lo consideran el yo básico, un espíritu independiente, uno de los tres “yo”, el único que ‘es capaz de llorar’, que tiene personalidad propia, a veces diferente de la consciente - por cierto, como hermano pequeño del consciente, puede ser entrenado a fin de convertirse en su ‘yo compañero’.
¿Y eso de los tres ‘yo’? ¿No recuerda a la Psicología Transpersonal de Assagioli? ¿Con un Superconsciente, un tercer nivel por encima del consciente y del subconsciente? ¿Una especie de ‘Gran Hermano’, casi un dios?
Parece pero no lo es. El Yo Superior es el tercer miembro de la trinidad, un ser no-físico, quiero decir, únicamente espiritual, pero que está a nuestro alcance. Los kahunas lo describen como ‘espíritu parental (padre-madre) plenamente confiable’. Guía y protector, es el representante de Dios en el hombre. Nosotros somos dioses en potencia y el Yo Superior es la ‘chispa divina’ dentro de nosotros. Vale el ejemplo del agua del mar: ‘un vaso de agua de mar no es el mar, no es el Todo’.
Al saber de esa trinidad, diría que la sabiduría Huna es bastante más una psicología espiritual. Por favor, Henry, ¿dónde queda el lado práctico del conocimiento?
Que el Yo Superior puede ser contactado a través de plegarias dirigidas. Gracias a su poder y sabiduría, está en condiciones de transformar peticiones humanas en realidad material. Ahí los tres yo forman un equipo: el consciente o yo medio formula la petición y el subconsciente o yo básico envía una ‘sobrecarga’ de mana al Yo Superior. Éste - como ser espiritual - necesita energía física para poder actuar en el mundo material.
Ahora me gustaría saber qué es lo que puedo pedir. ¿Salud para María, un coche para mí? ¿Todo cuanto me pasa por la cabeza? ¡Sería sensacional!
Todo, siempre que no perjudique a nadie. Ni a ti mismo. Haz peticiones que tengan por objeto salud, finanzas, situaciones profesionales, desarrollo personal. Con esa única restricción: ¡ni el coche del vecino, ni el coche nuevo con el dinero del vecino!
¡Muchas gracias, Henry, por pasarme un conocimiento tan práctico! ¿Tienes algo más que añadir?
Claro, los kahunas conseguían mucho con ese método, curar huesos en minutos, que parecían milagros, caminar por la lava incandescente de los volcanes de Hawai, influenciar la parte no cristalizada del futuro de las personas. Hoy quedan pocos kahunas actuando, pero tú puedes aprender a beneficiarte de aquello. Todos nosotros tenemos condiciones para aplicar su saber para mejorar en la vida…
Fue en 1983. Cuando leí el artículo de Henry en la revista Esotera, empecé a estudiar en los libros disponibles. No, no me he convertido en un kahuna. Solamente soy un practicante. He logrado establecer un diálogo interior - tratar a los tres yo como a personas lo facilita. Me gustó que la sabiduría Huna no tuviese dogmas. Tanto me enganché que doce años más tarde escribí mi libro Huna. Creé el Centro Aloha y redacté una carta trimestral. Y lo practico hasta hoy.
Muy bien, Jens, recuerda el dicho: ‘¡cincuenta años al servicio de la familia, cincuenta años al servicio del Señor!’ Yo te saludo como los compañeros de ruta bendicen a sus seguidores: ‘Hago votos para que permanezcas en la Luz Huna’.