Comprometimiento
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 08/04/2020 11:34:29
Autora Andrea Pavlovitsch
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Traducción de Teresa
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Veo cada día más quejas sobre ese tema. Falta de compromiso con las personas, con el trabajo y con las relaciones amorosas. Parece que la dichosa libertad ha decidido pillar a todo el mundo por banda, pero pagando el precio de la interrelación personal. A fin de cuentas, ¿qué es lo que pasa?
Vivimos una época líquida y fácil. Antiguamente la palabra valía algo. Si alguien decía que iba a pagarte aquella deuda, eso era lo que hacía. La palabra era todo lo que la persona tenía, socialmente hablando. Y comprometerse era tener seguridad y sobrevivir. La seguridad de tener a alguien con quien contar en caso necesario. De un vecino para regar las plantas, alguien de quien decir sí, esa es persona de bien.
Pero eso fue en el pasado. Los nuevos tiempos han licuado las relaciones e hicieron que todos empezásemos a pensar que sí, que podemos ser felices solos. No es que no podamos, sino que aunque tengamos todo bajo control, es imprescindible tener personas. Aprendemos a cambiar el gas en YouTube, mantenemos conversaciones con desconocidos por ordenador, nada parece real. Todo puede ser cambiado, a cualquier minuto, en cualquier tiempo.
Pero las verdaderas relaciones, las que duran y son profundas y exitosas, no son así. A ningún nivel. Las personas comprometidas con su trabajo son, sí, las más exitosas. Tanto en el ámbito profesional como en el financiero. Si yo estoy prestando un servicio y dejo al cliente colgado, pierdo el cliente. Es un arma de doble filo. Puedo cambiar, pero puedo ser cambiado a cualquier momento.
Las empresas que aún atienden personalmente a sus ventas, a sus empleados, o que colocan a las personas adecuadas en los cargos adecuados, son las que mejor van. No aquellas que quieren pagar menos y cambian su empleado por otro en segundos. Observa las publicaciones de resultado, el mercado de lujo, o pequeños mercados que aún sobreviven gracias a una atención personalizada, por ejemplo. A la gente le gusta sentirse segura. Entonces ¿por qué no ofrecen alguna seguridad al otro? Porque nos perdemos, entre tantas opciones de empresas, compañeros sentimentales, marcas de papel higiénico y salones de peluquería. ¿Por qué no podemos simplemente elegir lo que es mejor para nosotros?
¿Por qué tenemos la falsa sensación de estarnos perdiendo algo allá afuera? ¿Ya os ha pasado eso? El otro día, mirando un episodio antiguo de un serial, la chica caía en pánico porque estaba allí, en trabajo de parto, y se estaba perdiendo varias cosas allá afuera, en la calle. La sensación que tenemos es precisamente esa, la de que estamos todo el tiempo perdiéndonos algo que parece más interesante.
Así, la envidia y el miedo se infiltran en nuestras relaciones. Nadie profundiza en nada, todo el mundo se queda en la tranquilidad de la superficie. Un lugar donde nada arraiga, pero donde nada cambia. Un espacio inerte y frío de relaciones y compromisos inexistentes. Es más fácil vivir ahí. El problema es que el tiempo pasa.
Y allá adelante, cuando miremos hacia atrás, veremos que hemos sido mediocres. No hemos elegido nada, a pesar de tantas opciones. No nos hemos comprometido con nosotros mismos, con nuestra voluntad y nuestros deseos. La única manera de dejar de atraer la falta de comprometimiento del otro, es saber dónde está la nuestra. ¿Será que estás de veras comprometido contigo mismo? ¿Con tu salud? ¿Con tu vida financiera o con tu trabajo? No estoy hablando de matarse por nada, sino de establecer tus prioridades reales. Mirar dentro de ti y tener el valor de hacerte esta pregunta y de contestarla: ¿Qué es lo que realmente me haría feliz? Y lanzarse, sin miedo a sufrir o a equivocarte. A fin de cuentas, todo esto es realmente una gran escuela.