CONCIENCIA Y CURACIÓN
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 05/10/2011 14:31:04
por Mani Álvarez - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
¿Qué tendrá que ver la Conciencia con la Curación? Somos previsores y pagamos nuestro seguro de enfermedad; cuando estamos enfermos vamos a un médico o tomamos medicamentos; y si la cosa se pone peor, buscamos un tratamiento alternativo o una cura espiritual. ¿Dónde entra la Conciencia?
De un modo general, la curación se mira todavía como una intervención externa y no como un proceso de auto-corrección interno. A menudo nos sorprendemos defendiendo una teoría holística maravillosa, pero corriendo tras un “buen” especialista o un diagnóstico “confiable” en los momentos de crisis, aunque no se tenga fe en el viejo paradigma que sostiene todo eso.
Si la Conciencia es la gran sacada de este milenio, ¿por qué se nos hace tan difícil integrar ese concepto en nuestra vida práctica? ¿Por qué vacilamos tanto en reconocer que dentro de nosotros hay un poder fantástico y que ya es tiempo de aprender a utilizarlo? Atribuimos el poder de curar al psicoterapeuta, al médico, a los medicamentos, a las bendiciones, a los espíritus, a los gurúes, pero no nos damos cuenta de que nosotros somos quienes autorizamos nuestra propia curación, venga de donde viniere. Cuando el paciente no quiere curarse, de nada sirven métodos o intervenciones terapéuticas. Esto significa que hay una instancia de auto-conciencia que dice sí o no, ya sea a la curación o a la enfermedad.
Sobre este potencial que todos poseemos, dijo en cierta ocasión el médico espiritualista Albert Schweitzer: “Cada paciente lleva su propio médico dentro de sí. Este paciente acude a nosotros sin conocer esa verdad. Lo mejor que hacemos es dar al médico que reside dentro de cada paciente la oportunidad de trabajar”.
Ese “médico interior” es la Conciencia. Ponerlo a trabajar es quitar al ego del comando y entregarlo todo a esa instancia misteriosa a que algunos llaman Providencia Divina, otros, inconsciente y otros, “curación cuántica”. Diferentes nombres para una sola realidad. Aunque en cualquiera de los casos, es muy difícil tal entrega. Nos exige nada menos que un cambio radical de visión.
Cuando el “movimiento” Transpersonal se expandió más allá de los muros universitarios norteamericanos, en la década de los 70, su método incorporó el conocimiento de las antiguas tradiciones orientales y, al mismo tiempo, encontró respaldo teórico en los modernos descubrimientos de la física cuántica. Y aquello que decían los místicos de todos los tiempos, respecto de la unión con Dios, lo confirmaban los neurocientíficos, al hablar acerca de la integración entre los dos hemisferios cerebrales, del “salto cuántico” del pensamiento, del camino hormonal de las emociones, etc. En la confluencia entre los dos lenguajes, la Transpersonal tuvo el mérito de sistematizar vivencias que podrían facilitar el difícil recorrido entre la conciencia personal e individual hasta una instancia mucho más abarcadora y totalizadora, que va más allá de la persona, del individuo, del ego.
Y ¿todo esto, qué tiene que ver con la Curación? ¡Todo! Pues el mayor problema que encontramos para poner en acción la Conciencia curadora que somos es precisamente el obstáculo representado por la “pequeña” conciencia del ego con que nos identificamos, que “piensa” que no sabe, que no puede, que no es capaz, que es peligroso, que es el otro el que sabe, que puede fallar, y así sucesivamente…
Nuestro trabajo es el de ir conduciendo a esa “pequeña” conciencia a un cuestionamiento de sus patrones auto-limitadores, cambiando el enfoque narcisista de la imagen de su ego, haciendo percibir otras realidades mucho más gratificantes respecto de uno mismo, hasta el momento mágico del ¡Oh! ¡Hay algo más grande en mí! ¡Yo no soy solamente esto! ¡Soy mucho más que esto! ¡Yo puedo! ¡Yo quiero! ¡Yo Soy!
Sin embargo, percibid que en todos esos movimientos el Yo que se manifiesta es un Yo mayor, el Yo Divino. En ese dominio imperan valores mayores, como la compasión, la tolerancia, la ecuanimidad, la solidaridad, el amor, la belleza, la gratitud, la salud. Este es un momento de emergencia de la Conciencia (con C mayúscula). Es nítida la diferencia de la realidad definida por nuestro “pequeño” yo: egoísmo, intolerancia, rivalidad, competitividad, envidia, miedo, rencor, sufrimiento. La sensación es, o de absoluta impotencia o de absoluta omnipotencia. Ambas irreales.
Quizá ahora se haga más clara la relación que establezco entre Conciencia y Curación. Entiendo que la verdadera Curación es la emergencia de la Conciencia en nosotros. Ella nos toma, pasamos hacia otra dimensión. Somos curados de nosotros mismos.
Mani Alvarez
Psicoanalista de orientación Transpersonal