Consciencia Cósmica
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 30/11/2010 15:42:53
por Renato Mayol - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
El término consciencia cósmica fue creado a consecuencia de una experiencia vivenciada por el psiquiatra inglés Richard Maurice Bucke (1837-1902), médico por la Universidad McGill, en Canadá. En 1872, en Londres, mientras volvía a casa conduciendo tranquilamente su coche, de repente, durante algunos segundos, se vio envuelto por una niebla resplandeciente al mismo tiempo que sentía una inmensa alegría advenida de una expansión intelectual casi imposible de describir, durante la cual, en aquellos pocos segundos, confiesa haber aprendido más sobre la vida y el Universo de lo que cualquier estudio podría jamás haberle enseñado. A ese estado alterado de percepción el Dr. Maurice Bucke lo llamó consciencia cósmica y se dedicó, desde entonces, a detallarlo y a buscarlo en otras personas y en personajes históricos, resultando de ello su libro “Consciencia Cósmica – Un estudio sobre la evolución de la mente humana”, publicado en 1901.
En los casos de consciencia cósmica descritos originalmente por Richard Bucke, pese a haber cincuenta nombres en esa lista y muchos más en listas elaboradas posteriormente por otros autores, hay que adoptar cautelas en su apreciación, pues preferencias personales de esos autores han podido llevarles a incluir sus ídolos mundanos para rendirles homenaje y prestigiarlos.
El individuo agraciado con la consciencia cósmica tiene, en el encuentro con la fuerza creadora y su indescriptible poder, experiencias y sensaciones imposibles de explicar o interpretar con el lenguaje verbal, pero que se incorporan a su consciencia, ensanchándole la percepción y creándole su propia realidad, en la cual la visión lógica del mundo, creada por la integración entre los lobos frontales del cerebro y el córtex, queda desconectada. Con todo, quedar durante algunos segundos (por lo regular) o algunas horas (raramente) en estado de consciencia cósmica no significa que en adelante el individuo vaya a ser omnisciente, infalible, o modelo de constantes actitudes ejemplares. Ello debido a que la consciencia cósmica es un proceso que después de haber sido puesto en marcha por algún acontecimiento o la suma de varios, va a continuar desarrollándose, bien de forma gradual, bien de forma más rápida, e incluso con eventuales pausas, para que sean asimilados los cambios en la nueva forma de percibir la realidad que se oculta tras el espejismo. Se trata, por tanto, de un continuo proceso de refinamiento de valores morales y espirituales, y de su armonización con la materia.
Intentar alcanzar la experiencia cósmica a través de técnicas de expansión de la consciencia, de nada servirá si primero no se producen cambios interiores. Es menester cambiar la forma de percibir el vivir y la vida, para que podamos adentrarnos en dimensiones más sutiles de la existencia, donde la materia ya no representa una cárcel para el espíritu. Y el combustible para emprender la jornada de la transformación de la auto-consciencia en consciencia cósmica es el Infinito Amor.
Los buscadores de hechura moral superior, que por sus continuos esfuerzos acaban siendo agraciados con instantes de consciencia cósmica, comparten características que los distinguen, tales como: añadido de carisma a su personalidad, elevación intelectual, presteza en perdonar ofensas, la práctica de la compasión, la sensación de inmortalidad, la pérdida de temor a la muerte, poco interés por las cosas mundanas, la extinción de cualquier sensación de pecado, la extinción de cualquier sensación de vergüenza y la certeza de que el Universo es Luz Viva.
Pocos son los que alcanzan ese especial estado de consciencia, pero podría quizá ser diferente si desde la fase de vida intrauterina ya fuésemos expuestos por vía indirecta y a través del ambiente familiar, a sentimientos altruistas, a la apreciación de la música clásica y de las artes, al respeto por la naturaleza y por la vida. También diferente podría ser, si desde la infancia formase parte del currículo escolar la enseñanza de conocimientos generales sobre astronomía, con discusiones sobre los cuerpos celestes, planetas, estrellas, galaxias, sobre el origen de la Tierra y su ciclo de vida, así como la enseñanza de los fundamentos de la filosofía y la discusión de las diferentes líneas de pensamiento. Todo eso enseñado de forma a promover el conocimiento y el raciocinio por el placer de saber y pensar, y no solo para cumplir un estéril y aburrido programa de estudios donde, en general, el principal interés de los alumnos está en sacar nota para pasar de curso.
Diferente podría ser, si acoplado a la enseñanza de la biología estuviese el despertar para el milagro del existir y de la vida, y si la enseñanza de las matemáticas y la geometría fuese acompañada por la demostración de esas ciencias en la constitución del Universo. Y si todo eso formase, por poco que fuese, parte de la atención y de las conversaciones de los hombres y de las noticias de los medios de comunicación en el mundo, quizá más frecuente podría ser el florecer de la consciencia cósmica en la raza humana, ¡y la paz y la felicidad por todos anheladas, más pronto podrían ser alcanzadas!