Contaminación Energética
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 09/05/2009 07:31:47
por Maria Silvia Orlovas - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
¿Por qué sucede el contaminarnos con las energías de las personas o de los ambientes?
Estoy segura de que ya te has fijado en que un día estabas bien, pero al conversar con alguien se te han puesto dolores de espalda o de cabeza, pues esto es muy corriente. Debemos observar que durante todo el tiempo estamos intercambiando energías con las personas y con todo lo que sucede a nuestro alrededor. Estamos constantemente en transformación y el intercambio de energías, palabras y actitudes con las personas forma parte de esa circulación de vida.
Así, podemos estar seguros de que la felicidad nunca podrá ser solitaria, como conquista de una sola persona. Ese sentimiento no duraría ni un segundo si fuese maculado por el egoísmo. Para vibrar de forma positiva, necesitamos del otro. Al fin y al cabo, es muy bueno compartir, pues si el mundo en torno a nosotros está feliz, fácilmente conservamos la felicidad.
He recibido un e-mail que me hace pensar en compartir estos pensamientos con más personas. Ana Lucía, la lectora que me ha escrito, comenta que todas las semanas su vecina reñía con el marido, gritaba con los hijos y hacía un verdadero infierno en su casa, lo cual molestaba a todo el vecindario. Pasado un tiempo, empezó a observar que a la semana siguiente ella misma y su marido estaban riñendo de la misma forma; observó que esto no era algo corriente en sus vidas y me preguntó si sería posible que estuviesen intercambiando energías, y que ella y su familia estuviesen sufriendo una contaminación energética a causa de las vibraciones negativas que andaban circulando por allí.
Me pareció muy interesante esa constatación de Ana Lucía, porque de hecho eso suele suceder sin que no notemos. Nos ponemos tristes, acongojados o airados, pero, normalmente, no percibimos prontamente las causas de la confusión mental que se abate sobre nosotros.
¿Te has fijado en tus actitudes en el tráfico??? ¿Has notado que a veces vas tranquilo, siguiendo tu camino y, de repente, cuando te cierran el paso con un giro imprevisto terminas gritando, insultando a la persona del otro coche sin ningún tipo de respeto? Pues bien, con facilidad nos dejamos contaminar por las bajas vibraciones debido a que no estamos vigilando nuestros pensamientos.
La tristeza, por ejemplo, atrae fácilmente a más tristeza porque todo el mundo tiene siempre una piedrecita en el zapato, algo que no está corriendo en la forma que nos gustaría, algo que escapa a nuestro control o que no va bien. Todo el mundo tiene un motivo de tristeza y cuando siente esa vibración emanando de alguien o de un ambiente, inmediatamente la suma de forma inconsciente a sus causas internas y acepta esa energía. En este punto es donde entra la máxima de Maestro Jesús: Orad y vigilad.
Debemos hacer como Ana Lucía y preguntarnos por qué reñimos… Pero está claro que la culpa no es de la vecina. Las personas a nuestro alrededor tienen sus motivos para vivir sus descompases y nosotros tenemos los nuestros. Hemos de observar qué fuerzas nos mueven. Si sentimos rabia contra alguien, ¿es necesario expresarla? ¿Será curativo decir siempre lo que pensamos? ¿Sirve de algo dejar clara nuestra postura? Y, en fin, ¿será ese el momento correcto para colocarla?
Como madre, sé que criar hijos no es nada fácil. En la intimidad de muchos hogares, las personas constantemente pierden la compostura, gritan, ofenden a las personas que más aman e incluso son violentas. Se conceden el derecho de proceder así, e incluso de decir todo lo que piensan, precisamente porque están en casa; con ello convierten el ambiente doméstico en un infierno, porque las palabras dichas al albur no vuelven, no pueden ser disueltas, como tampoco las agresiones físicas, no pueden ser retiradas. Las palabras y las actitudes son como lanzas cortantes que habiendo alcanzado al compañero, al hijo, a los padres, allí dejarán sus marcas.
De esta forma, para mantener tu luz individual y convivir en el mundo con más armonía, observa las ondas que se adueñan de tu emoción. Cuando te sientas airado no te otorgues el derecho de expresar tu ira libremente.
Si necesitas decir algo a alguien, poner límites en tus relaciones, defenderte de algo que consideras equivocado, hazlo, pero con luz, con sabiduría. A veces no es más que una cuestión de paciencia. Cuando repensamos algunas actitudes, siempre ocurre que los hechos serenan nuestra mente y otras ideas surgen. A veces es fundamental ponerse en el lugar del otro e intentar comprender una actitud o un acto ignorante.
No actúes por impulso, has de saber enseñorearte de ti mismo y observar que cuando algo sucede y vibra en ti, es debido a que ha encontrado resonancia en tu corazón. Esto significa que si has vibrado como ira o dolor es porque esos sentimientos están en ti y lo que ocurrió externamente ha sido tan solo la espoleta de la bomba.
Para curarnos no necesitamos culpables o elementos críticos que nos hayan exigido una toma de posición. Lo que nos hace falta es un razonamiento tranquilo, de auto-observación y de fuerza de voluntad para cambiar las actitudes negativas que portamos con nosotros. Como ya decía el viejo refrán: Cuando uno no quiere dos no pelean, y no hay contaminación que se infiltre en una mente serena y en un corazón conectado con su Dios interior.
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