¡Cuando las piezas se juntan!
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 14/07/2011 13:05:26
por Flávio Bastos - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
La experiencia vital es un rompecabezas donde las piezas de ese juego se encuentran desparramadas por el pasado, o sea, por el historial de muchas vidas del ser inmortal.
En la búsqueda de respuestas que tengan relación con síntomas experimentados en la vida presente, el pretérito, a partir de la infancia del individuo, es el campo donde el terapeuta interdimensional investiga los orígenes del malestar actual.
En ese mosaico psíquico, repleto de vivencias que envuelven emociones y sentimientos humanos, el profesional actúa en una tentativa de juntar las piezas para que el paciente consiga la elaboración necesaria para su curación. Es lo que veremos a continuación, en la presentación de un caso recientemente tratado.
Laura acudió a la Psicoterapia Interdimensional en busca de respuestas para su drama personal: todavía joven – y sin hijos – tuvo extirpado el útero tras el diagnóstico médico de tumor maligno.
Durante las dos sesiones de psicoterapia de orientación psicoanalítica, Laura reveló una falta de empatía con la figura materna, fruto del tratamiento distante y severo que le fue dispensado durante la infancia. Sin embargo, a la figura paterna, que fue su referencia afectiva en la infancia, demostraba profesar un sentimiento de amor: “¡Mi padre fue el hombre al que más he amado en mi vida!”
En la asociación libre de las primeras sesiones, Laura reveló también que desde pequeña tenía la sensación de que si diese a luz a un hijo éste moriría en el parto, y desde muy pronto, por tanto, alimentó la idea de que sería madre de un hijo adoptivo.
En tal sentido, su madre se posicionaba en contra de la intención de la hija, alegando que un hijo adoptivo es sinónimo de problema, que ella no tendría condiciones para cuidarlo como es debido, y que antes de arrepentirse abandonase tal idea.
La relación con su hermana más joven, a partir de la adolescencia y la fase adulta, transcurrió de forma armoniosa como si fuesen hermanas gemelas. Había una profunda empatía entre ambas, que se revelaba en forma de gustos similares, sentimientos y transmisión de pensamiento en momentos u ocasiones específicas.
Como había indicativo para la regresión, que era la sensación infantil, el sentimiento intenso y la duda en relación a la adopción de una criatura, la regresión de memoria fue dispuesta para la tercera sesión dentro del proceso terapéutico.
En la experiencia regresiva, Laura se percibe viviendo en una hacienda y vestida con ropa de aquella época. Era un vestido largo y oscuro. Al lado, su marido, a quien ella identifica como su padre de la vida actual. Entre ellos, un bebé, que fue ofrecido en adopción por la madre biológica, a quien ella identifica como su madre en esta vida.
La escena revela: de un lado de la criatura una mujer insegura que decide no asumir la adopción del hijo ajeno. De otro lado, un hombre lleno de expectativas respecto de la adopción por parte de la pareja, que frisaba en los cuarenta años.
Con el paso de los años, Laura se percibe anciana y viviendo sola en aquel lugar. Relata que a escondidas el marido había logrado criar a la pequeña, que se convirtió en una guapa mujer.
Un día, esa mujer fue a visitarla, y en su presencia le perdonó por no haberla asumido cuando era niña de pecho, y la envolvió en un fraterno abrazo. Momento en el cual, al visualizar el rostro de la joven, Laura percibió una marca, que relacionó con aquel bebé que hace más de veinte años había rechazado adoptar. La misma marca – de nacimiento – que identificó en la mejilla de su hermana actual.
COMENTARIO
Laura recibió un “regalo” de su mentor espiritual, al revivir en su experiencia regresiva una situación que le era necesaria para juntar las piezas de su rompecabezas interior. En la vida actual, el amor que nutría por su padre, la empatía en la relación con su hermana y la frialdad habida en el historial de las relaciones con su madre, revelan la perfecta conexión entre pasado, presente y los compromisos kármicos en sus relaciones de esta vida.
De la experiencia le ha quedado la certeza – y la confianza necesaria – de que uno de los compromisos es la adopción de una criatura. Esa “intuición” ella la traía desde la niñez, tal como había revelado la asociación libre, confirmada en la regresión.
En la cuarta cita, esclarecida y aliviada del peso de las dudas, Laura recibió la información de su “alta” terapéutica, pues las respuestas, o sea, las piezas de su rompecabezas se encontraban reunidas en su conciencia, y, sin nada más que hacer, terminaba allí la función de la psicoterapia interdimensional.
OBSERVACIÓN: el verdadero nombre de la persona ha sido preservado.
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