Cuando me veo envuelto en los problemas de la familia
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 02/03/2016 09:11:01
Autor Alex Possato - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
Siempre digo: tú ya no debes cargar más con los patrones pesados, de sufrimiento, victimismo, culpa, confrontación, en tu familia. Pero hemos de comprender una cosa: aquello que te vincula a esos patrones es una energía sutil, que se va deshaciendo poco a poco. No sirve de nada querer escapar, marchar lejos, fingir que la cosa no va contigo. Si te sientes llamado a ayudar, quizá dentro de ti aún tengas ataduras que examinar.
Pregúntate: cuando percibo que tal situación me está llamando, ¿me siento impulsado a hacer algo? ¿Qué es lo que me impulsa? ¿Culpa? ¿Miedo? ¿Deseo de resarcimiento? ¿Buscar reconocimiento? ¿Compasión? ¿Enojo? Son estos y otros sentimientos lo que te une a la necesidad de ayudar, a menudo en situaciones que parece nunca tendrán fin. Aun así, te sientes llamado. Si percibes que es necesario, ¡ve! Respira en los momentos que surjan. La situación puede ser la más grave, o no tan grave, eso no importa. Procura actuar, percibiendo los sentimientos que te impulsan y permitiendo que ellos existan. Di que sí a la culpa. Al miedo. Al enojo. A la compasión. Al deseo de resarcimiento. Di que sí a todo sentimiento que pueda surgir. Y actúa. No para resolver nada. No para aliviar a alguien de algún sufrimiento. No para condenar a aquellos que no actúan. Hazlo sin intención, en lo posible.
Actúa como instrumento de paz e inclusión. Permitiendo que el problema también exista. Permitiendo que la situación continúe tal como está. Permitiendo tu impotencia y la impotencia de los demás para resolver el problema. Contemplando tu familia tal como es. Contemplando los patrones tal como son. Y di: ¡sí! ¡Esta es mi familia! ¡Ella es como es! ¡Y por eso yo soy como soy! Gracias a esta familia crecí, me hice fuerte. Adquirí capacidad para ayudar a muchos. Y puedo servirme de mi capacidad para mi vida, para cuidar de mis asuntos. De mis responsabilidades. Y finalmente, agradece. Agradece principalmente a los sentimientos pesados que te han movido a actuar. Agradece a la culpa. Al victimismo. Al deseo de resarcimiento. A la compasión. A la confusión. A la tristeza. A lo que haya surgido, moviéndote a estar en medio del problema, del conflicto…
Di a estos sentimientos: yo permito que vosotros existáis. Y ahora yo os dejo. Ya no es función mía cargar con vosotros. He aprendido a llevaros a través de mamá. De papá. De las personas de mi familia. Os acojo tiernamente, os reconozco y os dejo con ellos. Papá, mamá, familia… ahora vosotros cuidáis de esos sentimientos. De vosotros han venido. A vosotros los devuelvo. Yo soy un niño de nuevo. Y no puedo con todo eso.
