Cuando ya conoces la respuesta
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 24/01/2010 11:20:53
por Maria Silvia Orlovas - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
¿Cuántas y cuántas veces hemos charlado con alguien solamente por cumplir una obligación porque imaginamos que sabemos exactamente cómo va a reaccionar la persona?
A veces, esto ocurre en el trabajo y no tienes otra opción a no ser bajar la cabeza y cumplir tu función, demostrar buena voluntad. Ya en casa, las cosas cambian de figura y puedes protestar, no decir nada y simplemente proceder a tu manera y concederte el derecho de estar contrariado.
Pero aunque tengamos conciencia de los hechos, hemos de tener cuidado en asumir ese comportamiento de señores de la verdad. Pues esto no es bueno, siendo un sinónimo de prepotencia, arrogancia, rasgos de personalidad que nadie desea tener.
No tenemos un total dominio de las cosas, ni de las personas y cuando nos cerramos imaginando que ya sabemos las respuestas, inhibimos procesos de transformación.
Muchas veces asumiendo esa postura de ya saber la respuesta, podemos dejar de hacer cosas importantes porque proyectando el futuro, cerramos el circuito. En el caso de un examen, no puedes estar imaginando que la respuesta será esta o aquella, sino que te guste o no habrás de someterte a la situación para ver la respuesta. Un acto de sabiduría es dejar espacio abierto para cosas nuevas.
La vida puede siempre traer sorpresas. Y si las respuestas que imaginas que vas a recibir son pesadas o negativas, abre la mente y el corazón para que pueda suceder algo nuevo, diferente.
Nada más empezado este mes, recibí a una muchacha de unos 28 años, guapa, pero muy triste. Me dijo saber que no tenía suerte en el amor, que todas sus relaciones salían mal y que ya estaba cansada de todo eso. Había buscado en vidas pasadas para comprender cuál era el karma de esa situación y, afortunadamente, pese a sentirse en un callejón sin salida, desilusionada, aún dejó una puerta abierta para cambiar.
Ella no quería en modo alguno permanecer en soledad, y debido a eso, aceptaba cosas que consideraba equivocadas en la relación. Todo esto me lo contó después de que habíamos accedido al registro de una vida pasada en la guerra, cuando ella – para seguir viva – se sujetó a la prostitución. Todo muy triste y pesado, sobrecargando su inconsciente.
Charlamos sobre abrir la mente. Trabajar la autoestima haciendo otras cosas, además de esperar por un príncipe que cambiase su destino. Tal como muchas mujeres, depositaba una enorme expectativa en la relación amorosa y, con eso, cualquier derrota era un caos emocional. Las orientaciones que le di fueron sencillas: cómo cuidar de sí misma, hacer prácticas energéticas que fortaleciesen el bienestar, como el yoga, la meditación, recibir reiki, recibir masajes intentando conectar algo bueno y leve, que no estuviese totalmente vinculado al cariño de una relación.
Sugerí a Suelí que ensanchase su enfoque y no se quedase imaginando que la curación vendría de donde ella imaginaba. Le sugerí que se dispusiese para nuevas respuestas.