Cuánta energía se pierde al mentir y escuchar mentiras
por Bel Cesar em STUM WORLDAtualizado em 08/04/2020 11:35:16
Traducción de Teresa
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Escuchar mentiras y duras verdades desgasta nuestra energía vital. Es preciso hacer un esfuerzo extra para discernir, en lo que una persona dice, entre si es intencionadamente falso o verdadero. Según la neurocientífica Susan Greenfield las expresiones faciales y las entonaciones de la voz que transmitan seguridad, valen más que el contenido de lo que se habla: cuando hablas con alguien cara a cara, las palabras causan únicamente el 10% del impacto. El contacto visual y el lenguaje son muy importantes. El lenguaje corporal causa un 55% de impacto sobre el otro. El tono, la frecuencia y el volumen de la voz causan un 35% de impacto. Sin contar las feromonas, que no fueron estudiadas. Al asistir al programa Roda Viva con la entrevista del jurista Hélio Bicudo y la abogada Janaina Paschoal sobre el autoritarismo y la corrupción institucionalizada en el gobierno PT, tuve la agradable sensación de estar escuchando algo sincero, directo y verdadero. Todo nuestro ser se organiza ante discursos transparentes.
Estudios revelan que el hombre aprendió a hablar hace 150 mil años. Según David Livingstone Smith, en su libro ¿Por qué mentimos? probablemente ha sido sólo después de la aparición del lenguaje hablado cuando el Homo sapiens (Hombre Sabio) fue capaz de mentirse a sí mismo. Mentirse a sí mismo no sólo alivia muchas de las presiones de la vida, sino que, principalmente, nos ayuda a mentir a los demás. Una de las más importantes percepciones de la sociología moderna es que el auto-engaño es siervo del engaño: al ocultar la verdad a nosotros mismos, podemos ocultarla más plenamente a los otros. Por tanto, lo mismo que el engaño, el auto-engaño está en lo más íntimo de nuestra humanidad. Lejos de ser signo de perturbación emocional, como sugieren tanto el folclore popular como el psiquiátrico, el auto-engaño es probablemente vital para el equilibrio psicológico, aclara David Livingstone.
En tal sentido, nos mentimos a nosotros mismos para auto-organizarnos frente a lo que es demasiado intenso o complicado de lidiar con los recursos de que disponemos en un determinado momento. Sin embargo, la ironía de este drama es que la verdad organiza. Mientras vivamos mintiéndonos a nosotros mismos y a los demás, la vida no fluye y se hace cada vez más pesada y sosa.
Vivir en la falsa superficialidad cansa mucho más de lo que podemos inocentemente imaginar. Según el psiquiatra Dr. Sergio Klepacz, cuando se vive una mentira el cerebro gasta un 20% más de energía. Él nos cuenta que hoy en día se puede saber si una persona está mintiendo con el examen de imágenes del cerebro en máquinas de resonancia magnética funcional. Cuando una persona dice la verdad se encienden automáticamente dos áreas. Cuando dice una mentira, se encienden varias áreas al mismo tiempo. ¡Mentir gasta una energía enorme!
Poder vivir sin esconderse de uno mismo y de los demás engendra bienestar y alegría vital. Podemos acomodarnos en la cobardía de no encarar ciertas verdades, pero será en la medida en que las encaremos como movilizaremos el valor para transformarlas. Cuánto más cerca estén la realidad externa y nuestra realidad interna, y viceversa, más deseos tendremos de interaccionar y participar en la vida.
Cuando la realidad externa se muestra sin salida, se hace tan maciza que parece existir independientemente de nuestra percepción interna. Sentimos que estamos presos a situaciones externas y nada podemos hacer para transformarlas. En esos momentos, mentir o encarar lo que se revela ante nosotros marcará una gran diferencia. Cuánto más aceptemos lo inexorable, más pronto volveremos a movernos, pues ya no estaremos perdiendo más energía en intentar sostener lo que no es sostenible.
Lama Rinpoche nos recuerda que no existe una gran realidad interpretada por cada uno de nosotros de manera diferente. Lo que existe son infinitas realidades individuales, colocadas juntas. Somos incapaces de percibir cualquier cosa independientemente de nuestra propia realidad individual. Pero en el momento en que atribuimos un valor o una función a un objeto o persona que no tiene la capacidad de sostener nuestras expectativas, sufriremos de modo inevitable. Por ello, cuando aproximamos el mundo externo al interno, la verdad organiza. Decirse a sí mismo antes de dormir 'Universo, revélame la verdad', puede estimularnos a tener sueños y pensamientos reveladores.