Cuidado con los Espejos
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 02/10/2010 10:00:16
por Maria Silvia Orlovas - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
Tú que lees este título puedes pensar que voy a abordar un cuidado con el cuerpo, con la buena forma física, porque nosotros las mujeres realmente tenemos un cuidado con el espejo, con la imagen que refleja, pero, verdaderamente, voy a hablar sobre aquello que reflejamos en nuestras relaciones.
Una vez oí a Roni Von decir en su programa que las mujeres son muy impulsivas y que en cuanto se conocen se convierten en las mejores amigas, intercambian confidencias, hablan de su vida, comentan sobre otras personas, se hacen íntimas y a continuación se ven sorprendidas por actitudes de la nueva amiga y se decepcionan, riñen y se alejan. El presentador continuaba su comentario hablando de cómo los hombres son diferentes, pues cuando conocen a un nuevo compañero hablan de amenidades, fútbol, toman cerveza y pueden mantenerse como amigos durante años y años sin entrar en los detalles.
Aquello me pareció extraño y verdadero al mismo tiempo, porque ya he practicado lo que él comentó. Ya me hice amiga instantáneamente de otra persona, y también ya me he decepcionado mucho con actitudes inesperadas… Pero está claro que me he decepcionado porque había creado una ilusión, convenciéndome de que esa persona era tal como yo creía que era. No la traté durante el tiempo suficiente como para descubrir de hecho quién era aquella nueva amiga. No he dado tiempo al tiempo.
He visto pasar esto muchas veces en los grupos en que participo. He visto gente acercándose, encontrando afinidades y después decepcionándose mucho, por el simple motivo de que la otra persona era diferente de lo que se habían imaginado.
Esa misma fue la historia que me trajo Martha, una médica, muy bien situada, que conoció a Julia, una esteticista proveniente de Paraná, en una cena en casa de amigos.
Inmediatamente sintieron gran empatía, intercambiaron confidencias y se hicieron grandes amigas. Martha se compadeció de la historia de su nueva amiga, que había quedado en serias dificultades económicas al final de su matrimonio; y como ella misma ya se había enfrentado a situación semejante decidió ayudar a Julia. Le prestó dinero, le presentó amigas para ir a los masajes con ellas, la ayudó a encontrar apartamento, e incluso le fue de fiadora. Parecía que eran hermanas, de tanta afinidad; pero tras algunos meses, las cosas se fueron enrareciendo, pues Julia no atendía al teléfono y se decía deprimida.
Martha, acostumbrada a trabajar mucho, a hacer turnos de guardia y otras cosas, no comprendía esa actitud. Intentó quitar a la otra de la depresión, en fin, hizo de todo para ayudarle y solo recibió ingratitud. Las cosas se complicaron tanto que acabó por acudir a mí para intentar comprender si ellas tenían algún vínculo de vidas pasadas, pues ahora ya ni siquiera podían conversar.
Las imágenes de Vidas Pasadas no mostraron exactamente la relación de ambas, pero sí una profunda carencia de Martha, que se sintió abandonada de pequeña y creció sin apoyo, se convirtió en una guerrera, batalló mucho por vencer en la vida, pero se mantuvo solitaria porque se había hecho muy autoritaria, quería siempre imponer sus creencias a los demás, amoldar a sus compañeros, no aceptaba la individualidad de los otros, y no sabía reconocer la belleza de las diferencias; por ello la soledad la acompañaba en muchas vidas.
Martha no solo se reconoció en esta descripción, sino que además evaluó su comportamiento con Julia. Se dio cuenta de que estaba nuevamente intentando amoldar a una persona, sin darse tiempo para ver quién era esta nueva amiga, y qué le estaba aportando a su vida. Hemos de observar que todas las personas nos traen cierto aprendizaje…
Queda de esta historia la idea de que hemos de dar tiempo al tiempo en nuestras relaciones, tenemos que abrirnos para reconocer al otro, sin hacer proyecciones, sin reflejarse, y sin estar apenados por el sufrimiento ajeno. Al fin y al cabo, casi siempre hay buenas razones para que las personas tengan que enfrentarse a lo que se enfrentan. Podemos sentir compasión e incluso ayudar cuando se nos llama, pero sin perder nunca el hilo de la razón y del buen sentido.
