Cultura de la Paz
por Elisabeth Cavalcante em STUM WORLDAtualizado em 21/04/2006 16:14:00
Traducción de Teresa - [email protected]
El reciente Boletín Especial del STUM, que tuvo como tema el justo homenaje al Dalai Lama, me ha hecho recordar la emocionante ocasión en que estuve con esa figura tan especial, que ha venido al planeta con la difícil misión de enseñarnos el cultivo de la paz.
Hace ya mucho tiempo, cerca de catorce años, cuando en su primera visita oficial a la ciudad de Sao Paulo, pude ver y sentir de cerca la poderosa energía de amor y compasión que emana del Dalai. Primero en su conferencia, y, después, en una ceremonia ecuménica, realizada en la Catedral da Sé, durante la cual entonó mantras poderosos, que resonaron con inmensa fuerza por toda la nave de la Iglesia, haciendo vibrar nuestros corazones.
El Dalai Lama tiene el poder de conmovernos profundamente con su figura sencilla y alegre. Su presencia entre nosotros es un recordatorio esencial de cuánto es necesario que busquemos nuestra propia paz, si queremos que la paz sea una realidad planetaria.
Diseminar la cultura de la no-violencia y de la educación para la paz es crucial en los días que corren, especialmente entre los niños y adolescentes, víctimas más vulnerables de la demanda de los medios de comunicación y de los juegos electrónicos, que dan relevancia e incitan a la vivencia del lado más cruel y oscuro del ser humano.
Es fundamental que pongamos contrapunto a esa masacre diaria, estimulando a los jóvenes para que resistan a esos requerimientos, a través del cultivo diario de valores como la verdad, rectitud, amor, paz y no-violencia.
Como el ejemplo es la forma más eficaz de enseñanza, una educación amorosa, basada en los valores y principios espirituales, es el camino más efectivo para que obtengamos éxito en esta tarea. Aún aquellos de entre nosotros que no han tenido hijos pueden traer a colación este tema siempre, cuando se encuentren en contacto con niños y jóvenes, sean éstos miembros de su familia, alumnos o simplemente conocidos.
Debemos más que nunca emprender todos los esfuerzos para ampliar esa corriente del bien, de modo a debilitar las fuerzas del mal que hoy intentan dominar el planeta.
Nadie nace violento
Nadie nace violento; la persona lo aprende. Ésta se ve infectada por una sociedad violenta y se convierte en violenta. A parte de esto, toda criatura nace absolutamente no violenta.
No existe violencia en su ser. Nos vemos condicionados por las situaciones, necesitamos defendernos contra tantas cosas, y la ofensa es el mejor método de defensa. Cuando una persona necesita defenderse muchas veces, se vuelve ofensiva, violenta, porque es mejor golpear primero, que esperar a que alguien te golpee. Quien da primero tiene más posibilidad de victoria.
Esto es lo que dice Maquiavelo en su famoso libro “El Príncipe”. Este libro es la biblia de los políticos. Dice que este es el mejor método de defensa. No esperes; antes de que alguien te ataque, debes atacar tú. Cuando eres atacado, dice Maquiavelo, ya es demasiado tarde. Ya te encuentras en el lado perdedor.
De ahí que las personas se vuelvan violentas. Si no lo hacen así, pronto vienen a comprender que serán aplastadas. La única manera de sobrevivir es pelear y, cuando aprenden ese truco, poco a poco toda su naturaleza se ve envenenada por él. Pero eso no es natural; por tanto, puede ser abandonado.
Osho, A Rose Is a Rose, Is a Rose, Is a Rose
Relajación y paz
Siempre que te acuerdes, relájate profundamente y tranquilízate siempre que sea posible, cada día. Sin acción alguna por tu parte, después de algunos días sentirás que se ha establecido la paz. Ella te seguirá como una sombra.
Hay muchos niveles de serenidad. Hay uno que tú puedes producir apenas al sentirlo, apenas al darte a ti mismo una profunda sugestión de que estás sereno; esa es la primera cota. La segunda cota es aquella de la cual tú te haces consciente súbitamente; tú no la creas, pero la segunda sucede solamente si la primera está presente.
La segunda es la real, pero es la primera la que ayuda a crear el camino para aquélla. La paz viene, pero, antes de que venga, como un requisito previo, tienes que crear una paz mental a tu alrededor. La primera paz será apenas mental; será como una auto-hipnosis, creada por ti. Entonces, un día, súbitamente te darás cuenta de que la segunda paz ha aflorado. Ésta nada tiene que ver con tu acción o contigo. A decir verdad, es más profunda que tú. Procede de la propia índole de tu ser, del ser no identificado, del ser no dividido, del ser desconocido.
Nosotros nos conocemos solamente en superficie. Un pequeño lugar es identificado como siendo tú, una pequeña ola recibe un nombre, es rotulada como siendo tú. Justamente dentro de esa ola, en el fondo, está el gran océano. Así, acuérdate siempre de crear paz alrededor de todo cuanto estés haciendo. Ese no es el objetivo, sino apenas el medio. Una vez creada la paz, algo del más allá la inundará. Ella no vendrá a partir de tu esfuerzo.
Osho, The Ciprés in the Garden.
