Cura la ansiedad y la depresión
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 22/04/2016 10:19:42
Autor Nadya Prado - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
No voy a exponer aquí el punto de vista de la psicología occidental sobre esta cuestión, ya bastante explotado.
Sabemos que la ansiedad y la depresión están consideradas como trastornos psicológicos cuando exceden las medidas de la normalidad.
¿Cuáles son los parámetros para ello?
Medir el grado de ansiedad o depresión es muy relativo. Depende de cada situación, de cada persona y de las características particulares de cada caso. El peor error es el rótulo.
No se puede generalizar ni banalizar cualquier situación de estrés o de apatía como síntoma de trastornos psicológicos. Mucho menos querer solucionar todo el problema con medicación.
La vida, por sí sola, trae una variedad de situaciones que nos hacen crear expectativas y sufrir frustraciones. Diariamente hemos de enfrentarnos a las adversidades que surgen y que a menudo no dependen de nuestra voluntad.
Si vives en São Paulo y tienes que soportar a diario el tránsito caótico para ir a trabajar, esta es una situación que poco depende de ti. Es una adversidad del medio externo, no es posible cambiarla de la noche a la mañana, reduciendo drásticamente la circulación de vehículos por la ciudad, para que puedas transitar tranquila y cómodamente. Son problemas globales que necesitan concienciación por parte de todos; tú puedes hacer tu parte y nada más.
¿Qué hacer, entonces?
Probablemente, muchas personas se sienten acorraladas, sin salida. -¡Tengo que ir a trabajar!
Pero ¿hasta cuándo aguantarás esa situación?
Puedes modificarte a ti mismo, tu manera de encarar los problemas, dándote cuenta de que formas parte de la montonera de coches en el tránsito y de ese caos. La culpa no es del gobierno o del otro, que bien podría dejar el coche en el garaje. La responsabilidad es de todos los ciudadanos. Y tú has elegido lo que vives hoy, por mucho que no lo creas.
¡Vivimos lo que hemos elegido para nosotros mismos!
La depresión casi siempre resulta del exceso de ansiedad. Tú creas expectativas, sueños… Y cuando no se realizan, te sientes frustrado.
En un primer momento, la frustración es natural, pero el drama está en saber cómo lidiar con ella. Quienes no consiguen aceptar la situación y su realidad, acaban deprimiéndose. Una mezcla de ansiedad y depresión, que se van acumulando.
Es más o menos así:
Alguien tiene una pareja y quiere casarse, mientras que uno que está casado quiere separarse o, quien sabe, tener hijos, y quien tiene hijos desea tener tiempo para trabajar fuera de casa… ¡Nunca se está satisfecho con lo que se tiene ahora!
He visto a muchas personas decir que son infelices, que se sienten solas y abandonadas. Tristes y ansiosas al mismo tiempo.
Pero ¿por qué la soledad?
Vivimos en medio de tanta gente y aún así ¿hay personas que se sienten abandonadas? Yo considero que es un auto-abandono. Es dejar de existir en el hoy y siempre querer algo futuro o algo pasado. Un exceso de deseos que intenta disimular el vacío interior.
Cuando no vives tu ser presente, no hay paz ni plenitud. Y cuando vives en el ego, los demás se convierten en competidores, en enemigos, o en fuente de deseo y posesión. Una sensación de separación y de soledad se adueñan del ser que ha dejado de practicar su comunión con el prójimo y con Dios. Ha dejado de estar con su yo mayor.
Sentirse deprimido o ansioso es tan corriente como despertarnos todos los días y tomar nuestro desayuno. Como elegir entre tostadas de mantequilla con leche, papaya con miel y yogur o huevos y panceta. Tú tienes las opciones, un menú de emociones que te llevarán a un extremo o a otro.
¡No hay manera, tenemos que sentirnos vivos!
Mejor dicho, nuestro ego necesita sentirse vivo. Él no sabe lo que es quedarse sin los delirios emocionales. ¿Cómo vivir sin sentir miedo, ira, deseo, disgusto y resentimiento?
No, esto no es posible. Sólo al morir, cuando llega la oscuridad. Esta es la creencia del ego y él nos deprime o nos hace estar ansiosos para continuar vivo y actuante.
Ah, por eso tenemos que morir. Él nos enseñó que la muerte es el vacío de emociones. Entonces las personas viven con el temor de la muerte ¡y quieren controlar la vida!
La ansiedad es una reacción emocional por cuestiones futuras, preocupación con lo que aún está por venir. En cambio, la depresión es un estado emocional de apego al pasado. Así es como vive el egoísta, enfocado en el futuro o en el pasado y sin vivir el presente.
Se aprende por el egoísmo a ser competitivo, el exceso de deseos, la desvalorización de nuestra esencia natural y espiritual. Exhibir ante los demás nuestro coche, nuestro teléfono móvil, nuestra riqueza, nuestro poder. Nuestra casa, la pareja, los hijos, la falsa sonrisa de bienestar.
De nada sirve querer amoldar el ego, él nunca será feliz… Él sólo existe en la ansiedad y en la depresión.
Cada vez que experimentas el aquí y ahora, tu ego deja de existir, porque él nunca está en el presente. Entonces, de nada te servirá que vayas a un psicólogo, para estar allí hablándole sobre tus ansiedades y depresiones. El ego está enfermo y nada más, no tiene cura.
Tú tienes que comprenderlo, mirarlo de frente y decir:
- Muy bien, yo te permito manifestarte, no te controlaré, no te amoldaré. Sé que necesitas existir y voy a sacar provecho de ello.
Cuando aceptas a tu ego, ese ser egoísta que tienes ahí, todo pasa a otro nivel. Te conviertes en un observador suyo.
Él se pone ansioso y tú lo miras y percibes cuán frágil y necio es. Él se siente deprimido y tú sigues observándolo. Este es el secreto para liberarse de toda ansiedad y depresión. Estas emociones dejan de ser importantes y poderosas. Ellas ya no te controlan, cuando eres capaz de pillarlas en el “bote”.
Sí, tú puedes tomar conciencia de cuándo estas emociones se adueñan de ti y te hacen actuar como un sufridor. Cuando ocurre esto, las reacciones emocionales pierden su fuerza. Pero ¿cómo reconocerlas?
Agresividad, miedo o apatía son síntomas de que no estás viviendo el presente. Si sientes una cosa o la otra, estás en el ego.
Detente, respira hondo y entra en contacto contigo mismo. Identifica tu ego, él puede estar paseándose por el pasado o por el futuro.
Cuando lo encuentras… ¡Ya está! Esa es la fórmula mágica, él ya no puede engañarte. Él siempre está en la ira, en la tristeza, en los juicios de valor, en el miedo.
Puede que lo que estoy exponiendo te parezca difícil de comprender, entonces, vamos a un ejemplo.
Cuando estás nervioso, estás ansioso. Cuando estás triste, estás deprimido. Esto no es problema, forma parte de nuestro aprendizaje. Sin embargo, si permites que esas emociones se hagan dueñas, te pones enfermo.
Los trastornos de ansiedad y depresión se funden y no permiten que tu conciencia despierta esté al mando. Para salir del estado enfermizo es necesario abandonar el ego, no definitivamente, sino temporalmente, cada vez que él venga con sus “patatuses”.
Míralo de frente y deja que se disuelva como toda ilusión.
Querer controlar, exigir que el mundo se ponga a tus pies, orgullo herido, culpa y castigo, son características del ego. Él hace su papel ridículo y nos lleva a creer que somos así.
Comprende que eres un ser iluminado y que todo sufrimiento es ilusión.
Abre tus manos y deja que el control se escurra como arena.
Abre tus ojos y finalmente aprecia el aquí y ahora. Olvida el pasado, porque éste sólo se mantiene vivo en ti, en tu cuerpo de dolor.
Permite que la paz eterna del vacío de emociones invada tu ser.
No quieras ya ser una víctima, sé el maestro de ti mismo.
¡Namasté!