Cura tus enfermedades
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 17/06/2012 10:47:57
por Aurora de Luz - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
La enfermedad es un efecto que tiene siempre una causa. La mayoría de las veces, algo que inconscientemente hacemos, pues a fin de cuentas, pocos son los que tienen conciencia de sus actos. Pero una cosa es cierta, nadie cura a nadie.
Es la persona quien extermina la causa que ella misma alimenta. En el momento en que la persona muda la causa, se cura. Incluso los medicamentos son solo ayudas paliativas. Algunas veces los medicamentos hasta hacen que la persona se mejore, pero pronto vuelve el problema o surge otro. Esto ocurre porque la persona no ha cambiado. Mientras la persona no cambie, no pasará el efecto que es la enfermedad.
Las personas son muy externas, están todas hacia fuera, nadie se interioriza nunca, ni se estudia intentando comprenderse, comprender por qué las cosas son como son en su vida, en su interior, en sus reacciones ante la vida. Dejan toda la responsabilidad para el exterior, a lo de fuera, la sociedad, las personas con quienes conviven, los medicamentos, a todo menos a ellas. Permanecen allí, esperando consideración, cariño, amor, atención, todo aquello que ellas mismas no se dan.
Y la energía de esas personas que se quedan solo sentadas, esperando consideración por parte de los demás, es horrible, es tan nefasta que cuando nos acercamos sentimos aquella energía que parece llamar a crítica a la persona. Personas así difícilmente recogen cosas buenas, al fin y al cabo, el nivel evolutivo de los habitantes de este planeta no lo permite. Son todos muy umbralinos, y consideran que el merecimiento viene por el dolor, no por el amor. Todos tienen un juez interno muy crítico, juzgando siempre todo y a todos, y a sí mismos, principalmente.
Así esas personas pasan la vida alternando el banquillo de los acusados y la tarima del juez. Toda la vida juzgando y temiendo, haciendo cosas para que otros las consideren y recibiendo solamente desconsideración. Y ¿de quién es la culpa? Solo de la persona, puesto que ella es la que está abierta al mundo esperando consideración por parte de los demás.
La persona bien resuelta no se pone a esperar la opinión, el juicio o la consideración del otro, pues ella se representa, representa su opinión, su vida. Si su opinión o sus actos la arrastran a un hoyo o a un tropiezo en la vida, no le echa la culpa a nadie, sino que asume sus errores, los repara y no le preocupa si otros se han enterado o no de su tropiezo.
Todos quieren convivir con personas bien resueltas, pero no aquellas que después de leer este artículo salen repartiendo “patadas a diestro y siniestro” creyendo que eso es ser bien resuelto. Eso es ser umbralino, es alternar entre el banquillo del reo y el sillón del juez, lo cual ya se ha pasado la vida haciendo. Eso, por tanto, no es cambiar, es pedir que todo siga como está en su vida.
Para que tu vida cambie, tú tienes que cambiar. Tienes que cambiar allá dentro, lo que tú crees, lo que te parece, tu sistema de creencias, cómo reaccionas frente a la vida, frente a tus errores y aciertos. Salir del sitio de juez y del de reo. Ser responsable por tu vida, por ti. Satisfacer tus necesidades, sean cuales fueren, cariño, amor, consideración. No quedar expuesto al mundo; quien está expuesto a elogios también lo está a críticas. Y no hace falta aislarte del mundo o de la familia para ello.
Principalmente, has de interiorizarte, analizarte, descubrir por qué funcionas de ese modo, y tener el coraje para cuestionarlo y para modificar tu modo de funcionar, de actuar ante la vida, los demás y ante ti mismo.
Normalmente, cuando la vida te pone frente a situaciones límite, con la soga al cuello, por enfermedades u otros problemas, te está dando un ultimátum, ya que de una forma más blanda probablemente no has hecho caso. Me parece bueno no entrar en contienda con la vida, porque ella vence…
