Darse un nuevo inicio a sí mismo, una nueva oportunidad
por Bel Cesar em STUM WORLDAtualizado em 12/01/2009 14:33:10
Traducción de Teresa - [email protected]
En cuanto terminan las fiestas de fin de año empezamos a prepararnos para retornar a nuestra rutina diaria. Sin embargo algo dentro de nosotros aún nos hace sentir diferentes: ¡al fin y al cabo iniciamos un año nuevo!
Lama Gangchen Rinpoche nos inspira a tomar en serio este sentimiento de renovación. Pues en cada comienzo tenemos una real oportunidad de cambio. Él nos recuerda que en cada inicio estamos plantando una nueva semilla. Si la semilla es buena, hay la oportunidad de crecer. Si es flaca, aun teniendo las mejores condiciones, ella no irá adelante. Por tanto, según él, al cuidar de nuestras primeras semillas del año estaremos encaminando el nivel energético de nuestros próximos doce meses. Por eso tenemos que aprovechar el inicio de año para reflexionar sobre la oportunidad de proporcionarnos un nuevo comienzo.
No es obvio comenzar. Debido al automatismo con que seguimos nuestros compromisos diarios, poco reconocemos nuestra capacidad de ponerlo a cero para dar un nuevo inicio. Poner a cero la vida es una decisión consciente, tomada cuando decidimos desprendernos de la pesada carga que traemos del pasado.
A medida que nos soltamos de la sobrecarga de las emociones pasadas, volvemos a sentirnos disponibles para nosotros mismos. Solo cuando madura en nosotros la decisión de desprendernos, de hecho, del pasado, es cuando empezamos a sentirnos libres, confiados en nosotros mismos y capaces de recomenzar.
Lama Gangchen nos incentiva a soltar los resentimientos del pasado de modo directo, sin lamentos ni dilaciones. Él dice: “A veces no es posible pensar en el pasado por los mecanismos naturales de la memoria. Tenemos que abandonar estos recuerdos para vivir el presente y darnos la oportunidad de un nuevo futuro. Caso contrario, estaremos siempre recreando el pasado. Tenemos que trabajar para activar nuestras mentes mayores y abandonar las mentes menores”.
Mente mayor es la que está movida por la fuerza de una actitud mental positiva. Es decir, que lidia con el mundo con apertura, aceptación y gentileza. Sin embargo, desgraciadamente, estamos tan acostumbrados a reaccionar, a desconfiar, a negar, que ni siquiera nos damos cuenta de cuánto emanamos la energía de nuestros resentimientos pasados cuando nos comunicamos unos con otros en el presente.
Heridos, resistimos al toque ajeno cuando negamos su tentativa de acercamiento. En general, evitamos escuchar lo que tienen los demás para decirnos, pues cuando estamos reactivos no tenemos espacio interior para escucharlos. Parece que ya sabemos de antemano lo que vamos a oír y responder. Decimos interiormente no antes incluso de que el otro se exprese. Al fin y al cabo, bajo la tensión interna, necesitamos defendernos tanto de los ataque destructivos que lanzamos sobre nosotros mismos, cuanto de la hostilidad externa que refleja la misma indisposición que el otro siente al ser presionado.
Lo más curioso es que, en la tentativa de dominar lo desconocido, queremos entenderlo todo, saberlo todo. Pero, claro, sin implicarnos. A medida que tememos ser tocados por los otros, nos tornamos cada vez más superficiales y poco comprometidos con el dolor ajeno.
Por eso Rinpoche resalta que es más importante sentir lo que él tiene para decirnos que entenderlo. Él nos recuerda que hoy sufrimos por la falta del sentimiento de compartir una misma experiencia. Estamos aislados por nuestros propios resentimientos.
Con esta actitud defensiva no tenemos condiciones para fluir y seguir adelante, ¡mucho menos para darnos una nueva oportunidad! ¿Qué hacer? El Lama nos da un buen consejo: “Necesitamos aprender a disminuir los problemas y aumentar las cosas buenas. Esto parece imposible, pero es posible. Buscamos grandes ideas, pero lo que necesitamos es abrir el corazón”.