Derecho a la felicidad
por Maria Aparecida Diniz Bressani em STUM WORLDAtualizado em 11/08/2006 19:07:49
Traducción de Teresa - [email protected]
Ser feliz es vivir en armonía interior. Vivir en armonía interior significa estar “a bien” con uno mismo.
Para estar “a bien” con uno mismo es preciso conocerse; pues, solamente conociéndonos podemos gustarnos a nosotros mismos, sinceramente. ¿Te gusta alguien a quien no conoces? Como máximo, podemos simpatizar o sentir antipatía por quien no conocemos. Y el camino es el auto-conocimiento.
Una gran equivocación: ¡No podemos establecer metas para ser felices!
“Ah, cuando encuentre un(a) novio(a), entonces sí, seré feliz…”
“Cuando compre el coche “x”, voy, realmente, a ser feliz…”
Todo eso – y mucho más – son “cosas” externas a mí, que me traen, como máximo, el placer de tenerlas. En el momento en que consigo determinadas cosas que deseo, estoy satisfecho y alegre, pero, si dentro de cinco minutos sucede algo que me frustra, allá se va mi tan esperada felicidad, que, por fin, yo estaba viviendo. Entonces, claro, digo que aquella persona o situación “estropeó” mi felicidad. Luego, ¡no era felicidad! Era alegría por la conquista de algo deseado.
¡Es preciso dejar de buscar la felicidad fuera de nosotros!
Las situaciones de la vida son absolutamente inestables… la bolsa de valores, el dólar que sube, la política que cambia, el empleo que puedo perder, los amigos que se van…
Podría estar aquí enumerando una infinidad de situaciones en nuestra vida que se encuentran, absolutamente, fuera de nuestro control y nos hacen estar tristes, frustrados o, incluso, impotentes ante ellas. Pero cuando sé quién soy yo, de qué soy capaz, cuáles son mis recursos internos para “administrar” todas las frustraciones que la vida me aplica, permanezco entonces tranquilo y ninguna de las situaciones altera ya mi auto-estima o mi confianza en mí mismo.
Una auto-estima bien “calibrada” hace que yo me guste, me acepte tal como soy y me perdone por mis pequeños fracasos y por las equivocaciones que he cometido en el transcurso de mi vida. Sé que todo en la vida es riesgo: de acertar o de equivocarse. A veces nos equivocamos, a veces acertamos. Sé que no soy perfecto y que no estoy obligado a tener todas las respuestas de pronto. Me permito decir “No sé”, con serenidad, pero sé que voy a hacer lo posible para encontrar la respuesta.
Cuando tengo auto-confianza, es decir, cuando confío en mí mismo, confío en que seré capaz de dirigir mi vida, confío en que conseguiré – dentro de lo posible – resolver todos los problemas que la vida me pueda presentar y – con toda seguridad - asumiré la responsabilidad sobre todas mis decisiones y actitudes.
Y es el auto-conocimiento el que nos permite “calibrar” positivamente nuestra auto-estima y nuestra auto-confianza, es el camino para encontrar el sentido de nuestra vida, aquello que nos hará sentir realizados como individuos y, en consecuencia, felices, pase lo que pase.
Al fin, la única persona que nos acompaña durante toda la vida – desde que nacemos hasta el final de la vida – somos nosotros mismos, por tanto, precisamos saber quién nos acompaña así de esa manera tan cercana.
Y, cuando nos conocemos – desarrollamos auto-estima y auto-confianza -, aprendemos a respetarnos; estaremos entonces siendo fieles a nuestra genuina naturaleza.
¡Es a partir de ahí cuando nos damos el derecho – legítimo – a la felicidad!