Desafíos de la Terapia Floral
por Thais Accioly em STUM WORLDAtualizado em 25/05/2012 20:04:40
Traducción de Teresa - [email protected]
"Cuando observamos las cosas de la naturaleza, especialmente las plantas, vemos cómo están en continuo procesamiento o metamorfosis, cambiando de una forma para otra. Así es como ha de ser el alma sana: viva, vibrante y capaz de transformación.
Patricia Kaminski – Flores que curan".
Más de 80 años han pasado desde la creación de la primera esencia floral por el Dr. Edward Bach y el desafío de la Terapia Floral hoy continúa siendo el mismo de los primeros tiempos: ayudar a mantener vibrante el alma humana.
Nosotros somos de la generación de la falta de tiempo, de la falta de tolerancia, de la pérdida del lirismo. La realidad que creamos nos agota y debilita.
Vivimos un tiempo áspero de evidente deshumanización de las relaciones y de los afectos. El filósofo Zigmum Bauman habla de cosificación del ser humano. Nos cosificamos a nosotros mismos. Pasamos a ver lo que somos como algo asociado a valor: mucho, poco, ninguno. Al otro también, y aparte de ser el extraño, solo tiene valor para nosotros dentro de la importancia que tiene o no tiene en nuestra vida.
En la medida en que perdemos el interés por este otro es como si la vida de él poco valor tuviese. A menudo incluso convertimos a ese alguien en un ser invisible. Alguien que ya no nos importa. Olvidando que la vida tiene valor por sí sola. ¡La vida del otro es tan importante como la nuestra, solo porque es vida! ¡Nuestra vida es importante, solo porque es vida!
Vivimos agotando nuestras fuerzas vitales en pequeñas bobadas: discutimos por naderías, disputamos cargos insignificantes, necesitamos rótulos, estatus, dinero. Vivimos endiosando todo aquello que brilla externamente.
La vida así ha perdido su significado mayor: la trascendencia, los intercambios afectivos, el enriquecimiento cultural, el fortalecimiento espiritual y el engrandecimiento del alma humana.
En ese estado en que vivimos, la vida interior queda en un segundo plano, solo le echamos un vistazo cuando algo sale muy mal, cuando nos ponemos enfermos o cuando el dolor emocional es tal, (depresión, pensamientos suicidas, crisis de ansiedad), que es imposible no detenernos para darle la atención necesaria.
Y cuando sufrimos, queremos la curación ya. Algo mágico, que no requiera esfuerzo, algo externo que no necesite de nuestra acción para realizarse.
Acostumbrados como estamos, culturalmente, a tratar síntomas emocionales con medicación específica, queremos entrar en los dominios del alma humana de la misma manera, tratando de asociar síntomas menores con tratamientos, en un ciclo que solo nos hace distanciarnos más de las reales causas del malestar y de la posibilidad de la curación.
Tal como enseña Patricia Kaminski, productora de los Florales de California, para encontrar una curación real es preciso que aprendamos a ser, primero, testigos de nuestro propio Yo, desarrollando la capacidad de dar nombre a lo que sentimos, evaluando cuándo lo sentimos y por qué. Y esto requiere tiempo y disposición para el auto-conocimiento.
Al ir más allá en ese ejercicio de auto-observación, deberíamos echar un vistazo también a la cultura en la cual estamos inseridos para reflexionar sobre cómo vivimos, qué es lo que queremos, qué sueños tenemos, quiénes, a fin de cuentas, somos nosotros dentro de esta sociedad, qué creencias rigen nuestra vida…
Eso nuevamente requiere: tiempo y disposición.
Nuevas preguntas han de formularse: ¿qué cantidad de amor he alimentado en mí? ¿Qué cantidad de amor he ofrecido al mundo?
Preguntas importantísimas, que caen en el olvido diario. Pero que son vitales, porque el amor vitaliza, promueve salud y bienestar. Y si antiguamente ese conocimiento permanecía a nivel intuitivo o de los estudios psicológicos, religiosos o espiritualistas, hoy las investigaciones de la neurociencia demuestran que la generosidad y el altruismo (hijos del amor), activan partes de nuestro cerebro que desencadenan la producción de la química del bienestar para nuestro cuerpo.
Solo a partir del auto-conocimiento podremos modificar y sanar lo que sea preciso en nosotros, perfeccionar nuestro ser, encaminar la vida en otra dirección si es necesario. Así como desarrollar cualidades o virtudes que nos falten. Y las virtudes cultivadas fortalecen y vitalizan el alma, pues son como vitaminas para el mundo interior.
Mantener el alma vibrante, flexible, revitalizándola para que sea capaz de transformarse constantemente es papel de la Terapia Floral. ¡Así es como la Terapia Floral promueve la salud!!
Con todo, para encontrar las esencias florales adecuadas, necesitamos ese momento de reflexión, abriendo la oportunidad para conocer mejor quiénes somos, y ampliar nuestro vocabulario afectivo y emocional. Y, solo entonces, descubriremos las prioridades que han de ser desarrolladas, lo cual requerirá el auxilio de las esencias florales específicas.
Ahora bien ¿cómo elegir las esencias florales? Es preciso estudiar, conocer bien el lenguaje específico de sanación de las flores y de la Terapia Floral para poder seleccionar para uno mismo las esencias florales, o entonces, lo más indicado es acudir a un Terapeuta Floral para que este profesional te ayude en esta jornada.
(La terapeuta floral Thais Accioly no indica esencias florales por correo electrónico).