Dolor, el silencio que habla
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 09/05/2013 08:22:34
por João Carvalho Neto
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Traducción de Teresa - [email protected]
Hablar de dolor es tratar de un asunto pertinente a cada uno de nosotros, a toda la humanidad. Cierta vez alguien me dijo: "Nacido en este mundo, no hay qué hacerle. ¡ya sabe que viene a sufrir!"
Y eso es lo obvio, a pesar de que tantas veces el dolor nos parece sorprendente, como si se hubiese equivocado de dirección. Pero equivocada era nuestra perspectiva, al considerar que tendríamos algún privilegio que nos inmunizase contra el dolor; quizá eso sea un poco el fruto de nuestro narcisismo remanente, que insiste en hacernos suponer que somos mejores y merecedores de ventajas. ¡Infantil ilusión!
Bien. hemos nacido en este mundo y tendremos que sufrir en algún momento. El caso es que existe el dolor inevitable, fruto del deterioro de la materia, de las agresiones externas, de las frustraciones impositivas, pero también existe aquel dolor que nosotros creamos o potenciamos en el ejercicio de nuestra voluntad.
¿Qué es el dolor? Pensaremos en una teoría general del dolor, sin profundizar en particularidades que no cabrían en estos modestos renglones, pero una teoría que pueda ser utilizada en sentido amplio.
El dolor está directamente ligado a la idea de límites. Todo dolor implica haber sobrepasado algún tipo de límite. Son los límites biológicos de las células, los límites fisiológicos de la dinámica corporal, los límites psíquicos de la frustración, los límites de las relaciones sociales, etc. Si intentas perforar tu piel con un mango de escoba probablemente no lo conseguirás, porque tu piel tendrá resistencia para soportar aquella presión; pero si haces la misma presión con la punta de un cuchillo la perforarás, porque has llegado a un límite que ya no es soportable para su resistencia.
Y así es con todo lo demás: si sufres la pérdida de un amigo lejano te abates, pero lo superas rápidamente; pero si la pérdida fue de un ser muy querido, el sufrimiento es mayor y sus consecuencias son más complicadas.
El nombre que damos hoy a esa habilidad mayor o menor de soportar el dolor es resiliencia, un término sacado de la Física, que se refiere a la propiedad de los metales de absorber un impacto y retornar a su forma original. La resiliencia psicológica es la capacidad que tiene el ser humano de absorber los impactos de las frustraciones de la vida y adaptarse a las circunstancias que se han vuelto inevitables. Por eso cada cual tiene sus propios límites.
Freud dividía los sufrimientos en tres tipos: los del deterioro de la materia biológica, los de la acción de estímulos externos y los debidos a las relaciones.
Voy a permitirme utilizar una clasificación proveniente de la filosofía budista, que divide los sufrimientos en: sufrimiento por el sufrimiento, sufrimiento por la transitoriedad y sufrimiento debido a los condicionamientos.
Los primeros son aquellos que en Psicoanálisis llamamos dolor secundario, es decir, que se origina de un dolor primario (que ha sido inevitable) originando pérdidas e impedimentos que, si no son bien elaborados, se convierten en un dolor secundario. Ejemplo: ¡me he roto la pierna! Puedo aceptar el hecho de quedar limitado y atenerme a ser productivo dentro de lo posible o permanecer lamentándome por no poder hacer aquello que me hubiera gustado. Este tipo de angustia es muy común en las fases de inmadurez psico-espiritual.
El sufrimiento por la transitoriedad resulta de la realidad irrefutable de que en este nivel de evolución en que nos encontramos todo es transitorio, desde la posesión de bienes materiales, pasando por las circunstancias en que vivimos, hasta nuestras relaciones. Y lidiar con la transitoriedad es un ejercicio de extrema dificultad, si bien es uno de los principales en lo que respecta a conducirnos en el proceso de construcción de la autonomía. En este ejercicio, el de lidiar con las pérdidas que la transitoriedad nos impone, aprendemos a no acomodarnos bajo la protección o amparo de personas o situaciones, desarrollando la capacidad y la fuerza de superación e independencia.
En cambio, los sufrimientos debidos a los condicionamientos pueden dividirse en condicionamientos afectivos y del sistema. En los afectivos, tendemos a repetir los modelos de las relaciones anteriores, de la niñez o de vidas pasadas, en los nuevos encuentros afectivos, alimentando perspectivas distorsionadas de la realidad (puesto que estamos condicionados por el pasado) e imponiendo respuestas desarticuladas con las efectivas situaciones que estamos viviendo. ¡Es la llamada neurosis!
Los condicionamientos del sistema conciernen al incentivo del "disfruta todo aquí y ahora en que se basa la propaganda para fomentar la venta de la producción con el fin de generar capital. Y esa estrategia de márquetin encuentra resonancia en las características amorales del inconsciente, que funciona dentro del mismo principio, alimentando una pulsión hacia la satisfacción inmediata e intensa del deseo. Sólo que, con eso, se rompe la regla principal del dolor que es el respeto a los límites. Cuando disfrutas más allá de lo que puedes - físicamente, emocionalmente, financieramente - vas a tener que asumir el gravamen de tu disfrute, que será el dolor.
La gran cuestión es saber disfrutar del placer posible sin sobrepasar los límites de lo aceptable por tu cuerpo, por tu mente y por tu bolsillo. Pero también aceptar lo inevitable cuando se impone, sin sobrepasar los límites de la rebelión contra los determinismos de la vida, lo cual casi siempre invoca retornos dolorosos por parte de las leyes generales del universo.
Cada vez que sentimos alguna forma de dolor, se trata algún mensaje que nos está transmitiendo el cuerpo, de que hemos sobrepasado los límites. Por eso el dolor nos silencia en nuestras posibilidades de placer y satisfacción, para decirnos alguna cosa en beneficio de la búsqueda de un equilibrio, extremadamente deseable, único capaz de conducirnos a una situación de mejor salud física, mental y espiritual.
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VIENE EL IV CONGRESO NACIONAL DE TERAPIA REGRESIVA
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João Carvalho Neto
Psicanalista, autor de los livros
"Psicanálise da alma" y "Casos de um divã transpessoal".
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