Ejercicios para la trascendencia
por Silvia Malamud em STUM WORLDAtualizado em 13/05/2014 10:35:07
Traducción de Teresa - [email protected]
Como ejercicio de trascendencia, entra en contacto con tus sentimientos y obsérvalos cuando quedas expuesto al impacto emocional que determinados acontecimientos producen en ti. Seguidamente, en tu silencio interior, deja fluir la emoción que surge a continuación del primer sentimiento activado. Por ejemplo: Si alguien agrede a una persona, el primer sentimiento que puede venir es el de ira. Esto es una reacción emocional, pero si profundizamos más en ese sentimiento, es probable que encontremos emociones más cercanas al comienzo de la vida, como rechazo, abandono, soledad y otros.
Hay métodos que nos ayudan a poder entrar en contacto con esas emociones más profundas facilitando su liberación. Básicamente, la verdad universal sobre un mayor acceso a uno mismo y que genera la trascendencia es bien sencilla, basta tomar conciencia del sentimiento que tenemos en relación a algo perturbador y en un ambiente tranquilo, donde no seamos interrumpidos, promover espacio interior para recibir y sentir la emoción en toda su intensidad. Y en el momento en que adquirimos mayor conciencia sobre la emoción, sucede algo fortísimo, por todo nuestro ser y a través de él, que es la liberación del flujo de la energía reprimida. A continuación y simultáneamente, sobreviene la consciencia mental y física respecto de la emoción liberada. La fuerza de la expansión de la energía, añadida a la comprensión sobre toda la situación que envuelve, es tan grande, que tanto nuestros escenarios internos como los externos suelen cambiar a partir de ahí. Los resultados, además del cambio de escenarios de vida, también transitan por las áreas de la salud, del bienestar y de la alegría.
Tras el llanto provocado por la tristeza sentida, al entrar en contacto con las emociones de difícil acceso, nuestra naturaleza primordial vuelve a la superficie en la energía del amor y de la alegría. Esto nos pertenece y viene ante todo; somos así.
Vivimos en un teatro reactivo en el cual, las más de las veces, siquiera conocemos los bastidores que guardan nuestras más profundas y reales emociones.
A partir de esa dificultad inicial de entrar en contacto con las emociones difíciles del comienzo de la vida, acabamos por crear escenarios y más escenarios como variaciones de los temas iniciales que nos causaron dolor. Siempre en la tentativa de llegar a nuestro drama mayor, porque sólo cuando accedemos a él podemos trascenderlo. Es la ley.
Vivimos entonces reproduciendo temas y más temas de vida, exactamente como sucede en un trauma cuando las escenas de lo ocurrido pasan y vuelven a pasar por nuestra mente de diversos modos, hasta desvanecerse por completo. Ocurre lo mismo cuando por la noche tenemos nuestros sueños, que a menudo son repetitivos, y que también están al servicio de la misma tentativa simbólica de reprocesar nuestras escenas emocionales de difícil acceso.
Cuando nos permitimos encarar nuestras emociones difíciles, contamos a nosotros mismos que podemos acogernos y cuidarnos promoviendo nuestra sanación emocional. Mandamos información a nuestra estructura de que no somos tan frágiles o falsos fuertes y que podemos lidiar con situaciones antes imposibles, incluso en pensamiento.
Al permitir que las emociones más primitivas afloren y se intensifiquen en ambiente seguro, como en una sala terapéutica, por ejemplo, podemos de paso pensar sobre nuestros procesos y comprenderlos, así como los de las personas que en esas situaciones estén implicadas. Como resultado, todo aquello que antes se imantaba en nuestro ser haciéndonos sufrir, pierde la conexión, liberándonos de las ataduras hipnóticas basadas en sufrimientos que no hemos querido ver y que negamos por cuenta de las sensaciones avasalladoras que teníamos en la época de lo ocurrido.
Al acceder a nuestras emociones más profundas, nos liberamos de cargar con obscuros e inquietantes sentimientos de soledad, desamparo, tristeza y otros.
Si quieres cambiar una pauta que se repite constantemente en tu vida y si ya has intentado hacer terapia para superar esta circunstancia sin conseguirlo, esto significa que es posible que únicamente hayas adquirido la conciencia mental de tu problema, pero no la emocional. Puedes incluso hablar racionalmente de la emoción que envuelve esa cuestión tuya mal resuelta, pero esto puede significar que tú aún no has sentido esa emoción tan profundamente hasta el punto de agotarla y de comprender sus significados, hasta poder trascenderla en el sentido más sagrado que pueda haber.
Puedes ejercitarte a solas o con ayuda profesional. En mi clínica tengo la grata satisfacción de poder facilitar innumerables procesos de trascendencia que cambian la vida a una persona.