El Amor del Cuerpo y del Alma
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 13/08/2010 07:46:37
por Renato Mayol - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
Poetas, músicos, cantantes, compositores, escritores y tantas otras personas comunes o no comunes, personas especiales o no, cada cual tiene su propia definición de lo que entiende por amor y solo en una cosa están todos de acuerdo: cuán difícil es expresar ese sentimiento aparentemente único. Por tanto, la sola palabra “amor” no puede designar de forma adecuada cada uno de los diferentes estados emocionales resultantes de un afecto, de una gran amistad, de un deseo sexual, de un vínculo espiritual o del deseo de incorporar a alguien en una fusión de cuerpos y almas. Se hace menester intentar tipificar el amor.
En cualquiera de los diferentes tipos de amor, al comienzo es la búsqueda constante de la aprobación y de la atención de la persona amada, lo cual permite, no pocas veces, la sumisión de alguien a la conducta posesiva y controladora del ser amado. Amores románticos, contemplativos, acogedores, platónicos. Amores de padres, de madres, de hijos, de amantes, de apasionados, de fanáticos, de idealistas. Amores comedidos y amores complementarios. Amores interesados. Estos y tantos otros más, todos sin excepción, son amores de posesión y de propiedad.
Además, sentir el cuerpo amor es como sentir hambre o sed. Y tal como podemos sentir deseos de distintos alimentos o bebidas, también podemos sentir deseos de diferentes tipos de amor, pues la novedad es un estímulo que activa la producción de hormonas que proporcionan euforia y placer. Y fácilmente puede traspasarse el umbral entre la armonía y la disonancia, pues esos amores biológicos no raramente hacen que el hombre y la mujer enamorados sean incapaces de razonar y mantengan comportamientos impulsivos.
Los amores del cuerpo son dependientes de la cultura y del ambiente, además de la liberación de hormonas.
Hormonas capaces de desconectar áreas del cerebro responsables por los juicios sociales, cuando, entonces, el enamorado prácticamente no ve defectos en el ser amado. Hormonas responsables por el deseo sexual para la reproducción de la especie y otras hormonas para mantener la continuación de la especie dentro de un núcleo protector. Para la mujer, el compromiso mayor es con la vida y, para el hombre, la mujer es su objeto de deseo, inspiración y ambición, alivio y tormento, infierno y paraíso. Nada carece de explicación bajo la influencia de ese “amor”. Un amor que tiene sinónimos y antónimos.
Para estimular la producción de las hormonas de la pasión y del amor en las mujeres, los hombres, entre otros medios, se sirven de la virilidad, de la fuerza, de la inteligencia, del poder, del galanteo, de la persuasión, de la gentileza y de los perfumes. En cambio las mujeres se sirven del encanto, de la belleza, de la sensualidad, de la seducción, de las virtudes, de las dotes, de la discreción y también de los perfumes, entre tantas otras cosas, para que el hombre deseado se convierta en posesión suya. Todo para suplir necesidades físicas y emocionales, cuya finalidad es la reproducción y mantenimiento de la especie en un estado de extraña felicidad, muchas veces saboreando hiel como si fuese miel. Una felicidad que puede durar tanto como una pompa de jabón, cuando, entonces, pasada la euforia inicial, la pareja empieza a analizarse, juzgarse y clasificarse.
Los amores del cuerpo de un modo general impiden a la mente alzar el vuelo hacia la Libertad. Libertad que está en la percepción de una realidad que ya no puede quedar restringida por paredes, razas, credos o paradigmas. No importa cuán compasivos, caritativos o serviciales sean tales amores, como no importa si todo lo disculpan y todo lo soportan, pues esos amores biológicos están limitados al plano finito. La trascendencia ocurre cuando el Amor es del alma.
Analizando de forma libre el origen de la palabra Amor, podemos considerarla compuesta por el prefijo a, que puede indicar ausencia o negación, y por la palabra mors, que quiere decir muerte. De esa forma, Amor significa ausencia de muerte, o vida eterna y, como tal, no tiene sinónimos ni antónimos.
Un Amor que deshace todos los deseos de la mente y aniquila la multiplicidad. Un Amor que no ha tenido comienzo y nunca tendrá fin. Amor que no es precisamente un sentimiento, sino un estado de gracia. Se puede Amar, sin nunca haber sentido cualquier tipo de amor fisiológico. El Amor es el verdadero misterio. La unidad cósmica. Simplemente Es. Ocurre. Inunda. Nos arrebata en vórtice para otra dimensión. No tiene objeto. Quien así Ama, solo puede decir que Ama. Ama el Todo. Ama la Nada.
Mientras que el amor siempre prende, el Amor siempre liberta y propicia una profunda sensación de paz y plenitud consigo mismo, aunque en medio de una multitud de amigos, parientes, conocidos o desconocidos. Amor ese que nos ensancha la conciencia, que es la llave que nos abre el portal mayor y que nos unifica con el Eterno Secreto.
Ese Amor nos hace capaces de amar a todos por lo que son en sí mismos como parte de mí, y no por lo que puedan dar (dinero, protección, casa, comida) o por lo que aparentan tener (belleza, fama). Y el ser humano más necesita de Amor cuanto menos haga por merecerlo. Pero ¿cuántos seres humanos serían capaces de sentir tal Amor por quien les golpea en la cara? Sin embargo, aquel que logre alcanzar ese sublime estado será finalmente bendecido con la conclusión de la evolución de su conciencia aquí en la Tierra, rescatará su verdadero libre albedrío y podrá, entonces, optar por seguir viaje en la Luz o permanecer aquí para ayudar a sus hermanos a descorrer los velos que los mantienen en la oscuridad.