El Amor en el Tercer Milenio
por Flávio Gikovate em STUM WORLDAtualizado em 20/04/2007 17:28:42
Traducción de Teresa - [email protected]
No es solamente el avance tecnológico lo que ha marcado el inicio de este milenio. Las relaciones afectivas también están pasando por profundas transformaciones y revolucionando el concepto de amor.
Lo que se busca hoy es una relación compatible con los tiempos modernos, en la cual exista individualidad, respeto, alegría y placer de estar juntos, y no ya una relación de dependencia, en la que uno responsabiliza al otro por su bienestar.
La idea, nacida con el romanticismo, de que una persona sea el remedio para nuestras felicidades, está condenada a desaparecer en este inicio de siglo. El amor romántico parte de la premisa de que somos una fracción y hemos de encontrar nuestra otra mitad para sentirnos completos. Muchas veces ocurre incluso un proceso de despersonalización que, históricamente, ha venido afectando más a la mujer. Ella abandona sus características para amalgamarse al proyecto masculino. La teoría de la unión entre opuestos también viene de esa raíz: el otro tiene que saber hacer lo que yo no sé. Si soy manso, él debe ser agresivo, y así sucesivamente. Una idea práctica de supervivencia, y poco romántica, por cierto.
La palabra de orden de este siglo es compañerismo. Estamos cambiando el amor de necesidad por el amor de deseo. Me gusta y deseo la compañía, pero no la necesito – lo cual es muy diferente.
Con el avance tecnológico, que exige más tiempo individual, las personas están perdiendo el pavor de permanecer en soledad, y aprendiendo a convivir mejor consigo mismas. Están comenzando a percibir que se sienten fracción, pero son enteras. El otro, con el cual se establece un vínculo, también se siente una fracción. No es príncipe o salvador de cosa alguna. Es apenas un compañero de viaje.
El hombre es un animal que va modificando el mundo, y después tiene que ir reciclándose para adaptarse al mundo que ha fabricado. Estamos entrando en la era de la individualidad, lo cual no tiene nada que ver con el egoísmo. El egoísta no tiene energía propia, sino que se alimenta de la energía que proviene del otro, ya sea financiera o moral. La nueva forma de amor, o más amor, tiene nuevo aspecto y significado. Objetiva la aproximación de dos enteros, y no la unión de dos mitades. Y sólo es posible para aquellos que consigan trabajar su individualidad. Cuanto más competente sea el individuo para vivir en soledad, más preparado estará para una buena relación afectiva.
La soledad es buena, quedar en soledad no es una vergüenza. Al contrario, da dignidad a la persona. Las buenas relaciones afectivas son estupendas, son muy parecidas a permanecer en soledad, nadie exige nada de nadie y ambos crecen. Las relaciones de dominación y de concesiones exageradas son cosas del siglo pasado. Cada cerebro es único. Nuestro modo de pensar y actuar no sirve de referencia para evaluar a nadie. Muchas veces, pensamos que el otro es nuestra alma gemela y en realidad, lo que hemos hecho ha sido inventarlo a nuestro gusto.
Todas las personas deberían quedar en soledad de vez en cuando para establecer un diálogo interno y descubrir su fuerza personal. En la soledad, el individuo entiende que la armonía y la paz de espíritu sólo pueden encontrarse dentro de sí mismo, y no a partir del otro. Al percibir eso, se torna menos crítico y más comprensivo en cuanto a las diferencias, respetando la manera de ser de cada cual.
El amor de dos personas enteras es bastante más saludable. En ese tipo de unión, existe la cercanía protectora, el placer de la compañía y el respeto por el ser amado. No siempre es suficiente ser perdonado por alguien, algunas veces tienes que aprender a perdonarte a ti mismo…
“La peor soledad es aquella que se siente cuando se está acompañado".