El Amor que Todo cura
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 08/04/2020 11:34:30
Autor Tom Coelho
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Traducción de Teresa
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"Hay varios motivos para no amar a una persona.
Y uno solo para amarla."
(Carlos Drummond de Andrade)
Hay una queja recurrente y consensual entre las mujeres. Actualmente, se está convirtiendo en misión casi imposible encontrar a un hombre que una características de caballerosidad, inteligencia e intelectualidad a los atributos de un auténtico Don Juan, tales como masculinidad, sensualidad y belleza física. Todo lo que ellas quieren es a alguien capaz de dejarlas sin aliento, sorprenderlas, hacerles perder la racionalidad, pero que después las traiga de vuelta al plano terreno, a la objetividad y pragmatismo necesarios, sin dejar esfumarse el encantamiento.
Hay también un consenso entre los hombres. En los días de hoy, hay mujeres para "disfrutarlas" y mujeres para enamorarse - y raramente son las mismas. La expresión habitual se asemeja a: "Una chica como esa no se encuentra por ahí. Cuídala muy bien, conserva esa relación. Mientras tanto, aprovecha para divertirte con las mujeres equivocadas".
Entre un universo y otro, lo que los une es la soledad. Mujeres por un lado, hombres por el otro, compartiendo la vida con amigas y amigos, a la espera de ser "sacados a bailar". Parece que la sociedad moderna nos ha robotizado, nos ha vuelto tan mecánicos que hemos perdido la capacidad de enamorarnos. Y más aún, de amar. Hemos construido un muro a nuestro alrededor con ladrillos de intolerancia. Por hacernos tan selectivos hemos acabado quedándonos solos.
Amar es mirar para la otra persona y, más que admirarla, contemplarla, observando sus rasgos, facciones y movimientos deseando jamás perder este encantamiento ni por una milésima de segundo, negándonos inclusive a pestañear. Es ver la imagen de la persona amada reflejada en carteles publicitarios, estampada en el rostro de personajes de la televisión. Es tener una canción en común que marca una ocasión especial o que se ha vuelto importante por representar memorias de un momento. Recuerdo a Mário Quintana: "Amar es mudar de casa el alma".
Amar es dialogar, lo cual significa hablar, pero también saber oír. Tener la sensibilidad para percibir cuando el otro necesita sólo decir todo y de todas las formas, a menudo sin la preocupación de que lo estés escuchando. Basta tu presencia. Ojos que señalan atención, silencio que pronuncia respeto. Acogimiento, confortación, generosidad. Dar como alimento el cariño.
Amar es descubrimiento. Es desvendar sin prisa el pasado de quien nos gusta, no por la neurosis de una investigación, sino por el placer de apreciar aquella historia, como quien oye un pequeño cuento infantil dicho por los padres al lado de la cama.
Amar es tolerancia, es concesión. No significa cambiar ni exigir que se cambie, sino estar dispuesto a adaptarse y esperar reciprocidad en esa actitud. Ajustar expectativas, alinear propósitos. Es caminar lado a lado, mirando unidos en la misma dirección, aunque con visión periférica afinada. Maiakovski puntualizó con precisión: "Amar no es aceptar todo. Mejor dicho, donde todo es aceptado, sospecho que haya falta de amor".
Amar es transparencia, es decir lo que se piensa, sabiendo el momento de hablar. Es no practicar la omisión creyendo posible empujar conflictos para debajo de la alfombra hasta que un día el viento venga a esparcirlo todo, maculando lo que se ha construido. Transparencia que engendra credibilidad, que lleva a la confidencia, que conduce a la lealtad. La lealtad que surge no como un deber, sino como resultado de la satisfacción del ejercicio de la plenitud, de sentirse completo. Amar es tocar. Es beso que acelera el pulso. Sexo con prolongados preliminares y cobijo posterior. Dormir abrazados, despertar juntos. Películas con palomitas de maíz, lluvia romántica fuera. Cuidar y ser cuidado. Promesas insanas de juras eternas - la eternidad que se pierde en un instante. Es compartir la libertad.
Amar es superar adversidades, enfrentar el desafío de la geografía que, a veces, distancia físicamente a dos corazones. Es sentir la saudade como fruto de la partida.
Amar es intensidad, es comprender lo transitorio del tiempo, su relatividad. Significa romper los estúpidos calendarios, destrozar los imponentes relojes y comprender que el tiempo tiene otra dimensión. Es preferible un amor intenso de 48 horas a una vida insípida compartida durante una década.
Amar es mostrarse como un gran espejo y permitir que el otro pueda mirarse en ti. Verse a sí mismo atisbando aquello que es más virtuoso, más noble. Es percibir de manera perfecta a una persona imperfecta. Es buscar el equilibrio, tener cuidado con la ansiedad, la angustia, la incomprensión y las cobranzas. Es tener el valor de también sufrir.
Amar es todo eso y un poco más. Acción que no se describe, pero que se practica. Cosas que sabíamos hacer de adolescentes, a los 15 años, cuando éramos más intrépidos, menos racionales y, por ello, capaces de ser más felices.
Tom Coelho es educador, conferencista en gestión de personas y negocios, escritor con artículos publicados en 17 idiomas y autor de nueve libros. E-mail: [email protected].
