El arte y el amor en el universo de la mediumnidad
por Wilson Francisco em STUM WORLDAtualizado em 11/09/2006 14:21:36
Traducción de Teresa - [email protected]
El ejercicio de la mediumnidad puede ser transformado en una investigación - en una búsqueda de la verdad, revelando y haciendo disponible otro mundo - nuevas y diferentes energías.
Es instigador e incluso excitante estar en contacto con ese otro mundo, desconocido, impalpable e impermeable a las acciones físicas de los seres humanos desprovistos de este don de la intermediación.
El médium es un ser cuya constitución psíquica es permisiva a los fenómenos psíquicos. Su histórico pré-encarnatorio y actual está compuesto de episodios psíquicos que prenuncian y predisponen a la mediumnidad.
En virtud de que el mundo sobrenatural es inaccesible al hombre común, el médium aparenta ser un ente medio divinizado, un universo fenomenológico que atrae o estimula el ensueño, pudiendo entonces convertirse en mito.
Por otro lado, el médium es un artista, pues interpreta ese otro mundo. Es portador de una especialidad psíquica - de una genialidad no común...
Pero estas ocurrencias pueden fragilizar su estructura, en cuanto hombre o mujer con vida y compromisos sociales como cualquier mortal.
Es fascinante el instante de la acción mediúmnica en el Centro Espírita, estando todos envueltos en un clima de misterio ante el "contacto" que está para suceder. Es un momento solemne. La hora de despojarse y de exponerse. Dejando de ser y tener para que alguien, el Espíritu comunicante, pueda ser y pueda tener.
Están, además, las ideas de los compañeros de equipo, las "maneras" del dirigente, que va a conducir aquel encuentro, que va a establecer las reglas del partido que se va a jugar.
El espíritu comunicante representa el otro lado de la historia, con sus emociones y búsquedas. A veces, ni él mismo sabe de donde viene y por qué viene. Es un ilustre desconocido, o siente que es la "oveja descarriada"
que intentan recoger al aprisco. Se resiste ante las manos extendidas en ciertas ocasiones y, en otras, se rinde y se desploma en busca del "regazo"
confortable que proporcione alivio para sus dolores.
El médium, instrumento principal de esa fenomenología, no siempre es una persona especial, dotada de sabiduría y virtudes. Envuelto en ese proceso que atrae, por conquista o necesidad, él pasa por una catarsis, examinado por las informaciones y lecciones a que sirve de vehículo, transmitidas por el mundo de los "muertos". Si el proceso queda detenido ahí, en la fenomenología, el médium tendrá reducidas oportunidades de modificar su historia. Será portador de mensajes calificadores, proporcionará el rescate de almas y de hombres, pero él mismo permanecerá intacto - "intocable".
Ahora bien, si él incorpora no sólo el Espíritu, sino también todo el universo de informaciones - lecciones y acciones de aquel acontecimiento y de aquel ser, entonces podrá entrar en la "rueda de las transformaciones", migrando desde la condición de mero intérprete e instrumento, hacia el grado de agente del Bien, que es el objetivo fundamental de la mediumnidad en nuestras vidas.
He hablado más arriba acerca del hecho de que el médium, ante el Espíritu comunicante, en el acto mediúmnico, necesita exponerse - despojarse, dejando de ser y de tener. Se sabe que la calidad fluídica y la claridad informativa, tanto cuanto la profundidad formativa, dependen del desprendimiento o altruísmo. El médium entrega, abre espacio, cede su universo energético, emocional, espiritual y físico, para que otro ser ocupe su lugar.
Si él no deja de ser y de tener, si actúa sin resignación ni humildad, el intercambio sufrirá limitaciones. El espíritu comunicante será oprimido, reduciendo y restando calidad a este majestuoso acontecimiento. Caso le sea difícil compartir su universo - sus ideas y sentimientos, el hecho mediúmnico se transfigura en una indebida ocupación de espacio... Y convengamos, una persona que en la vida diaria no es solidaria y tampoco tiene disponibilidad para servir, cuando envuelta en una situación de tamaña perplejidad y sutileza, fatalmente se desplomará, pesadamente, en su propia fragilidad.
Y, por fin, podemos destacar como oportuno, que el médium y todos los que se envuelven en la mediumnidad podrían examinar mejor cada detalle, en la 'performance' del médium, lo que éste siente y ve y las sensaciones resultantes del contacto con ese otro mundo, para extraer de ahí aprendizaje para sus vidas. En verdad, la belleza de la mediumnidad está en los resultados y efectos en la vida del ser humano. Sin eso, será simple fenomenología, que deslumbra los ojos, pero no conmueve el corazón.
