El bien o el mal: ¡tú eliges!
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 01/09/2011 11:58:03
por Flávio Bastos - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
“Me quiere, no me quiere…”, decimos al deshojar la flor de margarita. Sin embargo, la realidad energética de las realidades dimensionales que acompañan al hombre en su trayectoria vital es compatible con sus elecciones.
“El mal es la ausencia del bien”, informaron los espíritus de la verdad a Allan Kardec, el codificador del Espiritismo; o sea, el mal y el bien son energías que residen en nosotros mismos y son fruto del libre albedrío durante las muchas vivencias del espíritu inmortal.
Con todo, nunca es tarde para depurar, es decir, volver pura, purificar, limpiar, la energía que nos acompaña desde hace siglos, en la cual el mal se manifiesta a través de nuestros actos, pensamientos y desequilibrios bío-psico-espirituales.
Por tanto, el mal o el bien que sucede en nuestras vidas, no es un romántico lance de buena o mala suerte, según creemos al deshojar una flor de margarita. El mal y el bien, cuyos significados desconocemos profundamente, nos acompañan desde tiempos inmemoriales y son responsables por las sensaciones de felicidad o infelicidad que experimentamos en el momento vital.
Un antidepresivo puede “maquillar” nuestra tristeza profunda, pero no cura la causa de este sentimiento. El ansiolítico puede calmarnos momentáneamente, pero no alcanza los orígenes de nuestras ansiedades y angustias…
En un mundo de pequeñas y grandes maldades, o de pequeños y grandes gestos de amor, somos la síntesis de esa bipolaridad que pertenece al historial del individuo, íntimamente asociada a las decisiones que ha tomado en el pasado y que toma en el presente.
En el sentido individual – y democrático – la elección siempre es nuestra, pero el resultado de esa libertad de optar sobre los designios de la propia vida, es lo que habrá de definir la energía (predominante) que nos acompañará por tiempo indeterminado, hasta que revisemos o reconsideremos las elecciones de nuestro libre albedrío.
La energía espiritual que nos identifica frente a nuestra naturaleza interdimensional, atraerá energías afines, ya sean puras o impuras. Solo la ruptura del paradigma conductual que nos acompaña, por lo general inclinado hacia la energía del mal, proporcionará la posibilidad de transformarnos energéticamente a partir de la práctica consciente del bien en nuestras vidas.
Desde el punto de vista científico, las energías del bien y del mal no son “enigmas indescifrables”. La gran confusión – y ceguera – la produce el desconocimiento en relación a las causas que se convierten en efectos de aquello que consideramos infortunio o infelicidad.
El desequilibrio o el equilibrio bío-psico-espiritual están en razón directa de nuestras decisiones relativas a la bipolaridad energética. Los débitos kármicos, que son los infortunios que causan el dolor y el sufrimiento individual o colectivo a que denominamos “fatalidad”, también forman parte de la esfera de nuestras elecciones.
Nada sucede por casualidad en nuestras vidas. Todo cuanto nos impresionó o nos marcó positiva o negativamente, tuvo una razón de ser. Todo lo “bueno” o lo “malo” que nos ocurre, está relacionado con la orientación universal de la libertad de elección (libre albedrío), que está en simbiosis con las leyes de la reencarnación.
Somos dueños – o dueñas – de nuestros destinos, y lo que sucede en nuestras trayectorias vitales es fruto de lo que hemos elegido girando en torno al bien y el mal como definidores de la energía espiritual que nos envuelve y nos identifica ante el universo y ante nosotros mismos.
Bien o mal: optemos por uno de ellos, porque todavía es tiempo de cambiar el rumbo de nuestra existencia. En caso contrario permaneceremos, por tiempo indeterminado, con nuestras quejas y nuestra sensación de no completitud ante la felicidad. No olvidemos que somos dueños – o dueñas – de nuestra voluntad y destino.
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