El carácter en las relaciones amorosas
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 03/11/2012 09:47:45
por Flávio Bastos - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
El carácter es un conjunto de virtudes, hábitos y vicios que el espíritu trae consigo cuando renace para una nueva experiencia en la dimensión física. Durante la niñez y según la educación recibida, este conjunto sufre una alteración que influye positiva o negativamente sobre la conducta del individuo en la fase adulta.
En el mundo actual el carácter no siempre está considerado como ítem importante en las relaciones amorosas que se inician. Los intereses o las carencias asociadas al emocional de la persona superan la razón, o sea, la necesidad de una evaluación más sensata del compañero o compañera durante la primera fase de la relación.
Y cuando hay descuidos respecto del carácter-personalidad de las personas implicadas en una propuesta de relación estable, las sorpresas negativas se vuelven inevitables con el paso del tiempo. Situaciones que proporcionan altos niveles de disgusto y de arrepentimiento y que pueden encaminar la relación al desgaste y al fracaso.
En esta dirección, las nuevas generaciones son atraídas a relaciones de aventura mientras dura su implicación. No obstante, muchas experiencias aventureras acaban en compromiso sin que los implicados se conozcan lo suficiente como para asumir responsabilidades en común. Y cuando deciden vivir juntos aparecen las incompatibilidades, y el carácter se revela tal como es, sin disimulos.
Con la crisis de valores ético-morales que viene envolviendo al mundo moderno durante las últimas décadas, se hace cada vez más difícil hallar “personas de carácter” como las llamaban los antiguos. La estructura familiar ha sufrido una conmoción y las grietas permanecen expuestas. Situación que repercute en la formación de los jóvenes que, en muchos hogares, ya no encuentran ambiente favorable para la interiorización de valores compatibles con el modelo de buen carácter.
Por tanto, debido a la crisis de valores que envuelve a la sociedad y, básicamente, a la familia, es una situación de riesgo apostar por un compromiso serio tras vivir una corta relación de característica pasional, en la cual lo emocional prácticamente ha anulado el sentido de racionalidad de la experiencia.
Por no haber tenido conocimiento suficiente del otro en la fase pasional-aventurera, muchas parejas se separan en la fase siguiente, cuando arriesgan una relación de compromiso y se ven sorprendidos con la revelación de los “puntos flacos” de un individuo o de ambos, lo cual compromete la calidad y la estabilidad de la experiencia.
Actualmente encontrar al individuo que reúne cualidades de buen carácter es como encontrar la “joya rara”, tal es su valor en el mercado de las relaciones amorosas. ¿Afirmación correcta? No tanto, porque, por increíble que parezca, esa “preciosidad” no está suficientemente valorada en el ámbito de las relaciones amorosas. Y los medios de comunicación han contribuido a ello en el sentido de transmitir a los jóvenes la imagen de que lo más importante es vivir cada momento intensamente como si fuese el último. Hasta el segundo momento, cuando “baja la polvareda de la pasión” y la cara oscura del otro se revela a la luz de la verdad.
La vida es la búsqueda del equilibrio entre la pasión y la razón. Cuando no seguimos esa orientación natural, salimos del foco vital y nos sometemos a la acción de energías psíquicas que pueden proporcionar placer a corto plazo, pero que a medio plazo cobran el precio del dolor. Valorar el carácter en las relaciones afectivas o amorosas no es ser retrógrado ni mojigato, sino una forma verdadera de valorarse a uno mismo, al otro y a la propia vida como perspectiva de crecimiento integral.