El Derecho a Pertenecer
por Simone Arrojo em STUM WORLDAtualizado em 23/11/2014 09:01:46
Traducción de Teresa - [email protected]
En el interior de cada grupo familiar vale la orden básica, la ley fundamental: todas las personas del grupo familiar tienen el mismo derecho a pertenecer. En muchas familias y grupos familiares, determinados miembros son excluidos. Algunos dicen, por ejemplo: “Ese tío no vale nada, no pertenece a los nuestros”, o entonces: “De ese niño ilegítimo nada queremos saber”. Con eso niegan a esas personas el derecho a pertenecer.
Están también los que dicen: “Soy católico, tú eres evangélico. Como católico, tengo más derecho a pertenecer que tú”. O a la inversa: “Como protestante, tengo más derecho, porque mi fe es más verdadera. Tú eres menos creyente que yo, por tanto tienes menos derecho a pertenecer”. Esto no es hoy tan frecuente como antiguamente, pero todavía sucede.
Ocurre también, cuando un hijo muere prematuramente, que sus padres dan su nombre al hijo siguiente. Con esto están diciendo al primero: “Tú no perteneces a la familia. Tenemos un sustituto para ti”. Así el hijo muerto no conserva ni siquiera su propio nombre. Con frecuencia, ya no se le cuenta ni se le menciona. Así le es negado y retirado el derecho a pertenecer.
El exceso moral de algunos, que se sienten mejores y superiores a otros, en la práctica significa decirles: “Tengo más derecho a pertenecer que tú”. O, cuando alguien condena a una persona o la considera mala, prácticamente le está diciendo: “Tú tienes menos derecho a pertenecer que yo”. “Bueno” significa entonces: “Tengo más derechos, y “malo” significa: “Tú tienes menos derechos”.
Los Excluidos son Representados
Esa ley fundamental, que asegura a todos el mismo derecho a pertenecer, no tolera ninguna violación. Cuando esto sucede, existe en el sistema una necesidad inconsciente de compensación, que hace que los excluidos o despreciados sean más tarde representados por algún otro miembro de la familia, sin que esa persona tenga conciencia de ello.
Cuando, por ejemplo, un hombre casado se relaciona con otra mujer y dice a la propia esposa: “Ya no quiero saber nada de ti”, inventando falsas razones y cometiendo injusticia contra ella, y después se casa con la segunda mujer y tiene hijos con ella, su primera mujer será representada por uno de esos hijos. Una niña, por ejemplo, combatirá al padre con el mismo odio de la pareja rechazada, sin tener la menor conciencia de esa representación. Aquí actúa una fuerza secreta de compensación, para que la injusticia hecha a la primera persona sea vengada por una segunda.
Muchos acontecimientos infelices en la familia, como por ejemplo, desvíos de comportamiento de los hijos, enfermedades, accidentes y suicidios, suceden por el hecho de que un hijo inconscientemente representa a un excluido y quiere darle reconocimiento. En eso se revela además otra propiedad de la instancia superior. Ella hace reinar la justicia para con aquellos que vinieron antes e injusticia para los que vienen después.