El día a día de un médium
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 25/10/2011 14:56:55
por Aurora de Luz - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
El día a día de un médium es un caso aparte. Ser hipersensible en un mundo como este que habitamos no es precisamente una ventaja, pues el astral de la Tierra y de los lugares que frecuentamos diariamente llega a ser peligroso.
Quienes ven un despacho, una comunidad de vecinos o un supermercado no tienen ni idea de cuán turbios y perversos son normalmente el astral y la espiritualidad de esos lugares. Solo hay que imaginar cómo sería si no hubiese leyes, policía y cosas por el estilo, que impusiesen ciertos comportamientos a la gente. Imagínense a los drogadictos, borrachos o bandidos pudiendo entrar libremente en tu casa sin que lo supieses y se quedasen por allí cuanto les diese la gana, conviviendo contigo sin que te dieses cuenta. Influyendo sobre tu humor, sorbiendo tu energía y mangoneando tu vida.
Eso es exactamente así aquí en la Tierra. Pocos son los lugares donde hay una espiritualidad que mande y mantenga el sitio limpio. La mayor parte de las veces es culpa nuestra, por no orar y vigilar adecuadamente. Quienes tienen el pensamiento suelto, vagando al sabor de la marea, acaban donde no quieren, descontrolados y, por consiguiente, esa es la clase de compañías que atraen a su lado.
Por mi parte, he aprendido a detectar y repeler esa clase de compañías. La rutina diaria que se impone para ser un trabajador de la luz no es fácil; a menudo se nos informa acerca de la programación de los servicios nocturnos, frecuentemente hasta la hora de dormir; también se controla lo que debemos comer. Los médiums kardecistas que actúan en los Centros Espíritas conocen las rutinas e imposiciones que exigen estos trabajos. Esas rutinas aliadas a los cambios en nuestro mundo interior, acaban por hacernos entrar en contacto con dimensiones más sutiles de la realidad y con energías buenas, que están aquí y por todo el universo, abundantes para alimentar a los trabajadores de buena voluntad.
Con eso aprendemos a protegernos. Es cierto que cada dos por tres aparece un desencarnado menos feliz, que percibe que lo has visto y se dirige a ti, normalmente amenazando, pero la labor diaria me ha enseñado a lidiar con tales situaciones. Estos no son el problema, sino los líderes de las tinieblas cuando se sienten amenazados por los trabajos nocturnos que hacemos, porque acaban atacándote con el propósito de desequilibrar y retrasar los trabajos de traer luz a las tinieblas. Hay ataques de todas clases, desde tentativas de accidentes de coche, hasta causarte dolores en el cuerpo pinchando con algo que parece un hierro candente mientras duermes. Yo ya he pasado por varias ofensivas así, y por lo regular, las tinieblas avisan después del ataque, tal como hacen los terroristas cuando determinado grupo asume la autoría. Pero en estos casos, nuestros amigos espirituales nos acompañan a diario durante cierto tiempo, protegiéndonos, hasta que aquello pase. Lo cual suele durar pocos días.
Los médiums como yo acaban por hacerse especialistas en proceder normalmente en las situaciones más inusitadas. Lo digo porque eso es exactamente lo que has de hacer cuando estás allí en conversación con alguien y ves a un obsesor a su lado o adosado a la persona con quien estás hablando. O cuando alguien viene todo optimista y feliz a saludarte y tú escuchas el alma de la persona llorando depresiva o auto-saboteándose a propósito solo para perjudicar al compañero con quien vive, pues son enemigos del pasado que la vida ha mandado en una tentativa de reconciliación. Normalmente, en esos casos, entro en conversación con el alma de la persona, es posible incluso a distancia, e intento aconsejar. Algunas veces me hacen caso, pero normalmente difieren bastante de lo que la persona es socialmente.
En determinadas ocasiones estamos charlando normalmente y uno de ellos empieza a hablar de cierta persona, sobre el problema que está pasando. En eso, naturalmente, yo acabo teniendo acceso al porqué del problema, por lo regular alguna cuestión de vida pasada, algún débito, alguna promesa que no ha cumplido, y que la persona que está pasando por el problema no suele querer oír. He aprendido que la vida enseña, pero solo aprendemos cuando nos toca en carne propia, no aprendemos la lección solo con que alguien nos lo diga.
Y no todo es solamente luz o tinieblas en la vida espiritual. He aprendido a duras penas que incluso los trabajadores de la luz desencarnados son seres en evolución, aun aquellos que casi hemos llegado a endiosar aquí en la Tierra. Ellos sienten dolor, miedo, nostalgia de los seres amados, envidia y enojo, todo en su debida proporción conforme al nivel evolutivo de cada cual. Pero una cosa es cierta, de aquellos con quienes trabajamos y conseguimos canalizaciones y psicografías, ninguno es únicamente luz, evolucionado al 100% y libre de cualquier problema. Absolutamente ninguno. Mi experiencia práctica en los trabajos nocturnos ya me ha enseñado muy bien eso.
Hay tantos casos para contar en la rutina de un médium como días en nuestra vida. Es cierto que todo esto puede parecer extraño para quien no sea médium, pero para mí es tan natural como ver para el que no es ciego.