El Dolor en el Bosque hizo florecer una Estrella
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 10/11/2014 10:06:04
por Wilson Francisco - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
Laura aceptó realizar conmigo un proceso de reprogramación y rescate. La decisión de hacer ese camino requiere confianza e intenso afecto por sí misma. Has de sentir un intenso amor hacia ti misma para ir en busca de los pedazos de tu alma, sueltos en algún lugar y tiempo.
Cuando ocurre un shock traumático (muerte inesperada, violación, accidente, etc.), es preciso recomponer y/o rescatar partes o la propia criatura de aquel escenario.
Un primer paso, en caso de violación, es declararlo. La criatura implicada, al relatar o escribir su historia, inicia la restauración. Y eso es lo que propuse a Laura y ella aceptó. Su motivación inicial es sanar su cuerpo y su alma. Va más allá, quiere que su testimonio sirva para otras mujeres. Es la actitud de la compasión.
Explico siempre que cuando sanas algo en tu cuerpo y alma, sanas a las personas que tengan un historial semejante al tuyo.
Ella dice que se le hizo difícil hacer ese relato. Yo permanecí, mentalmente, a distancia supervisando y apoyando. Íbamos a caminar juntos.
Un día, ella se llenó de coraje y de una sentada, sin releer ni revisar, lo escribió todo, con alma y corazón.
“Yo crecí rodeada de amigos y con una familia que siempre demostró amarme y cuidarme. Ninguno de ellos podría imaginar lo que yo tendría que pasar al final de la adolescencia. Y hasta hoy, pocos entre ellos saben algo de ese trauma. Pese a ser muy comunicativa, siempre he sido una niña tímida. Y debido a eso tardé en relacionarme con el sexo opuesto. Tenía una ‘pasionitis’ aguda aquí y allí, pero sólo fui a dar mi primer beso a los 16 años, en una velada.
No fue una experiencia agradable. El chico era mayor, estaba borracho e insistió en que los besos y abrazos fuesen más intensos de lo que me hubiera gustado. Después de una o dos tentativas frustradas por parte de él para llevar mi mano a sus partes íntimas, me fui sin que nadie se diese cuenta y cada uno de nosotros siguió su rumbo.
Fue triste. Y tardé más de un año en besar a alguien nuevamente. Debido a la timidez, yo había descubierto que el alcohol me ayudaba a soltarme, a conocer a otras personas y a liberar mis deseos. No en vano, durante algún tiempo, yo sólo me relacionaba rápidamente con niños/hombres en fiestas o veladas siempre con ayuda de una cervecita o de alguna bebida fuerte que me ayudaban a ser simpática”.
Aquí podemos observar que ella se equivoca en la elección (la bebida) para vencer la timidez. Quién sabe, una buena amistad, alguien de confianza, podría interactuar e interceder incentivándola a reflexionar y a elegir otro camino.
“Sería o no casualidad, pero yo sólo atraía a hombres que querían disfrutar la noche y no tenían gran interés por hablar, conocerse mejor o envolverse en una relación más seria. Según pasaba el tiempo, sólo me frustraba más y más. Yo transmitía una imagen de chavala independiente, segura de sí.”
Otra decisión equivocada, aparentar lo que no se es, ella se desfigura y puede atraer a su universo personas o acciones desfiguradoras.
“Pero en el fondo, sólo quería ser amada y encontrar a alguien romántico, a quien yo le gustase tal como era.
A los 19 años entré en la facultad sin haber tenido nunca un acompañante formal. Yo aún era virgen pues, aunque algo escéptica, me estaba reservando para alguien especial. Los meses pasaron, la cantidad de fiestas y bebidas aumentó. Y poco a poco fui soltándome más. Me enamoré algunas veces, pero no fue bien. Pero yo era una chica formal, nunca había visto a un hombre desnudo ni tocado a alguien más íntimamente. Mi lado sexual estaba bloqueado y se soltaba un poco cuando yo bebía, pero no hasta el punto de irme a la cama con alguien a quien no amase de forma especial”.
Ella tiene sueños y busca realizarlos. El camino es peligroso. Una mezcla de bebidas e imagen falsa de sí misma. Actitudes que pueden llevar a la joven a situaciones delictuosas, trágicas.
“En agosto de 2003 decido ir a una fiesta de la Facultad de Medicina de la USP, llamada Calvos en el Bosque. Es una fiesta de disfraces, conocida por hacer a las personas perder el juicio. Cuando fui con una amiga a comprar la entrada días antes, sentí un estremecimiento en el corazón, una sensación desagradable”.
Tú preguntas: ¿y Dios? En aquel instante su alma/Dios hace una señal. Algo peligroso podría suceder. ¡El estremecimiento en el corazón es un aviso!
“Supuse que esa sensación se debía a la energía del Hospital Clínicas, que está al lado del local de la fiesta.
El día en cuestión me vestí para la fiesta, me puse dos pantalones y un abrigo largo porque hacía mucho frío. Recuerdo que el único disfraz que llevaba era una máscara de zorro, que inocentemente me camuflaba en la multitud. Fuimos a la casa de unos amigos que vivían cerca del local, bebimos y nos fuimos a la fiesta. Yo estaba todo el tiempo con esa amiga mía a mi lado. Llegué a la fiesta ligeramente bebida y cuando estaba allí, algunos conocidos me ofrecieron vasos con chupitos. Todos estaban bebiendo y nunca se me pasó por la cabeza que todo aquello podía ofrecerme algún riesgo. Craso error. Tuve un apagón”.
El efecto del alcohol entra en acción e inhibe su consciencia.
“A partir de entonces, recuerdo únicamente algunas escenas, flashes de memoria que vienen y van”.
Estos flashes y apagones son una confrontación, entre las actitudes delictuosas, la protección divina y la propia alma preservándose, a través de apagones de la mente.
“Primero, le di un beso al chaval que a mi amiga le interesaba. No tengo ni idea de si la iniciativa fue mía o de él. Mi amiga se mosqueó y me dejó sola. Otro apagón. La próxima imagen que veo soy yo besando a un hombre. No sé cómo es su cara, ni cómo va vestido. Pero sé que estamos en medio de la gente, en una pista de baile. Él me abraza fuertemente, sujeta mi cabello y lleva mi mano a su miembro. Yo reculo. Él insiste y yo me dejo llevar. Esa era la primera vez que tocaba un pene por dentro del pantalón de alguien. Fue una sensación fuerte y buena, como si yo estuviese liberando una energía y un deseo reprimidos durante mucho tiempo. Él pone su mano por dentro de mi pantalón. Otra oleada de energía fuerte me inunda”.
El cuerpo siente placer, es natural. El alma se resiste. Más tarde la sensación del cuerpo la induce a asumir la culpa.
“Apagón. Despierto tendida en la maleza con un hombre encima de mí. Él me penetra y yo grito de dolor pidiéndole que pare. No recuerdo si era el mismo hombre. Él no para. Además de él, veo al menos a otros dos hombres a nuestro alrededor. Ellos sacan fotos y ríen. Apagón. Un segundo hombre me penetra. Yo grito más fuerte de dolor, pido “por favor, para”. Fue en vano. Pero esa vez veo un rostro, el tercer hombre, el siguiente en la fila, yo le doy lástima.
Apagón. Despierto en la fiesta, vestida. Y ese hombre (la verdad, un niño) está mirando para mí y preguntando si estoy bien. Yo balanceo la cabeza, todavía un poco bebida, en señal afirmativo. Y él me deja sola. Me levanto y tambaleándome encuentro a mi amiga. Volvemos juntas para casa.
Despierto al día siguiente sin recordar lo que ocurrió, pero con mucho dolor y sangre en las braguitas. Sí, yo había sido violada. Había perdido la virginidad por una violación (tardé años en conseguir asociar esa palabra con lo que me había pasado). Me di un baño y, en la tentativa de abrirme con alguien, le conté a mi hermano que había tenido relaciones por primera vez. Pero sin decirle cómo ni con quién. Él inocente, me dio la enhorabuena. Cuando yo dije que estaba triste, porque no había sido con alguien especial, él me dijo: tranquila, sólo ha sido una primera vez. Pedí, entonces, que él me acompañase a comprar una píldora del día siguiente y enterré la historia durante algunos días.
Por casualidad, en la misma época yo estaba haciendo un trabajo terapéutico con una sensitiva. Me sentí cómoda para abrirme con ella (gracias a Dios) e hice algunos trabajos de limpieza. Ella me ayudó a reunir algunos fragmentos de memoria y me dijo que ese tercer hombre, el que me ayudó, fue como un ángel”.
La intercesión/ayuda de Dios.
“Pues además de negarse a violarme, él amenazó a los otros con denunciarlos si no dejasen borrar las fotos. No sé si eso es verdad, pero confieso que en aquel momento me tranquilizó y como hoy, tantos años después, no ha salido nada a relucir, considero que, de alguna forma, he sido bendecida. Recibí procesos de limpieza energética, reiki, etc. Aparte de algunos objetos que deberían acompañarme hasta el momento oportuno. Enterré nuevamente la historia e intenté seguir adelante. Algunos meses más tarde me permití tener una nueva primera vez con un chico con el que salía desde hacía algunos meses. No fue muy especial, pero al menos yo estaba por entero en aquel momento, sin alcohol ni drogas.
El tiempo pasó, viví fuera del país y con un hombre de más edad descubrí lo que era sentir deseo, relacionarse sexualmente e incluso alcanzar el orgasmo. Fue como una liberación. Pero cuando volví al Brasil me sentía deprimida, yo no era correspondida por el hombre que amaba y volver a los mismos ambientes de antes me afectaba profundamente. Busqué recibir terapia y ésta me ayudó a lidiar mejor con todo lo que antes me había sucedido.
Pasado algún tiempo, en un examen de rutina, descubrí que tenía un tumor en la tiroides. Todo aquello que yo no había contado, lo que había reprimido todos aquellos meses, decidió manifestarse. El resultado de la biopsia no fue conclusivo, yo tenía que pasar por la cirugía sin saber si tenía un tumor maligno o no. Pero lo más importante es que decidí hablar”.
Revelar lo ocurrido a la familia sana. Expresar con fidelidad los sentimientos es una actitud que permite equilibrio y pleno funcionamiento de la glándula tiroides.
“Conté a mis padres y a mi hermano la historia. Ellos se sintieron abatidos, pero me abrazaron y demostraron todo su amor por mí. Yo tenía mucho miedo a la reacción que podrían tener, y vergüenza, también”.
El estado de culpa es una sensación enigmática que envuelve a la víctima.
“De alguna forma, yo me sentía culpable por haber sido violada. Como había bebido, era como si yo estuviese pidiendo todo aquello, como si yo lo mereciese. La reacción de mi familia fue fundamental para sentirme amparada. También lo conté a algunos amigos y nuevamente me sentí más leve y amada. Pasé por la cirugía y el tumor era benigno. Considero que haber contado aquello y descargar parte de ese peso fue fundamental para que mi enfermedad no fuese más grave. Continué en la terapia hasta recibir el alta. Pero hasta mis 29 años, 10 años más tarde, yo aún no había tenido una relación seria. Incluso cuando era correspondida mis relaciones no iban más allá de los 3 meses”.
El encuentro con el amor. Nuevos caminos. La energía del amor suple, ajusta y estimula la salud y el coraje.
“Hasta que conocí a Pedro. Él me ha enseñado a amar y ser amada. Con él aprendí a entregarme y a ser mujer por completo. Sólo tres meses después de estar juntos, yo empecé a tener crisis de llanto en el momento en que teníamos relaciones. No era un llanto cualquiera, era una crisis de llanto convulsivo, con emociones desde hace mucho reprimidas. Acabé abriéndome y contándole todo. Pedro me abrazó y me tranquilizó una vez más. Su presencia y su amor son fundamentales para que yo me decidiese por fin a contar mi historia al mundo. Él me ha enseñado a amarme por lo que soy, a aceptar lo que me ocurrió como parte de mi historia y de mi evolución. No es fácil. Cada dos por tres tengo crisis, tuve una inflamación en el aparato reproductor que duró más de seis meses. Pero estoy insistiendo en esa limpieza. Yo quiero mirarme a mí misma y a mi pasado con tranquilidad”.
Mirando hacia el futuro, conviertes tu dolor en un símbolo que puede sacralizar tu vida.
“Quiero mirar hacia el futuro con esperanza y vivir feliz, con plenitud. Yo lo merezco. Este año hubo muchas campañas sobre la violencia contra la mujer y muchas banderas se han alzado contra la violación. Varias historias salieron a relucir, pero yo no tuve valor para hablar. Eso cambia ahora. Aunque de manera anónima, tengo el orgullo de sacar a relucir lo que me ocurrió a mí. De arrojar luz sobre ello. Y de esa forma, perdonarme. También estoy haciendo un esfuerzo para perdonar a los que hicieron aquello conmigo. Han pasado ya diez años… ya me deshice de los objetos que representaban ese recuerdo, los tiré al mar para que se purificasen. Percibo que es cierto que todo se ha hecho. Me siento más leve”.
Estuvimos en el bosque y realizamos un proceso de rescate del alma y sacralización del local. Los pájaros planeaban irradiando sus cánticos y varios niños jugaban a la pelota, con alegría. Con la presencia de los Maestros, ¡ella sintió a la Naturaleza y a Dios cobijar ese sueño! Anunciar su liberación y transformar el lugar en una fuente de luz, en un templo divino. Su alma se encantaba con la certeza de que aquellos niños quedaron, en esta ceremonia, inmunizados contra violencias e invasiones, para siempre.
¡Y sueña, ahora, con que su voz sea la anunciación de un nuevo tiempo! ¡Ahora, la dignidad de la mujer está preservada y ungida por el Amor!