El Flautista Sanador
por Izabel Telles em STUM WORLDAtualizado em 19/09/2005 00:56:49
Traducido por Melissa Park - [email protected]
Inspirado en el Flautista de Hamelin, de Robert Browning – que gentilmente me prestó una gran contadora de historias llamada Alessandra.
Había un reino muy distante donde las personas vivían tranquilas y felices con sus actividades. No conocían el mal y prosperaban con alegría y trabajo.
Un día, los habitantes descubrieron que en el centro de la plaza había un hueco. Cavaron ese hueco y descubrieron que allá abajo, escondidos de todo y de todos, un nido de ratas comenzaba a nacer y en un abrir y cerrar de ojos se multiplicó ferozmente, extendiendo por la villa terror, miedo y pánico.
El Rey fue avisado de inmediato y la primera cosa que hizo fue llamar al flautista que investigaba la mente humana.
El flautista rascándose la barba, revoleó los ojos tres veces y habló serenamente cuando supo lo sucedido:
“Hummmm... ratas no son buenas para la mente. Estos animales repugnantes roban nuestra energía y traen la destrucción para los buenos pensamientos. Para eliminarlos, como el gran sanador del reino que soy, cobro apenas un real por cada rata muerta”.
El rey estuvo de acuerdo inmediatamente y el flautista sanador salió al campo tocando su flauta encantada arrastrando a todas las ratas hacia un precipicio.
En 24 horas la villa estaba totalmente libre de las ratas.
El pueblo conmemoró, el rey conmemoró y el flautista fue hasta él diciendo:
“Según mis cuentas usted me debe 5 millones de reales”.
El rey gritó:
- Cinco millones por matar ratas!!!!!!!!!!!! Pase otro día que lo voy a pensar.
El flautista pasó muchos días y el rey recusó pagarle.
Como conocedor de la mente humana, el flautista comenzó a tocar otra música mágica y, esta vez, quienes comenzaron a seguir sus pasos en dirección al precipicio fueron los niños.
Él sabía que, robando la vida de los niños, la mente quedaría sin creatividad, alegría, luz y voluntad. Y, como todos saben, sin eso nadie consigue ser feliz!
Cuando el rey y la población se dieron cuenta de lo que pasaba, fueron corriendo detrás del flautista con todo el dinero que le debían para saldar la deuda.
El flautista contó el dinero y regresó a su rincón a componer nuevas músicas.
Moraleja de la historia: la cura tiene precio.