El gato y la espiritualidad
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 17/06/2016 11:20:02
Autor Eliana Gomes da Silva
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Traducción de Teresa
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Quien no tiene buena relación con su propio inconsciente no soporta el gato. Éste aparece entonces como amenaza, porque representa esa relación precaria del hombre con el (propio) misterio. El gato no se relaciona con la apariencia del hombre. Él ve más allá, por dentro y por el revés. Se relaciona con la esencia. Si el gesto de cariño es medroso o sustituye inaceptables (pero existentes) impulsos secretos de agresión, el gato lo sabe. Y se defiende de la caricia. Su relación es con lo que está oculto, guardado, lo que ni siquiera nosotros queremos, sabemos o podemos ver. Por ello, cuando surge en él un acto de entrega, de subirse al regazo o alguna manifestación de afecto, eso es algo muy verdadero, que no puede ser desdeñado. Es un gesto de confianza, que honra a quien lo recibe, pues significa un juzgamiento. El hombre no sabe ver al gato, pero el gato sabe ver al hombre. Si hay desarmonía real o latente, el gato lo nota. Si hay soledad, él lo sabe y la atenúa como puede, él, que se enfrenta a su propia soledad de una manera mucho más valiente que nosotros. Nada dice, no se queja. Se aleja. Quien no lo sabe "leer" piensa que "él" no está allí. Presente o ausente, él enseña y manifiesta algo. Cerca o lejos, mirando o fingiendo no ver, él está comunicando códigos que no siempre (o casi nunca) sabemos traducir. El gato ve más y ve dentro y más allá de nosotros. Se relaciona con fluidos, auras, fantasmas amigos y opresores. El gato es médium, brujo, alquimista y parapsicólogo.
Es ocasión de permanente meditación a nuestro lado, enseñando paciencia, atención, silencio y misterio. El gato es un monje silencioso, meditativo y sabio monje, devolviéndonos las preguntas medrosas, esperando a que encontremos el camino en su busca, en vez de quererlo ya preparado, ya conocido y trillado. El gato siempre responde con una nueva cuestión, remitiéndonos a la pesquisa permanente de lo real, a la búsqueda incesante, a la certeza de que cada segundo contiene la posibilidad de la creatividad y de nuevas interrelaciones, infinitas, entre las cosas.
El gato es una lección diaria de afecto verdadero y fiel. Sus manifestaciones son íntimas y profundas. Exigen recogimiento, entrega, atención. Los desatentos no agradan a los gatos. Los que arman bulla los irritan. Todo cuanto necesite promoción o explicación requiere afirmación. Vive de lo verdadero y no se ilude con apariencias. ¡Nadie en toda la naturaleza ha aprendido a bastarse a sí mismo (hasta en la higiene) como el gato! Lección de sueño y de musculación, el gato nos enseña todas las posiciones de respiración del yoga. Enseña a desperezarse con el masaje más completo en todos los músculos, preparándolos para la acción inmediata. Si los preparadores físicos aprendiesen con el calentamiento del gato, los jugadores de reserva no tardarían tanto tiempo (casi 15 minutos) calentando para entrar al campo.
El gato sale del sueño para el máximo de acción, tensión y elasticidad en un segundo. Conoce el desempeño preciso y milimétrico de cada parte de su cuerpo, que ama y preserva como a un templo. Lección de salud sexual y sensualidad. Lección de envolvimiento amoroso con dedicación integral de varios días. Lección de organización familiar y de definición de espacio propio y territorio personal. Lección de anatomía, equilibrio, desempeño muscular. Lección de salto. Lección de silencio. Lección de descanso. Lección de introversión. Lección de contacto con el misterio, con lo obscuro, con la sombra. Lección de religiosidad sin iconos. Lección de alimentación y refinamiento. Lección de buen gusto y sentido de la oportunidad. Lección de vida, en fin, la más completa, diaria, silenciosa, educada, sin represalias, sin vehemencias, sin exigencias. El gato es una chance de interiorización y sabiduría, puesta por el misterio a disposición del hombre.
El gato es un animal que tiene mucho cuarzo en la glándula pineal. Es, por tanto, un transmutador de energía y un animal útil para curaciones, pues capta la energía mala del ambiente y la transforma en energía buena - normalmente, donde el gato se acuesta con frecuencia, eso significa que allí no hay buena energía - caso el animal empiece a acostarse sobre alguna parte de nuestro cuerpo de forma insistente, es señal de que aquel órgano o miembro está enfermo o a punto de enfermar, pues el animalito ya ha percibido las energías malas en el referido órgano y entonces elige acostarse sobre esa parte del cuerpo para limpiar las malas energías que hay allí. Además, ella observa que, del mismo modo que el gato se acuesta en determinado lugar, se va de allí de repente, pues nota que ya ha limpiado la energía de ese lugar y ya no se le necesita más. Ella dice además, en su charla, que el amor del gato hacia el dueño es de desapego, pues mientras lo necesita se mantiene cerca, cuando no, se aleja.
En el Egipto de los faraones, el gato era adorado en la figura de la diosa Bastet, representada comúnmente con cuerpo de mujer y cabeza de gata. Esta bella diosa era el símbolo de la luz, del calor y de la energía. Era también el símbolo de la luna y se creía que tenía el poder de fertilizar la tierra y los hombres, curar enfermedades y conducir las almas de los muertos. En aquella época los gatos eran considerados como guardianes del otro mundo, y figuraban en muchos amuletos. "El gato inmortal existe, en algún mundo intermedio entre la vida y la muerte, observando y esperando, pasivo hasta el momento en que el espíritu humano se torna libre. Entonces, y sólo entonces, él liderará el alma hasta su reposo final."
(The Mythology Of Cats, Gerald & Loretta Hausman)