El hipnotismo terreno
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 06/08/2017 10:33:41
Autor Mauro Kwitko
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Traducción de Teresa
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Muchos Maestros y Filósofos de la antigüedad, y aún hoy, hablan del hipnotismo que la encarnación provoca en todos nosotros, excepto en los Espíritus encarnados que ya están en un grado espiritual muy elevado, lo cual los inmuniza contra eso.
Dicen que la Tierra hipnotiza a los Espíritus que bajan para vivir una encarnación más aquí en el suelo; a decir verdad, no es el planeta quien los hipnotiza, sino el Sistema social vigente en cada lugar a donde llegamos para vivenciar un nuevo paso por aquí. Quien reencarna en un país empieza a padecer ese hipnotismo desde el momento en se ha instalado dentro del útero de la madre que ha elegido, a través de los pensamientos maternos, de sus sentimientos hacia otras personas, hacia el nene, las cosas de su entorno, sus ideas y creencias respecto de cuestiones afectivas, sociales, políticas, espirituales, financieras, los valores morales y éticos vigentes, la importancia que las personas de aquella casa, de aquella familia, de aquel lugar dan a las cosas, el nene va empezando a comprender aquel idioma extraño, escucha y capta las conversaciones, los pensamientos, los sentimientos, los de su madre con más facilidad, pero también los de su padre, de los familiares, de las personas del entorno, va absorbiendo la programación de la TV, la música que escucha proveniente de afuera, lo que miran en Internet; a menudo sale de su cuerpo y se va fuera a ver cómo están las cosas, anda por la casa, se sienta en el sofá al lado de quien le simpatiza, se tiende en la cama con la madre, con el padre, va a conocer su cuarto, percibe si hay paz en la casa, si hay rencillas, si hay alegría, si hay tristeza, acompaña en el automóvil, o en el ómnibus, o en el metro, o revolotea en torno a ellos si salen a pie, en fin, recién llegó del Astral donde el Sistema de vida es un Socialismo Espiritual y va, poco a poco, conociendo el Sistema aquí vigente, en aquel núcleo familiar, en aquel barrio, en aquella ciudad, en aquel estado, en aquel país. Ese es el hipnotismo que va sufriendo dentro del útero y que continuará cuando esté fuera, en la vida.
Como los recuerdos del Mundo Espiritual permanecen en el cuerpo astral y en el mental y su Consciencia va gradualmente pasando para su cuerpo físico, poco a poco esos recuerdos se van esfumando, permaneciendo en su Inconsciente, lo cual se llama Olvido, y todo eso, externo, pasa a predominar y a comandar sus creencias, sus deseos, sus gustos, sus metas. Dependiendo del grado de cada Espíritu, ese hipnotismo será encaminado hacia el bien o hacia el mal, hacia lo positivo o hacia lo negativo. Dependiendo de las características que traemos con nosotros (Personalidad Congénita), que se suman a las características, ideas, conceptos, creencias, de nuestros elegidos padres, de nuestra electa familia, el color de nuestra piel, la clase social que elegimos, el país donde reencarnamos, la religión predominante en nuestra familia, etc., todo esto va formateando algo así como un esbozo de nuestra vida, el cual iremos siguiendo, más inconscientemente que de forma consciente. Si es positivo, será grande la posibilidad de que sigamos un camino recto y productivo; si es negativo puede ocurrir lo opuesto, pero no es así tan dicotómico, sino que posee innumerables grados, aparte de nuestros karmas que fatalmente surgen, los retornos que recibimos por nuestros actos del pasado (creados por nosotros mismos o por Decreto Divino), los testes que “pedimos” pasar, las armadillas de la vida terrena, el libre albedrío (nuestro y de las demás personas), las “cosas de la Tierra” que no estaban programadas pero que ocurren por la voluntad, por el libre albedrío de todos nosotros. En fin, el hipnotismo fatalmente ocurrirá, pero lo que resultará de él va a depender de innumerables factores, el correr de la vida lo dirá, y, claro, también nuestra evaluación post mortem.
Tú, lector, ¿estás en la creencia de que eres hombre, mujer, gay, bisexual, que eres blanco, negro, mulato, que eres brasileño o de cualquier otro país, que eres de origen italiano, portugués, alemán, japonés, que eres católico, protestante, evangélico, que eres judío, árabe, u otros rótulos de tu “cáscara”? He de informarte que cuando tu “cáscara” muera, esos rótulos permanecerán todavía durante cierto tiempo, principalmente si permaneces un tiempo más aquí en la Tierra, o vas al Umbral, o permaneces fluctuando en el astral intermedio, pero cuando regreses al Mundo Espiritual (Plano Astral, Cielo, Paraíso, período intervidas), después de cierto tiempo esos rótulos empezarán a desaparecer y tú te percibirás haciéndote igual a todos los que estaban allá desde hace más tiempo, eso que las religiones llaman “Espíritu”.
Después de un tiempo, volvemos a la Tierra y todo comienza de nuevo, el hipnotismo vuelve a dominarnos y pasamos una vida más en la creencia de que somos nuestra “cáscara” y sus rótulos, hasta morir, subir, percibir nuevamente nuestro engaño, y así seguimos. ¿Hasta cuándo? Hasta que alcancemos el grado de ancianos espirituales, encontremos la Sabiduría dentro de nosotros y, como un actor que entra al escenario para desempeñar un papel, para representar un personaje, ya no confundamos el personaje con el actor, ya no consideremos que somos el personaje, sino que nos sabemos actuando, una vez más, en ese gran Teatro de la Vida Terrena.
Para entender bien la importancia de librarnos de la ilusión de los rótulos de nuestras “cáscaras”, basta pensar que el racismo y las guerras vienen de ahí. Aunque para eso serán necesarios siglos o miles de años hasta que la humanidad alcance un grado de madurez, llegue a la fase adulta de su evolución, en que la mayoría de los seres humanos hayan alcanzado esa fase. Mientras tanto, predominando aún los Espíritus en fases inferiores de su ego, infantil o adolescente, estamos hablando de una utopía, pero recordando que ese nombre viene de un libro de Tomás Moro, que habla de un lugar ideal, donde sólo existe paz, amor, unión, fraternidad, donde ya no hay violencia, desigualdad social, miseria, hambre. Utopía no es algo imposible, es algo difícil de alcanzar, pero posible.
Para llegar a esa meta es necesario que las personas formadoras de opinión, las personas influyentes, las que poseen visibilidad, las que dirigen la política, las que dirigen el sistema económico, las que dirigen los medios de comunicación, empleen su inteligencia en ese sentido, y no para recaudar beneficios egoicos, teniendo en cuenta únicamente el lucro financiero, el lujo, el “aprovechar la vida”. Un día, la humanidad va a comprender que la causa de la pobreza es la riqueza, y el fin de la pobreza necesita, forzosamente, pasar por el fin de la riqueza, pero eso sólo sucederá cuando los ricos comprendan que, más importante que ser rico es anhelar que todos sean iguales y que la felicidad proporcionada por el deseo de crear la igualdad en la Tierra es infinitamente mayor que cualquier ganancia que sea sólo para sí mismos y los suyos.
Pero el final de la riqueza nunca ocurrirá a través de la violencia; esto ya se ha intentado varias veces y nunca ha salido bien, pues las personas que asumen el poder, después de un tiempo, también desean ser ricas, si ya se creían especiales pasan a creerse todavía más, empiezan a encastillarse cada vez más, ellas y los suyos, y tras cierto tiempo se convierten en los nuevos ricos y todo sigue igual. El final de la riqueza sólo ocurrirá con la evolución consciencial de la humanidad, cuando la sabiduría sobrepase a la inteligencia, cuando nos hagamos adultos verdaderamente, entonces sí, el objetivo principal de la vida será alcanzar esa utopía que un día existirá, cuando hayamos llegado a la fase de ancianos espirituales, sabios, fraternos, generosos, y las máximas de Jesús estén implantadas en la Tierra: “Tratar a los demás como queremos ser tratados” y “No hacer a otros lo que no queremos que nos hagan”. En ese día, las Religiones ya no serán necesarias, el ser humano ya estará religado a lo Divino.